Dramaturgia y Dirección de Facundo Zilberberg.
Una interesante propuesta, la que nos ofrece Zilberberg, este joven y talentoso dramaturgo, con Príncipe de las Pampas, la sexta obra de su autoría, que está transitando su segunda temporada,con muy buen suceso, en cartel.
La obra, que tiene mucha de comedia y de grotesco, ofrece un muy interesante retrato de integrantes de una clase alta, con aires aristocráticos, que no quiere asumir su decadencia y reniega del contacto con la realidad y con lo popular, con una pose superioridad que parece exagerada, pero es real.
La historia se desarrolla en un edificio categoría de Recoleta, en el que viven Dolores ( Sabrina Lara ) y Titino ( Felipe Llach ) ellos son hermanos y pertenecen a una clase alta decadente, que presume mucho de un pasado de buena posición social y económica, pero que vive una realidad, de tarjetas bloqueadas y saldos en rojo en las cuentas bancarias. Pese a esto, se niegan a aceptar este presente aciago y mucho menos perder su status social.
En el mismo edificio, tienen como vecino a Máximo ( Jerónimo Velez Funes ) también de clase alta, pero en su caso, conservando una buena posición económica y campos en la Provincia de Bs As.
Hace poco perdió a su madre y vive solo en su departamento, acompañado por su mayordomo Arturo, de origen humilde y nacido en Chimpay, pequeño pueblito situado en el Valle Medio de Río Negro, que tiene su fama, ya que allí nació Ceferino Namuncurà, indio mapuche, que dedicó gran parte de su vida a ayudar a los más necesitados. Se le atribuyen numerosos milagros y en el año 2007, fue declarado beato por la Iglesia Católica. En la actualidad Ceferino, tiene miles de devotos en todo el país y es conocido como el Santo de la Patagonia.
Nos fuimos un poco del argumento, pero creo que algunas líneas sobre Namuncurá, aportan a esta reseña y entendemos tienen su razón de ser ya que este santo milagroso es quien dá el tìtulo a la historia, ya que a Ceferino, sus fieles también lo conocen como El Príncipe de las Pampas.
Volviendo a la historia, el autor nos propone diálogos esclarecedores y con muchos momentos graciosos, entre estos vecinos de clase alta, que manejan un lenguaje y códigos propios, si bien hay algo de exageración y de grotesco, también hay mucho de triste realidad. Obviamente no creen en Ceferino, ni en ninguno de esos santos milagrosos y populares ( se ríen de ellos ). En su mundo lo espiritual tiene poco espacio, lo que realmente importa, son las posesiones materiales.
La cuestión es que los hermanos están en apuros económicos y no están dispuestos a resignarse y ven en Máximo, la posibilidad de salvarse, utilizando algún engaño, pero como el vecino desconfía, para ejecutar su plan, deberán contar con la ayuda del mayordomo, que es la mano derecha del millonario. Podrán lograr su cometido ??
Obviamente no vamos a contarlo, será el espectador cuando vea la obra, quien develará el misterio.
El guión es inteligente y presenta una muy buena dinámica, con diferentes actos que suceden y consiguen que el espectador se enganche con la historia, en esto tiene principal relevancia las excelentes interpretaciones, que tiene la pieza.
Felipe Llach, es Titino, que nos ofrece una gran interpretación, con su tono y sus poses, claro estereotipo de la clase alta, que vive de las apariencias. Es el típico cajetilla. Se luce muchísimo a lo largo de la puesta.
Igual que su hermana, Dolores, interpretada por Sabrina Lara, ella es más sanguínea, pero tampoco acepta bajar su status social, no poder tomar un taxi o tener que sacar ella misma los residuos, representa una humillación para ella. Gran trabajo el de Sabrina, que en esta puesta, saca a relucir todo su histrionismo
Llega el turno de Jerónimo Velez Funes, para nosotros la actuación más destacada, su composición de personaje es brillante, mostrando a un Máximo hipocondríaco, caprichoso y totalmente aislado de la realidad, apoyándose mucho en el mayordomo, que parece su único contacto con el mundo real, pese a esto lo maltrata bastante y lo culpa de todos sus males. Es el personaje que más risa provoca en la platea, desde su vestimenta, su forma de hablar, sus caras, todo es gracioso. Una interpretación magnífica la de Jerónimo.
Queda para el final, Fernando de Rosa, como Arturo, personaje clave de la historia, pertenece a otra clase social, es un verdadero intruso, entre esta gente de clase alta, que lo miran como bicho raro. Reservado y obediente, igual se las ingenia para en medio de esos diálogos que le suenan tan lejanos, poder comentar las anécdotas de su familia en Chimpay, donde los milagros de Ceferino son la moneda corriente del pueblo. Un personaje entrañable y como dijimos fundamental para el desarrollo de la trama. Se luce mucho, con sus intervenciones medidas y su aire misterioso.
Como dijimos, cuatro interpretaciones muy parejas y todas en un nivel muy alto. Las actuaciones, son el alma de esta pieza y en esto tiene mucho mérito el director, que permiten que los actores encuentren campo fértil para su lucimiento.
Destacamos el diseño escenográfico a cargo de Cecilia Font y Brenda Peluffo, que con un plano partido en dos, nos permite recrear ambos departamentos, en forma permanente, aportando mucha agilidad al desarrollo de la trama. Otro punto alto, es el vestuario, que marca el toque de glamour que reclaman estos personajes, con aires de millonarios.
En definitiva, estamos en presencia de una propuesta que nos gustó mucho, con momentos divertidos y otros para reflexionar, un interesante choque de clases y de creencias, con actuaciones superlativas.
Todos estos elementos, nos llevan a recomendar Príncipe de las Pampas. El aplauso prolongado con que los espectadores despiden a los protagonistas al finalizar la función, es un justo reconocimiento, por la hermosa noche de teatro que nos regalaron.
Pensador Teatral.