Dramaturgia y Dirección de Elba Degrossi.
Sábados 21 hs en Tadron Teatro ( Niceto Vega 4802 )
Una de las mayores virtudes que tiene el teatro independiente, es su capacidad para rememorar algunos hechos de nuestra historia, que por algún motivo no son tan recordados, pero que deberían estar siempre presentes en nuestra historia. Y en este caso, Elba Degrossi, con una dramaturgia precisa y minuciosa, nos presenta una ficción, que recuerda el macabro asesinato de los curas palotinos ocurrido en Julio de 1976 en la Iglesia de San Patricio, situada en el paquete barrio de Belgrano R.
El país en esos momentos, atravesaba momentos de profunda violencia, la dictadura militar llevaba poco más de tres meses en el poder, cuando se perpetró el asesinato a sangre fría a tres sacerdotes y dos seminaristas de la Orden de los Palotinos, en lo que sin dudas fue un crimen conta la Iglesia Católica argentina y todo un mensaje para el resto de la sociedad. Hubo complicidad de la justicia. las autoridades eclesiásticas tampoco hicieron mucho y entonces el caso nunca se investigó con seriedad, quedando lamentablemente impune, sin que los responsables pagaran.
Testimonios de la época y un periodista valiente que años después investigó la abominable masacre, no dejaron dudas, sobre que un grupo de tareas, que respondía al gobierno militar de turno, fue el responsable del hecho. El quíntuple asesinato, era una especie de venganza de la dictadura, que quería dar una fuerte respuesta luego de un atentado con explosivos cometido dos días antes por Montoneros, en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal. Los mensajes encontrados en las paredes de la Iglesia, reforzaban lo mencionado y se refería a los religiosos, como zurdos adoctrinadores de mentes vírgenes, integrantes del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. Sin dudas, una clara muestra de la impunidad de la dictadura y un anticipo de las atrocidades que iban a ocurrir durante su gobierno.
Luego de esta referencia histórica, que entendemos es valiosa, para aquellas personas que no recordaban el hecho o que por razones de edad, solamente lo habían oído vagamente, vayamos a la obra en sí. Elba Degrossi, encuentra un abordaje muy inteligente para introducirnos en la horrible tragedia que envuelve la historia. Y lo hará mediante la aparición del organista de la Iglesia, delicioso personaje llevado adelante por Guillermo Flores, que después de mucho tiempo regresa a la parroquia a despedirse de su órgano, estableciendo un entrañable diálogo con su querido instrumento años atrás y recordando cuantas celebraciones vivieron juntos en San Patricio.
Y además de perder la cuenta con tantos bautismos y casamientos, en los que participó junto a su fiel instrumento, llegó el recuerdo de los sacerdotes de aquella Iglesia, que siempre fueron tan buenos con él, además de enseñarle a tocar el órgano. En el mismo sentido, irrumpirá en escena, una vecina del barrio ( Melody Llarens ) que recordó la gran obra que hacían los padres palotinos. Ella era de origen humilde , trabaja por horas en casas de familia y no encajaba con el perfil alto que tenía la mayoría en ese barrio, por eso no podía olvidar el legado de aquellos religiosos, que ayudaban en el barrio a todo aquel que lo necesitará, ya sea invitando a los chicos a tomar la leche o enseñando a leer a quien lo necesitaba.
No queremos contar más, para mantener la sorpresa, solo vamos a decir que esos personajes que aparecen ahora ante el público, tuvieron activa e involuntaria participación, hace casi cincuenta años atrás, cuando el día posterior a la barbarie, entraron a la Iglesia y descubrieron la masacre. El texto arranca de manera coloquial, pero a medida que la trama avanza, irá ganando el tensión y emoción, para llegar al dramático desenlace, teniendo mucho merito la autora, por la manera en que lleva la historia.
Momento de hablar de las actuaciones que tiene la obra y corresponde destacar la gran composición de Guillermo Flores, siendo un adulto que recuerdo con mucha ternura a ese niño que pasaba muchas horas en la Iglesia con el Padre Amancio y como el destino hizo que se cruzara en el camino del horror. Gran presencia escénica de Guillermo, dando a su personaje gran peso dramático y emocional. En el mismo nivel, queremos destacar a Melody Llarens, que compone en gran forma a esa vecina humilde, que pasados los años, aún mantiene el agradecimiento con aquellos sacerdotes que miraban a los ojos, a los pobres como ella. Muy buen trabajo de Melody, logrando un personaje muy sensible.
Si bien la mencionada dupla protagónica, es la que lleva adelante la trama, en la mayor parte del tiempo, no queremos dejar de mencionar la actuación de Dolores Cano, como aquella madre, que debió padecer a la distancia, el asesinato de su hijo seminarista, que había partido a la gran ciudad, con el sueño de poder ayudar a los más pobres. Muy sentido lo de Dolores, transmitiendo todo el pesar de una madre, por la pérdida de un hijo. Resta mencionar a Julián Pardo, a cargo de los detalles judiciales del expediente, con una frialdad que es la contracara del dolor de la madre y del resto. Acertado aporte de Julián.
La puesta es íntima, algo facilitado por la hermosa sala del Tadron, que en cada espectáculo, cambia la disposición de las butacas, pero siempre con el público bien cerquita de los actores. El diseño escenográfico es despojado, una silla y el viejo órgano, son suficientes para darle color al relato. Por último, mencionar y destacar el gran trabajo de Mariano Schneier, a cargo de la música en vivo y los efectos especiales, que agregan muchísimo valor a la historia.
Y hasta acá vamos a contar, como dijimos en el arranque, celebramos cuando el teatro independiente, decide tomar la posta y recordar algún hecho de nuestra historia reciente, que por algún misterioso motivo o no tanto, no se recuerda como sería esperable. Y sin dudas la masacre que sufrieron los religiosos palatinos, es una de esas páginas oscuras que vivió nuestro país y que muchos prefieren esconder bajo la alfombra.
Recomendamos vayan al Tadron, para ser partícipes de esta segunda temporada de El Crimen de San Patricio, una excelente ficción de Elba Degrossi, que con minuciosidad y sentimiento, recuerda esta horrible masacre, que tiene autores impunes, gracias a varias complicidades de aquellos años y los siguientes. Además la pieza resulta un homenaje para aquellos religiosos y su valioso legado. Una obra de visión necesaria, que sirve para mantener viva la memoria y suena especial en estos tiempos de crispación, donde la violencia y la descalificación al que piensa diferente, está en fase creciente, presagiando horas violentas, que no deben repetirse de ninguna forma.
Pensador Teatral.
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