Dramaturgia de Patricia Suárez. Dirección de Marcelo Moncarz.
Viernes 20 hs en Patio de Actores ( Lerma 568 )
La talentosa pluma de Patricia Suárez, una de las dramaturgas más prolíficas del teatro independiente, nos ofrece este bello texto, que nos hablará del vínculo de dos hermanos, del amor, de la locura y de la esperanza, de una manera tan profunda, que nos cuestionaremos, si en verdad es tan sencillo, determinar quien está cuerdo y puede juzgar al otro, diciendo que no lo es.
Santiago y Teo, los protagonistas de esta historia, no tuvieron una infancia sencilla, quedaron huérfanos cuando tenían cuatro y tres años respectivos, al perder a sus padres en un accidente ferroviario. Vivieron con una familia sustituta, pero siempre los acompañó, el recuerdo de la dolorosa pérdida de sus padres.
Luego de otro suceso trágico que atravesó sus vidas y que no vamos a adelantar, los dos hermanos debieron abandonar a las apuradas San Cristobal, su pueblito natal, para empezar una nueva vida en la ciudad, pueden hacerlo gracias a la ayuda económica que les brinda Patricia, la novia de Santiago, que ocupa un importante puesto ejecutivo, en un banco de origen chino.
El presente de los hermanos no es sencillo, Santiago trabaja duro en una jugueteria, para tener un ingreso que le permita mantener el hogar y a Teo, que es un ser muy espiritual y algo especial, ya que tiene problemas psiquiátricos, manifestados principalmente en un delirio místico. Pasa la mayor parte de sus horas, pintando cuadros de ángeles, que luego vende en una plaza.
No vamos a contar mucho más, preferimos que el espectador cuando vea la obra, descubra los recovecos de esta entrañable historia. Solo diremos que una noche, Teo recibirá la visita de un ángel, que aparece querer ayudarlo y dejarle un mensaje importante. Si la visita es real o producto de su imaginación y de que se trata el mensaje, lo podrán descubrir cuando vean la pieza.
El texto de Angel es profundo y pleno de sensibilidad, sabiendo como llegar al espectador, con la ayuda de una dirección precisa y con mucha poesía de Marcelo Moncarz y las excelentes actuaciones del joven elenco reunido.
Arranquemos por Nicolás Asprella. que realiza una composición fantástica de Teo. Su personaje irradia amor y ternura. Conmueve por su entrega, se muestra hiperkinético, siempre inquieto, verborrágico y con una energía bien arriba. Podríamos decir que Teo, es un loco lindo, con mucho amor por dar y una riqueza espiritual que se refleja en cada uno de sus actos. Estupenda la interpretación de Nicolás, realmente quedamos sorprendidos por la enorme valía de su trabajo.
Pero Nicolás no está solo en escena, Hernán Statuto es Santiago, que más que un hermano mayor, parece el padre de Teo. Busca dar contención y proteger a su hermano. Le compra los remedios y lo ayuda con el tratamiento psiquiátrico. Muy buena labor la de Hernán, con una templanza y una paciencia, que solo puede explicarse por el profundo amor que lo une a su hermano. Es muy bueno el contraste, su calma versus el desborde de Teo.
Verónica Litvin, como Patricia, juega un papel clave en la historia. Se muestra muy estresada, por un trabajo que le exige mucho y le deja poco tiempo para ella. Obligada a viajar mucho y desatender sus temas personales, no está contenta con la vida que lleva, donde no tiempo tiempo libre. Nos gustó mucho la actuación de Verónica, aportando frescura y momentos muy divertidos a la obra, en especial, en una escena muy desopilante con Teo.
Nos encontramos, con tres muy buenas actuaciones desde lo individual, que se potencian en el conjunto, gracias a una dirección muy lúcida, que sabe explotar las virtudes del elenco y lograr su compromiso absoluto, con la historia que se cuenta.
La puesta es cálida y muy atractiva, logrando mantener la atención del espectador en todo momento. Destacamos el diseño lumínico de Daniela Garcia Dorato y en especial la música en vivo de Alan Swiszcz, que acompaña en gran forma los diferentes momentos de la trama y enriquece mucho la puesta.
En definitiva, nos encontramos con una hermoso y emotivo relato, una historia de amor que moviliza y nos obliga a reflexionar acerca de los verdaderos valores de la vida. Quien está capacitado para determinar que alguien está loco ?? En verdad, podemos considerar como cuerda, a aquella persona, que no sabe disfrutar los momentos y vive una vida a pura vértigo, sin disfrutar casi nada. Ronda la idea, que en estos tiempos actuales, se impone el miedo de tener tiempo para pensar y darnos cuenta, que la vida pasa y no estamos encontrarnos el camino que nos hace felices. Por eso es mejor, correr y seguir la rutina, sin detenernos para tratar de encontrar el sentido, al camino que estamos recorriendo.
Estamos en presencia de una muy buena propuesta, que incluye un texto valioso, una dirección sensible y actuaciones magníficas, para redondear una historia que emociona, conmueve y nos invita a reflexionar y a mirar hacia nuestro interior. Nos gusto mucho Ángel y por eso la recomendamos especialmente.
Una satisfacción, ser testigos de la ovación, con la que el público despidió a los protagonistas al final de la función, en una colmada sala del Patio de Actores, para una pieza que viene agotando localidades desde su estreno, dando muestras que el boca a boca en el teatro independiente no falla y que entrañables obras como Ángel, siempre tendrán buena recepción, de parte de los espectadores, ávidos de buen teatro.
Pensador Teatral.
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