Dramaturgia de Tennessee Williams. Versión de Mauricio Kartun. Dirección de Gustavo Pardi.
Martes 20 hs en Teatro Picadero ( Pasaje Santos Discepolo 1857 )
Una lúcida versión de El Zoo de Cristal, llega a nuestra cartelera de la mano del talentoso Mauricio Kartun, que consigue demostrar la vigencia de esta pieza escrita en 1945, por Tennessee Williams, uno de los dramaturgos más destacados de la literatura norteamericana, conocido por su habilidad para explorar las complejidades del ser humano, analizando los sentimientos atormentados por sus deseos, sueños y conflictos. Sus obras continúan siendo interpretadas y adaptadas en todo el mundo, recordándonos su poder para explorar las experiencias humanas a través de la lente del teatro.
En esta ocasión, la historia nos presenta a una familia de clase media, venida a menos por el paso del tiempo y las circunstancias que la envolvieron. La Depresión del 1930 juega su parte para las dificultades económicas y además hace un par de años, que el jefe de familia huyó de la casa, quedado Amanda ( Ingrid Pellicori ) a cargo del hogar y de sus hijos Tom ( Agustín Rittano ) y Laura ( Malena Figo ). En la actualidad, quien dá sustento al hogar es Tom, el mayor, gracias a su trabajo en la zapateria, que no lo tiene para nada contento, pero cuyo sueldo permite traer el único dinero que llega a la casa.
En el hogar se respira un aire asfixiante y de frustración, ninguno de los seres que lo habitan son felices con la vida que llevan, pero tienen que convivir con ella. Amanda tiene nostalgia de revivir aquel pasado repleto candidatos de buena posición económica, a los que lastimosamente no eligió, siendo seducida por un hombre de sonrisa compradora, con quien tuvo sus dos hijos, pero que se hizo afecto a la bebida y terminó huyendo, dejándola sola y desamparada al cuidado de ambos en especial de Laura, una niña tímida y con baja autoestima, que requiere una atención especial, en gran parte por esa renguera que la hace caminar con dificultad y además sufrir la mirada inquisidora de los otros.
Tom que es quien funciona como narrador de la historia, duda entre quedarse en el hogar junto a su madre y hermana o salir corriendo, huyendo de la monotonía de aquel trabajo que tanto odiaba y buscando la libertad, muy lejos de allí, repitiendo la historia de su padre, El deber y la responsabilidad cruzan sus caminos. En el hogar se vive un aire tenso, cuesta decir la verdad y todos se las ingenian para disimular la suya. Las peleas entre Amanda y Tom, se hacen habituales, apareciendo la frágil Laura para apaciguar los ánimos y permitir que la rutina familiar no descarrile.
Amanda está obsesionada con la soltería de su hija, en parte por la búsqueda de su felicidad, pero también por la necesidad de que llegue un hombre protector y proveedor que las cuide ya que tiene la amarga certeza que Tom pronto se irá. Por ello, casi con desesperación le pedirá a su hijo, que le consiga algún candidato para Laura y así aparecerá en la historia Jim ( Martín Urbaneja ) un compañero de trabajo de la zapateria, que será invitado a cenar a su casa.
La expectativa de Amanda ante aquel encuentro será tan grande, como desmedida. Será el primer candidato que aparecerá en el horizonte de Laura y es una oportunidad que no pueden dejar pasar. La velada debe ser perfecta, por eso no dudará en gastar los pocos ahorros que tienen para mejorar la apariencia de la casa y preparar una rica comida. Y contra todas las previsiones, ese encuentro forzado, mágicamente parece tomar impulso y el amor amaga aparecer, pero los finales finales no abundan y para saber que aconteció en aquella velada con la pareja incipiente, deberán ver la obra, ya que hasta aqui vamos a contar, para mantener el suspenso.
Sin dudas que un sello distintivo, de esta pieza que se presenta en el Picadero, son sus actuaciones que nacen en el muy buen elenco reunido y en el mismo, hay que destacar de inmediato la fantástica actuación de Ingrid Pellicori, como una madre protectora, manipuladora y extremadamente absorbente.Su personaje está cargado de encanto y nostalgia por un pasado repleto de ilusiones que contrasta con un presente gris. Cargada de buenas intenciones, pero controladora al extremo, por momentos generará el efecto contrario al buscado en sus hijos, que sin dudas sienten la presión y que todas las expectativas están cargados sobre sus hombros.
