Dramaturgia y Dirección de Cecilia Meijide.
Jueves 21 hs en Beckett Teatro ( Guardia Vieja 3556 )
Un texto sensible y entrañablemente humana, nos ofrece Cecilia Meijide, con Las Cosas de Mabel. Cecilia, joven dramaturga y directora, es reconocida en el teatro independiente, entre otras cosas, por ser la autora de Cactus Orquidea, una joyita del teatro independiente, que recibió numerosos premios y estuvo varias temporadas en escena, debido a la gran respuesta del público.
Al igual que aquella premiada pieza, en Las Cosas de Mabel, también se hablará de vínculos humanos y ahora que asociamos, también tendremos una plantita en escena que recibirá muchas miradas. En este caso los vínculos se enfocarán, desde la mirada de la vejez. Que sucede cuando se llega a esa etapa de la vida, donde parece que ya hemos vivido todo y el entorno familiar, ocupado con sus temas urgentes, le presta poca atención a ese ser querido, que parece tener su vida en modo cámara lenta..
La protagonista de esta entrañable historia, es Mabel ( Rosario Varela ), una adorable y tierna viejita, que viuda y con sus 86 años, muestra una lucidez mental admirable y los achaques propios de la edad. Por sus problemas en las articulaciones y para no quedarse dura, debe recurrir a los servicios de Iván, un joven kinesiólogo, que la visita a su casa y con una rutina diaria de ejercicios, la ayuda a mantener algo de movilidad.
La relación entre Mabel e Ivan, adquiere importancia, ya que el joven además de darle la rutina de ejercicios, la cuida, le hace compañía y se preocupa por ella. El tercer protagonista de esta historia, es Fabián ( Nacho Bozzolo ), el hijo de Mabel. Enfrascado en sus problemas personales y luchando por no separarse de su actual esposa, le dedica muy poco tiempo a su mamá. Solo pasa cada tanto y cada vez que lo hace, parece más preocupado, por llevarse alguna cosa de la casa, para venderla luego, en vez de interesarse por salud de su madre o sus sentimientos.
Fabián es egoista y desconfiado, no le gusta que ese kinesiólogo pase el día entero con su mamá en la casa y lo mira con recelo. No contaremos más, pero a medida que transcurre la trama, el vínculo entre los tres, que comienza muy tirante, se irá acomodando y encontrando una armonía, impensada en un comienzo.
La historia es simple, pero tiene la fuerza de lo cotidiano, de lo cercano. El espectador reconoce a los personajes y se identifica con ellos, influyendo también mucho en esto, no solo un texto cargado de sensibilidad, sino también las excelentes actuaciones que tiene la obra.
Es hora ya de destacar, la fantástica composición de personaje que realiza Rosario Varela, como Mabel. La directora eligió para el papel a una actriz joven, revelando el procedimiento actoral y dejando en evidencia al teatro como ficción. Y la apuesta, le salió realmente bien, ya que Rosario, resuelve el desafío de manera admirable. Con esa voz quebrada, el cuerpo encorvado y toda la gestualidad de una dulce anciana, enamora al espectador con su gran composición. Es la primera vez que vemos a Rosario en escena y nos encontramos con una actuación magnífica.
Pero semejante interpretación, no está sola, los hombres de la trama, también se destacan y acompañan a la gran protagonista de la noche. Ignacio Torres, es un joven lleno de amor y paciencia, que pese a sus problemas personales ( se peleó recientemente con su novia y esto lo afecta mucho ), le dará lo mejor a esa anciana, que por momentos parece su abuela. Muy bueno lo de Ignacio.
Por último mencionar a Nacho Bozzolo, un estupendo actor, a quien elogiamos ya varias veces, desde este humilde espacio. Aquí compone a un hijo, bastante egoísta, que no parece tener mucho registro por su madre, ni mucho afecto para darle. Una vez más Nacho muestra su versatilidad y ofrece una actuación muy convincente.
La puesta de carácter íntimo tiene muchos aspectos para destacar. Como por ejemplo el diseño escenográfico de Cecilia Zuvialde, que ofrece un cálido hogar, lleno de objetos, colores y detalles que llenan los ojos del espectador. Es importante, también el diseño lumínico de Sebastián Ladillo, creando climas y creando el espacio para las confesiones y los recuerdos, que tiene reservados la trama.
Realmente nos gustó mucho la obra, una historia mínima puede decirse, pero real y cotidiana, que sabe llegar al corazón del espectador, mostrando como muchas veces cuando llega la vejez de algún familiar, el entorno más cercano parece no querer aceptar o reconocer esta realidad y prefiere mostrarse indiferente y algo distante, apareciendo nuevas amistadas o la figura de cuidadores como Ivan, que empatizan con la persona mayor y la acompañan, haciendo más llevadera la soledad que sienten.
Las Cosas de Mabel, tiene un texto muy sensible, sin recurrir nunca a los golpes bajos, con momentos para reírse y otros para reflexionar. Cada espectador tendrá una reacción diferente ante la obra, de acuerdo a sus vivencias personales, su actualidad y sus recuerdos, lo que podamos asegurar, es que de ninguna manera quedarás indiferentes, luego de ver la obra.
Quien escribe estas lineas, además de disfrutar mucho de la historia y de sus estupendas actuaciones, salió sumamente movilzado del Beckett, demostrando que muchas veces las historias simples, pueden ser las más contundentes.
Solo nos queda recomendar la obra e invitarlos a que conozcan a Mabel y las Cosas que tiene para decirnos, antes de irse, esa voz de la experiencia, que muchas veces, nos resistimos a escuchar.
Pensador Teatral.
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