Dramaturgia de Cristina Sisca. Dirección de Cristina Miravet.
Sábados 18 hs en Teatro del Pueblo ( Lavalle 3636 )
Magnífico texto de Cristina Sisca llega con Viejos Laureles, entrañable obra que hace justicia con tantos actores y actrices que abrazaron con pasión la profesión, pese a no alcanzar nunca la fama. Desempeñaron papeles secundarios en grandes elencos teatrales, fueron extras de alguna película o figurantes en algún radioteatro. Sus nombres nunca llegaron a las marquesinas de los teatros de la Calle Corrientes, pero le dedicaron su vida y sus sueños a la actuación, guardando como un tesoro los recuerdos de aquellos años de gloria, donde se codearon con las grandes figuras de la época.
La dramaturgia compartirá la historia de Quique ( Hugo Mouján ) y Cecilia ( Mirta Seijo ), una pareja de actores mayores, que comparten sus días en casa, recordando sus mejores años en la profesión allá por las décadas del 50´ y el 60´, repasando los nombres de los grandes actores y actrices de la época, que ellos tuvieron el privilegio de ver bien de cerca. Quique y Cecilia se conocieron en el estreno de una obra de teatro, donde ella actuaba y él cuando la vió supo que ella sería el gran amor de su vida, desde ese día unieron su vida y así continúan hasta la actualidad.
El pasado ronda permanentemente sus días, fueron años de mucha actividad, donde no paraban de estudiar libretos, se añoran las noches de estrenos y giras exitosas. Aunque estuvieran siempre en papeles secundarios, eran años de felicidad. El presente es bien diferente. Quique esperando el llamado de El Sueco, anunciando la reposición de La Muerte de un Viajante, donde el tiene su personaje designados. Cecilia participando en castings para algunos comerciales o cortometrajes, que le permita ganar alguna moneda para pagar la olla. El olvido y la falta de oportunidades es la amarga realidad, con la que deben convivir.
Y para colmo, una tarde llegará desencajado Pascualito ( Víctor Anakarato ) anunciando que falleció el Sueco, el empresario teatral que siempre estuvo presente en sus vidas. Fue el celestino de la pareja entre Quique y Cecilia y el único que hoy podría darles alguna nueva chance en el teatro. Pascualito era su asistente. Despedían a un amigo y cada vez era más los conocidos que dejaban este mundo. Y no vamos a contar más para mantener el suspenso, solo vamos a contar que desde aquella noticia, el tono de la historia cambiará y aparecerán secretos guardados bajo siete llaves e historias de amor que no pueden salir a la luz. Si la obra era interesante hasta allí, a partir de ese momento la intensidad de la historia, crecerá en emociones y atractivos, para el bien de un público que desde el arranque, se siente atrapado por el fluir de la historia.
Y llega el momento de hablar de las deliciosas actuaciones que tiene Viejos Laurales. En lo personal y un poco en tono con la historia que cuenta la obra, nos ponemos muy contentos cuando en los elencos aparecen actores de dilatada trayectoria, que con su valiosa experiencia en el oficio, pueden transmitir todo su saber, conseguido a lo largo de los años. Y esto es lo que ocurre con el trío protagónico, elegido para la ocasión. Un placer poder disfrutar los trabajos de Hugo Mouján, Mirta Seijo y Victor Anakarato. Vamos a dedicarles un palabras a cada uno de ellos, porque realmente lo merecen.
Arranquemos por Hugo Mouján, que destaca por su señorial Quique, con una gran presencia escénica, con un porte y una elegancia para destacar, llevando adelante un personaje que irradia bondad y amor infinito por su profesión. Ejemplo de lucha, de no darse por vencido y despertarse todos los días con una sonrisa y esperanza, para afrontar lo que la vida le depara. Su personaje genera ternura y empatía en el púbico. Nos encantó el trabajo de Hugo.
Seguimos por Mirta Seijo, como Cecilia. Apuntalando a su querido Quique, se nota más consciente de la realidad que viven y su personaje tiene un peso adicional, como es llevar consigo un secreto que la persigue hace años y que parece nunca podrá develar a su marido. Gran trabajo el de Mirta, que además impresiona por un cambio temporal que le pide la historia en la parte final. Exquisita composición de Mirta.
Y el elenco se completa con Victor Anakarato como Pascualito, amigo de la pareja y portador también de muchos secretos. Sufrirá por mucho la partida de El Sueco y las cosas que no se animó a decirle. Un personaje muy sensible el que compone Víctor, que con un papel que con menos minutos en escena, será clave para el desenlace de la historia. Estupendo el trabajo de Víctor. Como mencionamos anteriormente, se conformó un hermoso elenco y los tres están bárbaros.
Es importante para el lucimiento actoral, la dirección de Cristina Miravet que logra darle una atmósfera íntima y muy cálida a toda la trama. Nos gustó mucho el diseño escenográfico de Paula Molina, con ese cálido living que tiene tantos recuerdos en sus paredes. Paula también está cargo del vestuario, ítem destacado, que caracteriza muy bien bien a los personajes y por último mencionar el diseño lumínico de José Binetti. Todos ítems que agregan valor a una puesta íntima y lograda.
Y hasta allí vamos a contar, Viejos Laureles una obra entrañable, que nos invita a reflexionar acerca del inexorable paso del tiempo, con una bella historia que nos habla de amor y de aquellos secretos que no se pueden revelar. Recuerdos de un pasado de gloria y un presente que parece empecinado en sumergirnos en el olvido. Analogía que en este caso se aplica al mundo de los actores, pero que puede hacerse extensivo a todas las actividades, viendo como muchas veces la sociedad decide injustamente que algunas personas por un tema de edad, ya no tengan oportunidades para seguir en actividad.
Nos gustó mucho Viejos Laurales, que es mucho más que un homenaje a aquellos actores y actrices que dedicaron su carrera a la profesión y nunca alcanzaron el debido reconocimiento. La obra es un llamado de atención a nuestra sociedad, para que no dejemos de lado a nuestros adultos mayores, que tienen tanto para enseñarnos y para que además nunca olvidemos que todos más tarde que temprano, vamos a ser viejos. Una dramaturgia entrañable, una dirección sensible y actuaciones exquisitas se unen para que disfrutemos esta hermosa obra que les recomendamos.
Pensador Teatral.