domingo, 30 de septiembre de 2018

Miserere

Dramaturgia y Dirección de Nuria Gómez Belart.








Sábados 21 hs en Templum Espacio Teatral ( Ayacucho 318 )

Un propuesta muy valiosa llega con Miserere, escrita y dirigida por Nuria Gómez Belart, que logra un texto potente y sumamente interesante, ya que explora el tema del existencialismo, de una manera simple y amena, mediante la conversación de dos personas, que tienen pensamientos diametralmente opuestos, pero que de todas maneras pueden dialogar y escuchar al otro.

Contemos un poco de la historia, siendo cuidadosos de no revelar demasiado. En la escena, aparecen dos hombres que no se conocían hablando en la cocina de una casa humilde. Pronto descubriremos las identidades de los mismos y porque se encuentran juntos en esa habitación.








Uno de ellos es un profesor de literatura , que un rato antes intentó suicidarse tirándose a las vías en la Estación Miserere. De no haber sido por la intervención de ese otro hombre, que viendo lo que sucedía, reaccionó rápido y lo sujetó del brazo, no estaría vivo en esos momentos. El disparador es muy atractivo y a partir de esa situación límite se iniciará un diálogo muy rico entre estos dos hombres, de pensamientos tan opuestos.

Se nota que ambos son seres solitarios y que hace tiempo no hablan de manera tan profunda con alguien. El dueño de casa, es un simple ordenanza, que pese a no poder completar sus estudios secundarios, parece ser culto. Está convencido que fue Dios, quien lo hizo estar en el momento indicado, para salvar a aquel desconocido. En cambio el profesor es escéptico por naturaleza, no cree en la existencia de Dios y tampoco en la Biblia, al que considera un libro de ficción.








Como dijimos los diálogos son muy ricos, cada uno defiende su postura y argumenta en consecuencia. La dramaturgia de Nuria Gómez Belart es notable, porque logra sostener la conversación, para que sea entretenida siempre, logra este efecto, ya que además de tocar temas existenciales, pasará por temas cotidianos, como las películas de Samuel Jackson y enseñando un poco de historia, hablando por ejemplo de la Batalla de Miserere y de otros aspectos, que no vamos a mencionar aquí, pero que nos permitieron además de disfrutar la obra, aprender un poco de historia.

No vamos a contar más, dejaremos que el espectador cuando vea la obra, sepa si finalmente el profesor cuenta los motivos que lo llevaron a querer quitarse la vida y cual es el desenlace de esta historia tan interesante, donde dos hombres hablan sobre la vida y la muerte, acerca de la religión que ofrece recompensa, recién cuando dejamos este mundo y principalmente debaten sobre la existencia o no de un Dios, que desde arriba nos está mirando.

No es sencillo, mantener la atención, con parlamentos tan largos y si la trama logra que el espectador se mantenga enganchado en momento, como ya dijimos parte del mérito se lo lleva el libro, pero otra parte fundamental, se debe a las excelentes actuaciones que presenta Miserere.








Fantásticos los trabajos de Alejandro Vera, que dá vida a un profesor de literatura perturbado, enojado con las injusticias de la vida y sin encontrar un sentido a su existencia. Por el otro lado, Jorge Gurrero, transmite la paz, que le brinda su Dios, que en su momento lo sacó del mal camino y le enseño cual era la senda correcta en este mundo, la misma que el ahora quiere difundir.

El duelo actoral es de alto vuelo y se disfruta mucho, ya que los personajes tienen posturas bien diferenciadas, que exponen con pasión, pero tratando de respetar el pensamiento del otro. Más que nada de parte del dueño de casa, que con mucha paciencia y entendiendo la situación límite que atravesó el profesor, hará todo lo posible, para calmarlo.

La puesta es minimalista, son pocos los elementos en escena, basta una mesa, algunas sillas y un mate para compartir. En la obra el peso específico, lo tienen las palabras y esto queda de manifiesto.







Realmente nos gustó muchísimo la obra, por nuestra actividad, nos toca ver muchas obras por semana y por mes, por eso podemos afirmar que Miserere, no fue una pieza más. Por el contrario, fue una de esas obras, que sentimos nos llegó al corazón y a la mente, ya que nos dejará pensando por un largo tiempo, debido a que la obra sabiamente, no impone un discurso, más bien establece las posturas, genera el debate y luego será cada espectador, quien saque sus propias conclusiones.

No queda nada mucho más para agregar, la obra, presenta una dramaturgia de exquisita elaboración con actuaciones soberbias, un combo ideal para disfrutar una estupenda noche de teatro, con esta joyita escondida que el teatro independiente nos tenía reservada.

Por eso invitamos a los espectadores, a que vean Miserere, ya que además de pasar un gran momento teatral, se quedarán reflexionando en los días siguientes, sobre lo que plantea  la obra y cuando esto ocurre, el teatro ya ha triunfado.


Pensador Teatral.



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