Dramaturgia de Mariela Finkelstein. Dirección de Adrián Canale.
Jueves 20 30 hs en Timbre 4 ( México 3554 )
Una propuesta original llega de la mano de Mariela Finkelstein, con El Acto de Creer, una obra que atrapa con una temática que sensibiliza mucho ya que nos hablará de la muerte, desde un enfoque muy particular, ya que lo hace con un disparador perturbador. Se imaginan si cuando una persona muere, alguien podría reemplazarla y representar su papel habitual en la vida cotidiana de la familia. Es algo difícil de imaginar, pero la dramaturgia de manera muy hábil logra introducir la posibilidad.
Y cuál sería el mecanismo para ello ?? Alguien vió el nicho de mercado y creó una pequeña empresa familiar , que se encarga de ofrecer un servicio tan macabro, como peculiar, como es sustituir personas muertas, mediante un suplantador. Esa persona sería la encargada de tomar el papel del difunto, para intentar por un tiempo, disimular la pérdida del familiar que contrata este servicio, como una forma de mitigar el enorme dolor que siente.
El argumento suena bastante perturbador y puede sonar demasiado fantasioso, pero falta agregar un elemento al combo. Para que este mecanismo funcione, es absolutamente necesario que el familiar crea en la ilusión que se genera y la compre. La simulación es compartida, las dos partes tienen que actuar, el suplantador para realizar el trabajo, y el familiar aceptando la fantasía para intentar mitigar el dolor que siente.
Los interrogantes aparecen y son muchos. En algún caso esta suplantación puede terminar siendo peligrosa porque la relación ficticia que se mantendrá, en algún caso puede tornarse muy real. Y qué podemos decir desde el lado ético ... Todo es válido para ganar dinero ?? Hasta suplantar a un fallecido ?? Hay alguna empatia con el familiar por su pérdida o lo único que importa es el negocio ?? . Resulta más fácil juzgar al que propone el negocio. Y del lado del familiar, la duda, saber de que seríamos capaces de hacer ante la muerte de un ser querido. Pensamos que la negación y el profundo dolor, juntan sus caminos en este caso.
La trama de manera inteligente, plantea tres situaciones diferentes que mostrarán el trabajo de los suplantadores en distintos casos, además de mostrar la interna de la empresa familiar que ofrece el servicio. Tratando de hacer más liviana la temática, se introducen algunas situaciones divertidas, que permiten las risas nerviosas del público que encuentra de esta forma una manera de descomprimir lo fuerte de la trama. Y hasta allí vamos a contar, para no adelantar más y que el espectador que vaya sorprendiendo como nos pasó a nosotros, con una obra que a medida que la misma se desarrolla, va ganando en dramatismo.
Vayamos ya al elenco reunido, ya que hay trabajos para destacar. Son ochos los actores en escena, algo que valoramos mucho, ya que son épocas donde los unipersonales predominan en el teatro independiente y por ello ver un elenco numeroso es un elemento que en lo personal disfrutamos mucho.
Hablemos en primer lugar de los suplantadores. Quien está a cargo de la empresa familiar y que en nuestra opinión consigue la actuación más destacada de la noche es Tian Brass, como Cesar, un jefe bastante chanta, que se encarga de los acuerdos económicos con la familia y de recaudar el dinero. Con un histrionismo a flor de piel, lleva adelante un personaje divertido y con pocos escrúpulos, que provoca risas y algo de espanto en el espectador en similares proporciones. Excelente composición de Tian.
Mariela Finkelstein, la autora de la obra, también actuará en misma, en el papel como Ana, la esposa de Cesar y la veremos como suplantadora, en un caso que puede complicarse por el realismo y hasta allí contamos. Fabricio Rotella es Miguel, cansado de los manejos y el maltrato de Cesar, no está muy contento con su trabajo y las chispas aparecerán pronto. Muy bueno lo de Fabricio. Melanie Sussi, como Inés es la más joven del elenco y una revelación. Recién llegada a la empresa, le tocará una suplantación muy compleja. Nos gustó mucho su trabajo, dando mucha emotividad a su personaje e inspirando ternura.
Karina Antonelli y Enrique Porcellana, son una pareja que no pueden soportar el dolor por la trágica pérdida de su hija y son los responsables de las interpretaciones más emotiva de la noche. Leonardo Murúa buscará olvidar la desaparición de su esposa y Juan Subiotto, la pérdida de sus padres. Ambos llevan muy bien adelantes sus personajes.
Aunque se hizo algo extenso, creemos que era justo dar una mención a cada uno de los actores, ya que las actuaciones son muy buenas y los papeles no eran sencillos, encontrando todos su espacio para el lucimiento. Mérito aquí de Adrián Canale en la dirección que otorga lugar a ello. La trama resulta muy dinámica, algo que se consigue por el formato del relato, que ofrece historias que se intercalan y van corriendo de manera simultánea. La puesta es minimalista y con muy buenos recursos logra su cometido. Destacamos el original dispositivo escenográfico de Lau Polet, con paneles móviles y el diseño lumínico de Luciana Giacobbe.
En resumen gustó mucho la propuesta de El Acto de Creer, que como dijimos aborda el tema de la muerte desde un ángulo muy particular, trayendo al debate hasta donde podríamos llegar con tal de negar la muerte de un ser querido y al mismo tiempo como en la sociedad, siempre pueden aparecer personas que aprovechando el dolor ajeno, pueden montar un negocio. Si bien todo es ficción, evidentemente el espectador adopta las convenciones teatrales, entrando en el juego que la dramaturgia propone, enganchándose con la dramaturgia.
Desde nuestro sitio, siempre valoramos las propuestas que arriesgan y proponen temáticas que difieren de las habituales. El Acto de Creer logra esto y ofrece una ficción que moviliza y emociona al espectador. Los aplausos prolongados del público que llenó la sala principal de Timbre 4, al final de la función, son la mejor demostración que la obra supo llegar al corazón del espectador.
Pensador Teatral.