Dramaturgia de Laura Echaniz, Javier Omezzoli y Claudio Pereira. Dirección de Claudio Pereira.
Una propuesta original y muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver habitualmente en la cartelera teatral, llega de la mano de O la Muerte no Existe o Es lo Único que Existe, que ya desde su título parece querer desconcertar al espectador, pero les aseguramos que la obra es mucho más que un slogan ingenioso.
La obra tuvo un proceso creativo que duró más de 2 años, nació sin textos previos y se fue constituyendo en base a improvisaciones. Con el correr del tiempo, se fue dando forma al esqueleto, del producto final, que hoy es esta valiosa pieza, que requiere una precisión absoluta de parte de los actores que la interpretan , ya que los tiempos y las acciones, están milimetricamente cronometradas. Hay una admirable precisión y coordinación, en cada uno de los movimientos, algo que solo puede lograrse con muchísimas horas de ensayo, siendo esto algo que al espectador avezado, no se le escapa.
Explicar de que trata la obra, puede no ser una tarea sencilla, pero daremos algunas pistas, en primer lugar decir, que la palabra casi no aparece a lo largo de la obra, ya que estamos en presencia de un teatro predominante físico. El lenguaje oral es reemplazado, por los cuerpos, los gestos y las miradas de los protagonistas, que casi no necesitan hablar, para hacerse entender.
La obra consta de tres actos diferentes, que en apariencia nada tienen que ver entre ellos, pero si estamos atentos, notaremos algún hilo conductor y coincidente. El director nos ofrece una pieza de interpretación abierta, donde cada espectador puede percibir sensaciones y mensajes diferentes. No llega un texto masticado, será el publico que irá recibiendo las emociones que llegan desde el escenario y construirá su propia realidad de lo que vé.
En una obra, que tiene mucho de abstracto, las interpretaciones tienen una importancia capital, por eso es realmente admirable, el trabajo que hacen Laura Echaniz y Javier Omezzoli, concentrados al máximo, casi en trance y como dijimos con una precisión absoluta, para realizar cada acción en el tiempo fijado, coordinando a la perfección con su compañero.
Excelente las composiciones de Laura y Javier, que además de ser los protagonistas de la obra, participaron de esta creación grupal, que se anima a escapar de los límites habituales y de las convenciones teatrales, para ofrecer un espectáculo diferente, que busca sacar al espectador de su área de confort, desafiándolo a estar atento y bien perceptivo, para disfrutar a pleno de una propuesta tan trabajada.
La puesta que nos propone Claudio Pereira, es inquietante para un espectador, que por momentos puede sentirse desconcertado ante una trama que avanza, dando pocas referencias concretas, Es probable que algún espectador aislado, quede descolocado por el contexto. Pero aquellos que se enganchan con la obra, irán tomando las pistas que van apareciendo y aplicando su propia lógica, tratará de anticipar o imaginar, lo que irá sucediendo.
No queremos contar mucho más, ya que el elemento sorpresa es un componente importante en O la Muerte no Existe ,,,, pero si diremos que aparecerán varios objetos en escena, como una pasta linda, infladores y maderas que serán cortadas con un serrucho, por mencionar solo algunos. Con ese pequeño anticipo, se darán cuenta, que cuando les dijimos que la propuesta era original, no exagerábamos. La obra es extremadamente sensorial, por lo que hay que estar muy atentos a los estímulos sonoros, que irán apareciendo en la trama. Por último mencionar, un diseño lumínico muy destacado, que juega mucha con la oscuridad, colaborando con una atmósfera de misterio e intriga que predominan el la trama. Otro ítem que resaltamos, es el del vestuario, pintoresco y diferente para cada uno de los actos y totalmente atemporal.
Bueno, vamos a cumplir con lo dicho y no contaremos más, O la Muerte no Existe o Es lo Único que Existe, es una obra que de ninguna manera puede pasar desapercibida y que tendrá diferentes lecturas según la mirada de cada espectador. En nuestro caso, nos remitió a la alienación en el trabajo, los procesos repetitivos y esa competencia inherente a los seres humanos, cualquiera sea la actividad que emprenden. Además, ronda la idea de la incomunicación, que en la actualidad, aparece en la mayoría de los vínculos humanos, Otro factor común, que detectamos, es que la muerte y la violencia, lamentablemente, en muchos casos puede ser la manera más sencilla, de resolver nuestras diferencias.
Quien escribe esta reseña, está acostumbrado a ver mucho teatro cada semana, por eso celebra cada vez que aparecen este tipo de propuestas tan originales, que se animan a romper los esquemas tradicionales y las convenciones establecidas, para ofrecer un espectáculo diferente, que incomoda al espectador, lo inquieta y lo invita a emprender un viaje con códigos particulares. En nuestro caso, compramos el pasaje y disfrutamos mucho la propuesta, además de valorar la entrega y las excelentes composiciones de los protagonistas.
Pensador Teatral.