Dramaturgia de Carlos Sanzol y Dirección de Pierre Marquille.
Una original y futurista propuesta llega de la mano de Carlos Sanzol, joven escritor y periodista, que con El Deber del Señor Biondi, nos presenta un drama ambientado en el año 2080, que tiene muchos condimentos de ciencia ficción, género muy poco explorado el el teatro.
En esta historia, tenemos una sociedad que podríamos imaginar para nuestra humanidad, para dentro de 50 años, en la que existe un régimen poderoso, que todo lo controla, desde con quien debemos casarnos, cuantos hijos debemos tener ( si es que nos autorizan a tenerlos ), que música podemos escuchar y hasta cual será el argumento de la telenovela de la noche, esa que se emite en horario central y todos ven.
En este país donde todo está normado, Mireya Leguizamon ( Mariela Aracena ) una mujer de 44 años, decide solicitar al régimen, el servicio, eufemismo con se menciona la solicitud del derecho a morir, circunstancia donde previsto el envío de un agente estatal, que irá a la casa de la ciudadana solicitante, a efectos de cumplir con la misión.
El disparador el potente y sorprende al espectador que mira asombrado lo que irá aconteciendo. Enseguida llegará el Sr. Antonio Biondi ( Pierre Maequille ), el encargado de brindar el servicio. Mireya lo recibe con alegría y agradece la rapidez con que el régimen, respondió a su pedido, sin dudas se siente una privilegiada, ya que conoce casos de personas que esperan por más de seis meses, la respuesta, al particular servicio pedido.
El trámite parece será sencillo, Boindi está acostumbrado a cumplir a diario con el trabajo y al escucharlo hablar, se nota que es un verdadero profesional, algo que tranquiliza a Mireya, que siente que está en buenas manos. Solo queda cumplir con la burocracia del caso, llenar y firmar unos formularios, para que todo quede documentado y algo importante, elegir la opción, con la que la ciudadana, quiere que se cumpla el servicio.
La cuestión debe ser rápida, Mireya quiere recibir el servicio cuanto antes y Biondi cumplir su trabajo, para volver a casa, Pero el encuentro entre ambos, genera algunos diálogos entre ellos ( ambos reconocen que hace tiempo no hablaban en extenso con otra persona ) y lo que parecía ser un tramite rutinario, se demorará más de lo que ambos pensaban.
Hasta allí contaremos, la obra tiene una muy buena cuota de suspenso y dejaremos que sea el espectador cuando vea la obra, quien descubra, si el servicio finalmente podrá ser cumplido o el vínculo que se genera entre la mujer y su verdugo, puede poner en peligro, lo que ya firmaron.
Solo diremos que esta sociedad en particular, donde los deseos de los personas se suprimieron para evitar el sufrimiento y el deber está por encima de todo, las apariencias muchas veces pueden engañar y detrás de ese orden estricto, hay muchos sentimientos ocultos y reprimidos, que en algún momento pueden salir a la superficie.
La temática es dura, pero en el dramatismo de la situación y por la naturalidad con que toman el tema, el autor logra algunos momentos muy graciosos, que contrastan con el trasfondo de la obra y para que esto ocurra, hay un mérito enorme en la dupla protagónica que protagoniza la obra.
Mariela Aracena es Mireya Leguizamon, una sufriente mujer, que transmite su dolor y resignación por lo irreversible de la situación. Una interpretación magnífica la de Mariela, a quien vimos el año pasado, en Forjadores de una Nación Pujante ( escrita también por Carlos Sanzol ), comedia en la que también se lucía mucho, con un papel diametralmente opuesto a este. Aquí muestra su versatilidad y estar a la altura del protagónico, componiendo a una Mireya, dulce y querible, que transita el momento, con una dignidad asombrosa, para redondear una actuación magnífica, que llega al corazón del espectador.
Fundamental también lo de Pierre Marquille, que también es director de la obra, parece el personaje ideal para el papel, ya que reúne las características necesarias para el Señor Boindi, serio, profesional y extremadamente servicial con aquellos que piden su servicio. Hasta su tono de voz resulta especialmente convincente. Pese a lo siniestro de su profesión, logra darle a su personaje, una humanidad y hasta una ternura, que solo, se concibe por su gran interpretación.
En definitiva, mucha química en la dupla protagónica, se los nota muy seguros y cómodos en sus personajes, comprometidos con la historia y logrando una excelente conexión entre ellos, algo que redunda de manera muy positiva para la dinámica de la trama.
La puesta que propone el director, es realmente atractiva, con muchos guiños y códigos de un mundo futuro. Es de carácter íntimo y minimalista con objetos y lenguajes, acordes con el género de ciencia ficción propuesto. Nos gustó el diseño lumínico de Mariano San Martín, propiciando los climas que pide la pieza y el vestuario donde predomina el color negro, con una variante en Mireya, que dejaremos sea descubierta por el espectador.
El Deber del Señor Biondi, es una propuesta que seduce, esto se nota, por el silencio absoluto con que los espectadores, siguen el desarrollo de la obra, que por momentos es dura y conmueve, pero también invita a la reflexión, interrogando sobre si realmente en el futuro, podría existir una sociedad, en la que las personas vivan, solo cumpliendo normas y no hubiera lugar para los deseos. Y si esto fuera posible realmente seria realmente una sociedad feliz, porque nadie sufriría, al no existir los deseos frustrados ? O por el contrario la infelicidad y la desazón reinarían ? Dejamos planteado el interrogante.
En resumen, estamos en presencia de una obra valiosa, donde confluyen una dramaturgia original y arriesgada, que nos invita a pensar, una puesta que seduce y actuaciones excelentes, todos factores, que se unen, para redondear una muy buena noche teatro independiente, que celebramos y recomendamos.
Pensador Teatral.