sábado, 22 de junio de 2024

La Gesta Heroíca

Dramaturgia y Dirección de Ricardo Bartis. 





Sábados 21 hs y Domingos 20 hs en Centro Cultural Thames ( Thames 1426 )

Una dramaturgia que atrapa y seduce al espectador es la carta de presentación de La Gesta Heroica, esta tragedia costumbrista escrita por el gran Ricardo Bartis, sin dudas un gran referente dentro del teatro independiente, dueño de un estilo propio, siempre creativo y provocador, referenciando una mirada aguda y crítica sobre la condición humana, algo que podemos apreciar de manera nítida en esta obra que se estrenó en el  2020 en el Cervantes y que ahora vuelve a su hogar natural de calle Thames, que aunque tenga otro nombre, siempre seguirá siendo el Sportivo Teatral.






La Gesta Heroíca toma como punto de partida Rey Lear, la clásica tragedia de William Shakespeare, para acercarnos una historia bien argentina, donde veremos a una familia de clase media venida a menos, que parece vivir del recuerdo y la melancolía de tiempos mejores, que contrastan con un presente cargado de frustraciones y sinsabores. Si bien el presente los convoca, siempre será el pasado el que articulará las relaciones actuales, cargadas por el peso de lo sucedido y que ya no se puede remediar.

En Rey Lear, Shakespeare nos mostraba a un monarca que decide dividir su reino entre sus tres hijas, poniendo a prueba el amor y la lealtad de las mismas, para así poder determinar los términos de la división. En esta fenomenal versión de Bartis, no hay un reino para dividir, si hay un padre viejo y enfermo, que decide convocar a sus hijos para anticipar la cesión de sus bienes, que no parecen tan tentadores. Los mismos se encuentran Santa Teresita y se trata de la vieja casa familiar en la que viven y el terreno aledaño, hogar de un parque de diversiones abandonado, que el padre había bautizado con el grandilocuente nombre de La Gesta Heroica y que tiempo atrás tuvo sus momentos de esplendor.






En aquella vetusta casa familiar conviven el padre y sus dos hijos menores, Lorenzo ( Facundo Cardosi ) y Elena ( Marina Carrasco ). Comparten una vida intrascendente que parece detenida en el tiempo, en aquella ciudad costera que solo parece despertar en temporada. Pero para poder firmar la cesión, deben reunirse  los tres hermanos y por ello deben esperar a Ernesto ( Martín Mir ), el hijo mayor que vive en Buenos Aires y viajará a la Costa, para cumplir el trámite. Ernesto, es el hijo que logró escapar del infierno familiar, consiguiendo un bien trabajo y formando su propia familia, algo que sus hermanos no consiguieron.

Se vive un ambiente de tensión y de asfixia en aquella casa, donde reina el caos y la armonía suena a utopía. La llegada de Ernesto, acentuará aún más ese clima espeso. Hay muchas cuentas pendientes con el padre, pero también entre los hermanos. Es una familia rota hace años y ahora solo vemos los fragmentos de ella. Hay una madre ausente, que vive en Mar del Plata, a la que hace años no ven y que es mala palabra allí. La atmósfera se carga de excesos, violencia verbal, adicciones y relaciones incestuosas. Todo resulta sumamente perturbador y hay olor a tragedia inminente.






La noche llegará pronto y los ánimos se caldean. El trámite de firmar aquellos documentos no debería ser complicado, pero los presentes parecen estar en un estado de guerra permanente. Las heridas del pasado están lejos de cicatrizar y todos se sienten con derecho a gritar a los cuatro vientos sus verdades, sin reparar en el daño que pueden causar en el otro. Peor aún, parece que cuanto más dañina y violentas sean las sentencias que se lanzan, más apropiadas resultan. El odio parece ganarle al amor y la tragedia se huele en el ambiente. Y hasta allí vamos a contar, para que ustedes descubran como terminará aquella reunión familiar, que no tiene  los mejores presagios.

El texto de Bartis como mencionamos antes, tiene una estupenda elaboración, divertido por momentos, ácido siempre y profundamente oscuro en todo momento. Pero si hay un factor que eleva en gran medida esta historia repleta de virtudes, son las actuaciones, ya que el texto construye personajes fuertes y con rasgos bien marcados, que enriquecen y mucho una dramaturgia que como señalamos al inicio, atrapa al espectador desde el inicio.






