Dramaturgia y Dirección de Eugenio Soto.
Sábados 19 hs en Teatro del Pueblo ( Lavalle 3636 )
Teníamos muchas ganas de ver La Noche Oscura, Tragedia Santiagueña y debido al parate por la pandemia, se alargó la espera, pero luego de ver la obra, podemos afirmar que aquí se aplica a la perfección, la frase " valió la pena la espera " , ya que disfrutamos de una fantástica historia, que presenta elementos de la tragedia clásica y de la gauchesca, muy bien regados con humor y parodia, que serán los hilos conductores del relato.
La dramaturgia nos propondrá un viaje teatral sin escalas, hacia una paraje rural y hunilde de Santiago del Estero, tierra árida y yerma, donde los ritos y las tradiciones se siguen a rajatabla, tanto como las empanadas, las chacareras y las siestas santiagueñas, que son una verdadera institución.
El relato arrancará con el velatorio de Doña Rosa Quiroga, que cumpliendo las leyes ancestrales, debe ir al hoyo, lugar donde van todos los mortales que dejan este mundo. Su propio hijo Santiago, es quien cava la tumba para su madre y como corresponde convoca a los hermanos Carón, enviados de la mismísima Parca, que tendrán la misión de llevarse el alma de la difunta. Solo queda esperar las vísperas para cumplir el ritual del entierro y cumplir con la ley natural.
Pero el trámite no será tan sencillo, ya que Doña Rosa, se niega enfáticamente a ser sepultada. Si así como escuchan, la propia muerta acusa a su hijo de haberla asesinado en confusas circunstancias ( que no vamos a revelar ) y por este motivo no quiere ir a su última morada, sin antes clamar y tramar venganza contra su propio hijo.
Y hasta allí vamos a contar de esta historia, que tiene mucho de suspenso y no queremos revelar demasiado, solo diremos el relaro atrapa desde el arranque al espectador, que seguirá sin perder detalle todo lo que sucederá en aquel paraje perdido de Santiago del Estero, en el que los muertos se despiden comiendo empanadas, tomando vino y cantando chacareras.
El relato es muy rico y tiene de todo como en botica, tragedia clásica, toques shakesperianos, personajes que abrevan en la mitología griega, leyendas del campo, tradiciones gauchescas y hasta un toque de western. Si leyeron bien, hasta pueden aparecer cobwoys en pleno monte santiagueño. Así que a prepararse, y concurrir con la mente abierta, porque esta historia, tiene todos los ingredientes, para que el espectador se haga una panzada de teatro bien nuestro.
Y como si esto fuera poco, gran parte de la obra está escrita en verso, por lo que entonces disfrutaremos de actores que nos hablarán en rima, realzando lo lúdico que tiene esta pieza, que se permite dialogar sobre la muerte, con un tono bufonesco e irreverente.
Es momento de hablar de las excelentes actuaciones que presenta a obra y de los deliciosos personajes que presenta la misma. Corriendo el riesgo de ser injustos, creemos que las mayores ovaciones se las llevan los hermanos Carón ( cualquier coincidencia en el nombre con Caronte, el barquero de la mitología griega que conducía a los muertos al Hades, reclamarle al dramaturgo ), nos referimos a Sarita ( Paula Baigorrí ) y Juan ( Pedro León Alonso ), ambos realizando interpretaciones superlativas.
Paula Baigorri, es una joven y talentosa actriz, a la recordábamos haber elogiado mucho en La Vida Urgente, una obra del off profundo, con un elenco muy numeroso, donde su figura se destacó claramente. Aquí como Sarita, la cieguita, está genial, rompiendo la cuarta pared con los espectadores, desde antes de iniciar la función ( no vamos a ahondar más aquí ) . Con un histrionismo a flor de piel y mucho carisma, logra momentos muy divertidos y genera muchas risas, pese a lo trágico de su personaje. Nos encantó el trabajo de Paula y vamos a seguir atentos sus pasos, porque es una actriz que promete mucho.
Igualmente de buena es la interpretación de Pedro León Alonso, hermano de Sarita y enviado también por La Muerte para cumplir su misión. Con la guitarra a cuestas, entonará chacareras muy festejadas por el público al que alentará también para que las cante, porque como dijimos ya, en La Noche Oscura, los velorios son cantados. Estupenda composición la de Pedro, muy divertido su personaje, que se luce mucho en esta desopilante historia, que incluye también una ronda de chistes santiagueños ( cuando le dijimos que la obra tiene de todo, no exageremos ni un ápice )
Pero no seamos injustos, con Bianca Vilouta Rando, como Doña Rosa Quiroga, la protagonista central de la historia, enojada por tener que abandonar este mundo, hará lo imposible para alargar su estancia en la tierra. El púbico celebra su terquedad y algún insulto muy gracioso que le dedica a los enviados de la muerte. Buenísimo lo de Bianca. En el mismo registro, se encuentra Dario Pianelli, como Santiago, gaucho bruto e impetuoso, bastante falto de amor, que debe soportar la acusación y maldiciones varias, que le lanza su difunta madre. Gran presencia escénica de Darío, que también realiza una muy buena composición. Completa el elenco Lucas Delgado, quien aparece sobre el final de la trama, en un personaje que no vamos a revelar, para no quitar sorpresa, ya que es absolutamente desopilante.
Como muchas veces decimos, puede haber muy buenos guiones, ideas interesantes, pero si luego no aparecen los intérpretes adecuados, para llevarlas adelante, todo puede quedar a mitad de camino. Bueno, eso no sucede en La Noche Oscura, Eugenio Soto quien pergeñó la obra, pudo encontrar un elenco joven y talentoso, que se identificó con la historia y la abrazó con mucho compromiso, logrando darle mucho recorrido a los personajes y redondeando magníficas actuaciones.
La puesta resulta muy atractiva, con varios ítems para destacar, arrancando por el diseño escenográfico de Nicolás Botte, con ese rancho dominando el espacio escénico, el vestuario gauchesco de Silvia Luzuriaga, importante para la caracterización de los personajes y el diseño lumínico de Aquiles Gotelli, dando esa atmósfera lúgubre y a media luz, que el relato pide.
Una ola de creatividad resulta La Noche Oscura, una propuesta arriesgada, que nos gustó mucho y por eso la recomendamos, con una dramaturgia bien autóctona, que mira hacia el interior de nuestro país, teniendo en cuenta, ritos y tradiciones ancestrales, que siguen vigentes, pese a que desde las grandes ciudades, les restamos importancia. Además el texto tiene entre sus numerosas virtudes, poder hablar de un tema tan fuerte con la muerte, con una mirada humorística y numerosos guiños, que le quitan dramatismo.
La obra desde su estreno viene agotando localidades y eso muestra la buena recepción que está teniendo en el público, empezando a operar el boca a boca, que es una herramienta fundamental en el teatro independiente. Por eso no se pierdan esta historia desopilante, que les propondrá viajar a Santiago del Estero, para disfrutar de un relato cautivante y de personajes deliciosos. Y vayan preparados, para comerse una empanadita, tomarse un vinito, mientras suenan las chacareras, porque en Santiago, a los muertos se los despide con alegría.
Pensador Teatral.