El papel de Amanda es clave en esta historia escrita por Tennessee Williams y encuentra en Ingrid Pellicori una intérprete de lujo. Siempre es un placer verla en escena y cada una de sus intervenciones es festejada por el público. En nuestra opinión, que ratificamos en cada nueva obra donde la vemos, Ingrid está entre las mejores actrices que tiene nuestro teatro y aquí sin dudas encuentra terreno fértil para demostrarlo, coronando una actuación que anticipamos, siguiendo nuestra intuición será merecedora de premios de la crítica especializada al final de la temporada.
Pero bueno no seamos injustos con el resto del elenco, ya que realizan excelentes trabajos. Arranquemos por Agustín Rittano con Tom, un personaje atrapado entre sus responsabilidades, por ser el sostén de su madre y su hermana en aquel hogar, algo que entra en conflicto con sus deseos personales y las ganas de experimentar nuevas aventuras, lejos del ambiente opresivo que se vive en su casa. Nos gustó mucho el trabajo de Agustín, dándole vuelo a un personaje que además de tener la función de narrador de la historia, disparará múltiples conflictos en el hogar, en especial al chocar con su madre.
Momento de hablar de Malena Figo, como Laura, una joven actriz que nos gusta mucho y a la que elogiamos en numerosas ocasiones en este sitio. Por mencionar solo dos trabajos que aún recordamos, mencionamos sus interpretaciones en El Río en Mi y Fuera del Mundo. Y aquí también podemos decir que parece inmejorable su elección para llevar adelante a una Laura tímida y vulnerable, que siente no encaja en el mundo hostil que la rodea, encontrando paz solo dentro de su casa, jugando con su zoo de cristal y pasando música en el fonógrafo. Nos encantó la composición de Malena, dotando a su personaje de la sensibilidad que el mismo pide y generando gran empatía con el público.
Completa el elenco Martín Urbaneja, como Jim, un personaje carismático y optimista, que logra romper con el aire triste y de solemnidad que se respira en la casa. A medida que su participación avanza, notaremos que dentro de esa felicidad aparente que vende, también se esconden conflictos internos, mostrando que el mundo actual resulta complejo para todos. Importante el aporte de Martín, dando frescura y optimismo a la pieza.
La puesta de Gustavo Pardi resulta muy atractiva con varios puntos para resaltar, en nuestra opinión, el más destacado es la hermosa música original de Silvina Aspiazu, que acompaña en gran forma varios pasajes del relato. Otros ítems que nos gustaron mucho, son el diseño escenográfico de Cinthia Chomski, ambientando ese hogar de clase media de la década del 30, al igual que el elegante vestuario de época de Julio Suárez, caracterizando muy bien a los personajes, apartado especial para la vestimenta de Amanda y Julia, en la cena que reciben al candidato.
En definitiva, esta versión de El Zoo de Cristal, resulta una gran oportunidad para disfrutar de la literatura de Tennessee Williams, que aquí trae una historia que se inspira en experiencias de su propia familia, llevándonos al interior de los Estados Unidos, luego de la Gran Depresión de 30, mostrando las dificultades económicas y los pensamientos aspiracionales de aquellos años, poniendo el foco en una familia que busca hacer pie, para poder cumplir sus deseos y anhelos, algo que no resulta sencillo debido al contexto, Además de ello, la obra explora con inteligencia y profundidad, los conflictos familiares y las tensiones que siempre se encuentran presentes, cuando hay expectativas y deseos que chocan.
Disfrutamos de una sensible noche de teatro, con la presentación de obra maestra del autor estadounidense, que llega en versión de Mauricio Kartún, que logra mantener la vigencia y el espíritu del texto original, mostrando la universalidad de los conflictos familiares y que aunque pasen los años, la hostilidad del mundo exterior, en muchas ocasiones funciona como una barrera infranqueable que frena nuestros anhelos, debiendo adecuarnos a una realidad lejana a nuestra felicidad. Si a este texto tan rico, le agregamos las estupendas actuaciones del talentoso elenco reunido, solo queda invitarlos al Picadero, para conocer a los Wingfield y disfrutar con ellos, de una distinguida velada teatral.
Pensador Teatral.