Autoría: Frank Wedekind. Adaptación: Cintia Miraglia y Miguel Sorrentino. Dirección: Cintia Miraglia.
Sábados 20 hs en El Portón de Sánchez ( Sánchez de Bustamante 1034 )
Una potente adaptación de la obra escrita a principios del Siglo XX por el dramaturgo alemán Frank Wedekind, llega a la cartelera porteña. La pieza fue transgresora para su época y recibió varias acciones de censura, ya que hablaba abiertamente de la sexualidad de las mujeres, tema tabú para aquellos años. además de atreverse a cuestionar el puritanismo de la clase burguesa.
La temática si bien podía resultar revolucionaria para sus tiempos, casi un siglo después podría sonar como anticuada, por ello era necesario revisar el texto y aggiornarla a los cambios de paradigmas de los últimos años y es cuando aparecen Cintia Miraglia y Miguel Sorrentino, consiguiendo una adaptación que respeta el espíritu del texto original, además se incluyen algunas canciones que interpretará la protagonista, donde queda plasmado el aggiornamiento que antes mencionábamos.
La puesta que tiene la obra es original y muy atractiva, con un arranque magnético que logra cautivar al espectador y derribar la cuarta pared, dejando en claro que la obra que está comenzando, no será una más. El público siente que ingresa a una carpa de circo, Lulú ( Iride Mockert ) es la presentadora y quien las distintas fieras que serán domadas a lo largo de la función. mientras suena una pegadiza música en vivo, interpretada por algunos integrantes del elenco.
La pieza navega con habilidad entra la tragedia y la parodia, con el humor como catalizador para tratar de suavizar la temática fuerte de la historia. Lulú es una mujer joven y hermosa, seductora por naturaleza, que disfruta de su poder sobre los hombres, irradiado sexualidad y segura que los hombres no pueden resistirse a sus encantos. Es impulsiva, disfruta del sexo y no se reprime. Por momentos parece una mujer avasallante, pero en otros momentos, parece quedar reducida a ser un mero objeto sexual, que los hombres buscan para su placer, siendo más una presa, que una cazadora. La dualidad queda al descubierto y es muy buen contrapunto, que el espectador podrá resolver.
La obra tiene un componente musical muy importante y una atmósfera que nos remonta a un ambiente de vodevil, donde el cabaret y el circo se hacen presentes. Los personajes tienen tintes caricaturescos, hablan con sus voces y también con sus cuerpos, hay mucho despliegue físico en el relato. La tragedia recorre de manera constante la historia y vá cobrándose vidas, pero siempre Lulú emerge firme, siguiendo sus instintos y siempre parece haber un próximo hombre que caerá a sus pies. Y hasta allí vamos a contar, solo diremos que cerca del final, las tragedia llegará a su punto cúlmine y las sombras parecen extenderse sobre la protagonista, parecerán caer sobre ella, pero para saber que ocurre finalmente, deberán ver la obra.
Vayamos a las actuaciones que presenta la obra, donde emerge la figura excluyente de Iride Mockert, como gran protagonista de la historia, estando a cargo de una Lulú avasallante, que es una experta en el arte de la seducción y la manipulación. Iride es una actriz de una potencia tremenda y parece especial para representar este personaje tan complejo y tan fuerte como el de Lulú. Recordamos haberla elogiado hace unos años, por su gran interpretación en Turba, un unipersonal en la que ya mostraba todos sus recursos.
Aquí vuelve a mostrar toda su potencia, en un personaje explosivo que admite varias lecturas. Algunos pueden decir que es una prostituta que vende su cuerpo, pero esa es una media verdad, ya que Lulú no se conforma con que un hombre le pague o la mantenga, ella quiere vivir su sexualidad y disfruta dominando a esos burgueses que desean su cuerpo. Además de la fuerza en la actuación, Iride canta varias veces en la historia y lo hace muy bien realmente. Una composición formidable de Iride Mockert, sin dudas una de las actrices con más temperamento que tiene el teatro independiente y en lo personal disfrutamos muchísimo cada vez que la vemos en escena.
Si bien la protagonista, el único personaje femenino que tiene la historia, es quien se lleva las mayores miradas y elogios, no está sola en escena. al contrario está muy bien acompañada, con un elenco que potencia su performance. En lo personal nos gustó mucho el trabajo de Horacio Marassi, como el Dr.Schon, que participa en la escena circense inicial que tanto impacta y que luego tendrá una participación estelar en la historia, ya que estará siempre muy presente en la vida de Lulú, creándose una dependencia muy peligrosa. Destacamos la gestualidad y el carisma de Horacio, que redondea una gran composición.
Carlos Ledrag es otro figura destacada, desdoblando tres personajes, los del Dr. Goll, el mendigo y el Senador, mostrando su versatilidad y además luciéndose mucho en las partes cantadas, por su muy buena voz. Además es uno de los músicos en vivo con su guitarra. Muy bueno lo de Carlos. El elenco se completa con Héctor Bordoni como Walter y a cargo de los teclados y con Miguel Sorrentino, uno de los responsables de la adaptación, como Aiwa y mostrando además sus habilidades con el bajo. Son cinco los actores en escena y todos hacen su aporte para el bloque que es la obra.
La puesta que presenta la pieza dirigida por Cintia Miraglia es muy atractiva y consigue atrapar el espectador desde el arranque, con varios rubros para destacar. Arranquemos por el lucido diseño escenográfico de Víctor Salvatore, que combina el circo con el cabaret, dando muy buen marco al relato. La música original de Carlos Ledrag en otro punto muy alto, que acompaña las letras de las canciones de Cintia, que como dijimos agrega una mirada de época a la historia original.
Mencionemos también las coreografías de Valeria Narvaez, ya que lo corporal y lo clownesco se lucen en la historia, la iluminación de Matías Noval contribuye con los climas del relato y por último mencionar el estupendo diseño de vestuario de Paula Molina, caracterizando con un toque dark, con el color negro como protagonista a los personajes masculinos, en contraste con el colorido de Lulú. Pocas veces mencionamos tantos rubros técnicos de una obra, pero en este caso son tantos los recursos puestos en escena al servicio del texto, que merecen ser mencionados, por ello nos extendimos un poco más de lo habitual.
Creemos que ya hemos contado lo suficiente. Desde su estreno Lulu, Una Tragedia Monstruo, viene agotando localidades desde su estreno, algo que se entiende al ver la obra, ya que el producto que se presenta es muy bueno, partiendo de un texto controvertido que invita a la reflexión, adaptado a estos tiempos y que se permite reflexionar acerca de la mujer y su relación con el sexo, como fuerza de liberación, de poder y de destrucción.
Nos gustó mucho la obra y por eso la recomendamos, quienes la vean se encontrarán con un texto fuerte, que con mucho humor y acentuando lo lúdico, reflexiona sobre un tema profundo, que en estos días, sigue siendo tabú para muchos y lo hace apoyándose en una puesta rica y original, que crea un ambiente ideal para que un elenco talentoso y pintorescos personajes, se luzcan en escena, para que podamos disfrutar de una estupenda noche de teatro independiente.
Pensador Teatral.
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