Dirección de Jorge Eiro. Creación Colectiva de Jorge Eiro, Sol Fernández López, Zoilo Garcés, Cristian Jensen, Juana Rozas y Manuela Sánchez Almeyra.
Sábados 18 hs en Espacio Callejón ( Humahuaca 3759 )
El Placer nace de un experimento de creación colectiva, organizado por el Centro Cultural San Martín, en el cual Jorge Eiro, presentó al elenco algunas cartas que llegaron a su madre durante la última dictadura y a partir de las mismas comenzaron los ensayos, improvisaciones, recuerdos personales, para que de a poco, los actores se vayan apropiando de los personajes, trascendiendo la idea original del autor y surgiendo entonces la autoría colectiva.
Una vez explicado la génesis de la obra, que en este caso en particular consideramos resulta nuy interesante, surge como conclusión que el proceso fue exitoso, ya que logró trascender las fronteras experimentales del Cultural San Martín, tomando la pieza vuelo propio y llegando dos años después al Espacio Callejón, uno de los teatros más reconocidos del circuito off.
Si tuviéramos que señalar, cuales son a nuestro entender las razones, de este paso exitoso de la obra, rápidamente podemos decir, que El Placer es una historia mínima, que tiene un encanto particular, ya que con un texto sensible y reconocible para el espectador, nos hablará sobre la complejidad que pueden tener los vínculos familiares y las dificultades para atravesar el duelo por la pérdida de un ser querido y más amplio aún, lo difícil que puede resultar hablar de ciertos temas, quedando al descubierto todos los mecanismos a los que recurre el ser humanos, para eludir referirse a cuestiones que pueden resultar incómodas o de difícil abordaje.
El argumento de la obra, trata del reencuentro de tres hermanos en una casa de una pequeña localidad costera, trás la muerte de su madre. Esa casa donde ella decidió pasar sus últimos años, alejada de sus hijos y acompañada de una señora que la cuidaba y la ayudaba en los quehaceres diarios. Dos de los hermanos, los mayores, comparten padre, pero la hermana menor, es fruto de una relación que tuvo la madre, con otra pareja muchos años después.
La situación no es cómoda, ya que los hermanos se ven poco en la actualidad y entonces las conversaciones versan sobre temas generales y trivialidades, ya que poco comparten en el presente. Solo los une, un puñado de recuerdos familiares, algún verano juntos en aquella casa a la que vuelven luego de mucho tiempo y poco más. Hay también una barrera generacional con la hermana menor, que cuesta romper y a medida que la charla entre ellos avanza, descubrirán que los diálogos que tenían con su madre, no era del mismo tenor, apareciendo secretos y hechos no revelados.
Y hasta allí contaremos, el resto lo descubrirán cuando vean la obra, que tiene una atmósfera de nostalgia muy bien creada, por la ausencia de la madre, por esa casa vacía, por los objetos que aparecen trayendo recuerdos y por esa localidad perdida, al que la madre eligió ir, para estar lejos de todos, incluso de sus afectos, algo que ahora ya no puede revertirse.
Nos gustaron mucho las actuaciones. A nuestro entender, la actuación más destacada, tal vez por la potencia del personaje en la historia, es la de Sol Fernández López, como Eugenia, la hermana mayor. La que se preocupa por los hijos que la esperan en Buenos Aires y la que mira con algo de recelo a la menor de la familia. Un personaje muy querible el que compone Sol, divertido y de una simpleza muy lograda. Gran trabajo el de Sol, con un histrionismo a flor de piel, que le otorga una gracia particular.
Igualmente valiosa es la interpretación de Cristian Jensen, como Luciano. Comparte muchos recuerdos con su hermana mayor, pero eso fue en el pasado, ahora cada uno tiene su vida. Melancólico, bonachón y saliendo de una ruptura amorosa, tratará de poner su mejor onda, en aquel encuentro incómodo para todos. Es muy buena la construcción de personaje que realiza Luciano.
La hermana menor es Rocío ( Juana Rozas ). Callada e introvertida, es la que mas incómoda se siente allí. Parece no congeniar con esas personas que pese a ser sus hermanos, parecen dos absolutos desconocidos, con los que solo tenía en común la misma madre y algun encuentro esporádico cuando era chica, que por su edad tampoco recuerda demasiado.
Completa el elenco, Zoilo Garcés, que nada tiene que ver con aquel grupo familiar. El vive en aquella localidad balnearia y aparecerá allí casi de casualidad, tratando de aportar algo de aire fresco, que rompa esa atmósfera melancólica y algo amarga que se respira en aquella casa. Son muy buenos los trabajos individuales de los cuatro actores y se destacan aún más en lo grupal.
Dejando de lado las actuaciones, debemos destacar el ingenioso y novedoso diseño escenográfico, que presenta la pieza, rubro a cargo de Ariel Vaccaro, por el cual la escenografía en diferentes momentos del relato, girará gracias a la acción de los propios actores, para mostrar la casa desde dos perspectivas, una cara el interior de la misma y la cara opuesta, un ventanal que nos permite ver el frente del hogar, espiando el interior. Una de esas genialidades del teatro independiente, que merece verse, porque cuesta explicar con palabras.
La casa está cargada de elementos, de objetos y de recuerdos de un pasado que ahora se presenta de manera vertiginosa, pero el aspecto de aquel hogar en general es descuidado, olvidado, tal vez como estuvo la madre, durante esos últimos años. Párrafo especial para el logrado vestuario algo ochentoso de los personajes a cargo de Manuela Sánchez Almeyra.
Otra de las fortalezas de la obra, es que logra tratar una temática profunda y densa, jugando mucho con el humor y algunas situaciones ridículas, que los personajes parecen buscar adrede, para evitar hablar del dolor que sin dudas los atraviesa.
En definitiva, vivimos un momento teatral entrañable con El Placer, sentimiento ausente en esta historia cercana y reconocible, donde los espectadores se ven reflejados en estos hermanos a los que les cuesta hablar de lo que sucede y prefieran eludir hablar del dolor, como si de esa forma el dolor no existiera.
Recomendamos la obra, que además de movilizarnos e invitarnos a la reflexión, nos permitirá disfrutar de estos personajes queribles, que viajaron a despedir a su madre, cuando ya era demasiado tarde para hacerlo.
Pensador Teatral.