Autoría de William Shakespeare. Adaptación, Traducción y Dirección de Mario Moscoso.
Sábados 20 hs en Teatro del Artefacto ( Sarandí 760 )
El teatro clásico nos propone una cita de honor, con esta excelente versión de Ricardo III que nos presenta Mario Moscoso, logrando traer a estos tiempos, una puesta muy atractiva de la obra escrita por Shakespeare en 1591, acerca del último rey de la casa de York y unos de los tiranos más repudiados de la historia, que no dudó en matar a quien se cruzó en su camino (incluidos su hermano y sus sobrinos ) para llegar a ser coronado como Rey de Inglaterra.
Ricardo, el duque de Gloucester, es el protagonista de este drama histórico que tiene muchos condimentos. Jorobado y con problemas para caminar por su pie torcido, pareciera justificar en su deformidad física, un accionar violento y sanguinario, que no encuentra ningún tipo de límites para alcanzar el poder. Un verdadero villano de la historia, con el que tal vez Shakespeare se ensañó algo más de la cuenta, ya que lo retrató como un verdadero monstruo.
Un personaje muy fuerte, que encuentra a un actor de enorme trayectoria como Mario Moscoso, un intérprete formidable para representarlo. Ya desde al arranque de la obra, con un monólogo estremecedor, este verdadero anti-héroe, dejará en claro ante los espectadores, sus maléficas intenciones de llegar al poder, sin importar la manera. El camino hacia la corona, requerirá recurrir a la mentira sistemática, a la manipulación, a la violencia y a todo lo que sea necesario. Toda bajeza está permitida en su mirada para llegar a ser Rey de Inglaterra.
La interpretación de Mario es fantástica, impresiona su presencia escénica, su energía y la maestría con la que se mete en la piel de este villano repudiado. Es admirable, su pericia para manejar los tiempos del relato y para darle recorrido a un personaje que pasa de ser un violento temible a un mentiroso adulador, de una escena a otra. Ya habíamos elogiado en gran forma a Moscoso, hace unos años, cuando en este mismo teatro, compuso nada menos que a Domingo Faustino Sarmiento, en Un Hombre Civilizado y Bárbaro, obra escrita por Raúl Serrano. Aquí nuevamente, vuelve a brillar, en este caso dando vida a un tirano abyecto, con una interpretación magistral, que realmente emociona.
Si bien Mario es quien se lleva las miradas y los mayores elogios, lejos se encuentra de estar solo en escena. Son ocho los actores que lo acompañan y lo hacen realmente muy bien. No podemos dejar de mencionar el esfuerzo que significa montar en tiempos de pandemia, una puesta con tantos artistas en escena, algo que esta obra requiere y se cumple en gran forma.
Hay trabajos muy destacados que no queremos dejar de mencionar. Entre ellos, Ernesto Falcke, como el Duque de Buckingham, primo de Ricardo y uno de sus laderos más influyentes, para su llegada al poder. Muy buena su interpretación, protagonizando una gran escena, dando un encendido discurso en la coronación del nuevo monarca. Destacamos el trabajo de Cristian Ottonello como su hermano Clarence y Hastings, imprimiendo mucha pasión a su personaje. Se luce también Adrián Herrera , como Rivers y Richmond, figura clave en el desenlace del relato.
De lado femenino, nos impresionó, la composición llena de energía de Cora Barengo, como Margarita, la reina desterrada, que logra transmitir su sufrimiento y su dolor, maldiciendo de todas las maneras posibles a los York. Mariángeles Alfonso con Lady Ana y la Duquesa de York, protagoniza momentos de hondo dramatismo, con mucho realismo. Y Carolina Ghio, como la Reina Isabel, completa las actuaciones femeninas, todas ellas muy destacadas.
No seamos injustos con Carlos Gabriel López y Gustavo López, que desde papeles secundarios, aportan lo que que requieren sus personajes. Como dijimos antes, si bien Mario Moscoso, es el gran protagonista de la obra, tiene el acompañamiento fundamental de un elenco que cumpliendo muy buenas interpretaciones, permiten que una pieza compleja y con tantos personajes, lleguen al espectador de muy buena forma.
La puesta es realmente atractiva, aprovechando todas las posibilidades que ofrece este bello teatro, que siempre predispone bien al público. Nos gustó mucho el diseño lumínico en manos del antes mencionado Raúl Serrano, con un ambiente de penumbra y oscuridad acorde con la trama. Otros ítems a destacar, son el particular diseño de vestuario con algún toque moderno de Julieta Iribe y la música de Fernando Giusiano. Todo coordinado por Mario Moscoso, que además es el director de la obra y el máximo responsable de una puesta, que resulta atrayente para los espectadores, algo fundamental en piezas clásicas que pueden muchas veces resultar complejas y algo densas, algo que aquí no ocurre nunca y eso sin dudas, tiene que ver con aciertos de la puesta.
Impacta la actualidad que tiene este texto escrito hace más de quinientos años y que nos habla de la corrupción del poder, la falta de escrúpulos, la traición como herramienta política y deja en primer plano, el cinismo, la mentira y la manipulación a la que recurren los gobernantes de manera habitual para ejercer el poder. El relato resulta crudo y atrapa al espectador, que encuentra muchas coincidencias entre un maquiavélico Ricardo III y figuras reconocidas de nuestra política de las últimas décadas, algo que sin dudas, además de llevarnos a la reflexión, nos provoca mucho dolor.
No queda mucho más para decir, solo nos queda recomendar la obra. Vale mucho la pena acercarse a este teatro alejado del circuito habitual del teatro independiente, pero que siempre nos acerca propuestas de enorme calidad y esta estupenda versión de Ricardo III, es una muestra de ello. Los prolongados aplausos, con que los espectadores, despiden a los protagonistas, al final de la función, además de ser merecidos, son el mejor cierre para la gran noche de teatro independiente que vivimos, con este clásico de Shakespeare, que tiene una vigencia absoluta.
Pensador Teatral.