Dramaturgia y Dirección de Paula Marrón.
Es una satisfacción personal, confirmar que aunque veamos mucho teatro cada semana, cuando encontramos una pieza dotada de la sensibilidad, con la que cuenta, De Ilusiones se Vive, nos vamos a emocionar y lagrimear largo rato con una obra tan bella, que sin dudas sabe como llegar al corazón del espectador.
La historia que nos acerca Paula Marrón, es simple, cercana y profundamente emotiva, ya que nos hablará de la vida, de como percibimos al mundo, cuando la salud ya no nos responde como antes y pensar en el futuro resulta quimérico. Además nos hablará de vínculos, de la soledad y de como muchas veces, nos cuesta exponer nuestros pensamientos más profundos. Una coraza nos envuelve y parece que los sentimientos, solo pueden salir a la luz, cuando notamos que el tiempo nos juega en contra.
Al entrar a la sala, no tenemos dudas que estamos en un cuarto de hospital, vemos que en una cama hay una señora mayor en camisón, se la nota inquieta, escuchando la radio y tratando de que el tiempo transcurra lo más rápido posible, en esa fría e impersonal habitación. En breve se incorporará a la escena, un hombre joven, que la visitará asiduamente, aprovechando para traerles algunos objetos, que pueden hacer más llevadera la estadía de la mujer allí, suponiendo que esto fuera posible.
De entrada no tenemos pistas, de la enfermedad que aqueja a aquella mujer, ni tampoco el vínculo que lo une con aquel joven. Queda claro que la mujer no está a gusto allí, se la nota fastidiosa e irritable, quiere irse cuanto antes a su casa, pero sabe que de momento no podrá hacerlo. El joven es tierno y muy comprensivo, le trae libros, bizcochos de grasa y es extremadamente amable. Pese a todos estos estos, la señora no logra salir de ese grado de crispación que la invade y por momentos parece tratarlo con desdén.
La rutina de visitas, parece no tener grandes cambios, hasta que un día el joven la traerá una carta, que cambiará por completo el ánimo de ambos y el horizonte de aquellos encuentros. Un viaje a la ciudad de 9 de Julio, asoma para las próximas semanas y entonces todo parece cambiar en ese frío cuarto, de pronto hay mucho para hacer, la ilusión se renueva y ambos planificarán acerca de ese futuro cercano, que les permite soñar.
Y hasta allí contaremos, es importante mantener la intriga, por ello vamos a dejar que cuando vean la obra descubran, que sucederá en los días venideros y si finalmente ese planeado viaje a 9 de Julio, será tan feliz, como imaginan.
La trama fluye de manera cálida y amena, esto se explica por la fina dramaturgia y también por las fantásticas actuaciones que ofrece la obra, de la mano de la dupla protagónica formada por María de Cousandier y Fausto Guerra.
Las virtudes de María ya las habíamos elogiado, el año pasado en Un Puma todo Dorado, una entrañable obra del off . Aquí nos vuelve a mostrar todo su oficio y versatilidad, en una actuación deliciosa. Una actriz de gran experiencia y muy talentosa, que aquí se adueña del papel, con una sensibilidad y una presencia escénica que se disfruta enormemente. Extraordinaria la labor de María de Cousandier, cuando vean la obra, les aseguramos, que van a coincidir con nosotros en los elogios.
A Fausto Guerra, es la primera vez que lo vemos y resultó una gran revelación. Histriónico, melancólico y con una gestualidad muy lograda, compone un personaje que emana ternura y bondad a cada paso, generando mucha empatía con el público.
Dos estupendas actuaciones, que gracias a la generosidad de la autora, tienen reservados momentos para el lucimiento individual y se potencian en el conjunto, mostrando una química y una conexión, entre ellos que agrega mucho valor a la trama.
La puesta que ofrece la directora es íntima, la cercanía de los espectadores con los actores, es algo que se disfruta enormemente, ya que no se pierde detalle de cada mirada y cada gesto de los protagonistas, algo que cuando las interpretaciones son tan destacadas, como en este caso, se valora muchísimo.
Es la primera vez que estamos en la sala del segundo piso de El Camarín de las Musas y aquí debemos señalar, algo positivo y algo negativo, por su tamaño y el ventanal de fondo, contribuye, mucho a la atmósfera de intimidad que la trama pide, lo negativo, es ruido de las conversaciones que provienen del bar del teatro, y que en algunos momentos se torna molesto. En este caso la enorme solvencia de los actores y lo atrapante del texto, hacen que este detalle se deje en un segundo plano, pero queremos mencionarlo, ya que es un tema que la sala debería corregir, por respeto al público y a la actores.
La puesta tiene algunos ítems a destacar, como por ejemplo el siempre acertado diseño escenográfico de José Escobar, recreando esa fría habitación de hospital, con algunos detalles personalizados ( como la biblioteca ) y hay un destacado diseño lumínico de Ricardo Sica, jugando con la luz tenue y la oscuridad, para separar las distintas escenas.
En definitiva, nos llevamos una gratísima sorpresa con De Ilusiones de Vive, una obra sensible, que nos hablará de la vida y también de la muerte, explorando la delgada la línea que muchas veces separa ambos estadíos.. Además la pieza, tiene una profundidad, que nos invita a reflexionar, acerca de los vínculos, de la soledad y de como muchas veces nos quedamos sin decir lo que pensamos y postergamos sueños, hasta que llegamos a situaciones límite, donde ya puede ser tarde, para modificar la realidad.
En nuestra opinión, De Ilusiones se Vive, es una de esas joyitas escondidas que el teatro independiente siempre tiene reservadas, esto se debe a una dramaturgia delicada, que sin recurrir a golpes bajos, llega al corazón del espectador, de la mano de dos actuaciones magníficas. Los aplausos prolongados y cargados de emoción, que el público les regala a los protagonistas al final de la función, resultan un merecido corolario, a la hermosa noche teatral vivida.
Pensador Teatral.
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