Y vamos a arrancar nada menos que con Ricardo Bartis, que vuelve a calzarse el traje de actor, luego de treinta años de verlo desde afuera,  mostrando que la calidad actoral no se pierde. Que privilegio poder ver a Ricardo, a cargo de este personaje, que le sienta a la perfección. Compone a un viejo malhumorado y cansado, que lucha contra su incontinencia urinaria y su mal genio, que parecen potenciar su lengua filosa, que no tiene filtros y aprovecha la impunidad de saber que está gastando sus últimos cartuchos y por ello tiene carta libre para decir y hacer lo que se le plazca. Una satisfacción ver a Ricardo en escena, en su teatro querido que tiene muchos puntos de contacto con el parque de diversiones abandonado de la historia y pudiendo brillar con luz propia, con este gran personaje que le permite regalarnos una gran interpretación.

La dirección actoral de Bartis, se nota en los personajes de sus hijos, repletos de detalles y sutilezas. De entrada ya digamos que la rompen los tres. Nos encantó la composición de Marina, como Elena, es mujer intensa y desbordada, que decide canalizar sus impulsos mediante la actuación y goza representando fragmentos de Venus y Adonis, tanto como sentirse deseada por los hombres de aquella casa. Enorme trabajo de Elena, a quien ya habíamos elogiado mucho por su jugada interpretación en Aguardiente, entrañable obra del off que vimos en Timbre 4.

Facundo Cardosi es Lorenzo, el ladero del padre, quien lo acompaña en la diaria y sufre las esquirlas de aquella tarea que sin dudas le quita años de vida. También al borde de la locura, luchando contra las adicciones y la existencia intrascendente que lleva. Su amor se divide entre la mujer que atiende la casa de empanadas y su hermana Elena. Buenísimo lo de Facundo, en un ´personaje que genera mucha empatía.






Y para el final, nos queda destacar el gran trabajo de Martín Mir, que compone con maestría a un Ernesto que es sapo de otro pozo allí, con su traje y su celular último modelo. Viajó hasta Santa Teresita para aquella reunión familiar, pero no puede desconectarse de sus obligaciones familiares y laborales. Personaje clave de la historia, nexo entre el pasado y este presente gris, tendrá duelos verbales muy violentos con su padre, en los que ambos dejarán en claro, cuanto se odian. Sobresaliente interpretación de Martín, donde lo gestual y lo postural dicen mucho.

Punto realmente fuerte el de las actuaciones, que se disfrutan enormemente y como dijimos le agregan mucho valor a la obra. La puesta de Bartis no defrauda para nada, por el contrario suma mucho. Gran elogio para el magnífico diseño escenográfico de Paola Delgado, que nos presenta un hogar cargado de detalles, como es autito chocador en la pared, diseño para mirar mucho tiempo y de los más destacados que vimos este año. Paola también tiene a cargo el rubro del vestuario, otro ítem destacado, que contribuye a las muy buenas caracterizaciones de los personajes. Y por último mencionar el diseño de luces de Pastorino, que se luce en esa penumbra y oscuridad que pide el texto en su mayor parte.





Y hasta acá cotamos, la obra de Bartis tiene muchas capas que la trama irá develando para que el espectador vaya descubriendo de a poco. Por ejemplo hay un recuerdo recurrente del protagonista que nos remontará a los años setenta y nos traerá imágenes de los vuelos de la muerte de la última dictadura. El Rey Lear de Shakespeare resuena en el televisor que mira el viejo y también en aquella casa de Santa Teresita, donde reina la oscuridad y la melancolía.

Queremos remendar La Gesta Heroica, teatro con mayúsculas que Bartis nos presenta, para que ´podamos conectar una tragedia shakespereana con una familia de clase media con vínculos rotos y desmembrados por el paso del tiempo. La obra es una invitación para que reflexionemos sobre la vejez, la muerte, los sueños truncos y sobre la miserabilidad de la condición humana, resultando un lujo poder hacerlo con un texto profundo, una puesta muy rica y actuaciones soberbias, todos factores que se unen para que podamos asistir a una de las mejores obras que el teatro independiente tiene en cartel actualmente, La sala desbordada de espectadores y ese prolongado aplauso del final no dejan dudas, que el teatro tuvo una función heroica en el mítico Sportivo Teatral.


Pensador Teatral.



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