Sábados 20 hs en El Crisol Teatro ( Malabia 611 )
Siempre seduce la idea de ver las obras de Luiggi Pirandello, prolífico dramaturgo y novelista italiano, nacido en Scilia. Es uno de los autores teatrales italianos más importantes de todos los tiempos. Fue ganador del Premio Nobel de Literatura en 1934.
Pirandello en sus obras, siempre indagó en las profundidades de la mente humana, motivado seguramente en la demencia de su esposa e influido por Frued, sostuvo que somos uno y muchos, encerrados un una ilusoria identidad y que debemos quitarnos las máscaras que llevamos, para librarnos de la hipocresía social y poder ver en un espejo quienes realmente somos.
La Morsa, es una de sus obras cortas más reconocidas, fue escrita en 1898 y estrenada en el Teatro Metastasio de Roma en 1910, llegando ahora al nuevo El Crisol, en esta puesta adaptada, por el joven director Gustavo Oliver.
La historia nos presenta, una triángulo amoroso muy peligroso, en el que Julia ( Marcela Fraiman ) sostiene hace tiempo una relación extramatrimonial con Antonio Serra ( Nestor Navarria ), conocido de la familia y de su esposo Andrés ( Martín Ortiz ), ya que es su abogado.
Una noche Antonio, llega preocupado a la casa de Julia, para hablar con ella, ya que durante un viaje que compartió con su marido, percibió que este se comportaba de manera extraña, como sospechando de la relación prohibida y del engaño que estaba sufriendo.
Al amante se lo nota con miedo, desesperado de solo pensar que su amigo pudo haberse dado cuenta de la traición. Julia lo escucha preocupado, pero no dar crédito a las sospechas, ya que su situación no tendría retorno, tiene hijos en común con un esposo extremadamente violento, que podría hacer cualquier cosa, si se supiera engañado.
Hay reproches entre los amantes, justificaciones de ambos lados, una relación que nació porque Julia, se sintió abandonada por su esposo, que dedicado al trabajo, la trató con indiferencia por mucho tiempo, tanto, que se animó a vivir una aventura extramatrimonial, seguramente sin medir las consecuencias.
El miedo invade la mente de ambos, pero ya es tarde para hipótesis, porque Antonio estará pronto de regreso en casa y ahí su esposa, se enterará si los temores de su amante, son fundados no. Hasta allí contaremos, dejaremos que el espectador cuando vea la obra, descubra lo que sucederá cuando los esposos se enfrenten.
La obra nos ofrece muy buenas actuaciones, que se disfrutan doblemente por la cercanía que tiene la platea con los espectadores, lo que permite seguir en detalle cada movimiento y cada gesto de los protagonistas.
La actuación más destacada a nuestro entender es la de Marcela Fraiman, ella es Julia, el vértice del triángulo, quien navega en aguas de insatisfacción por su matrimonio y de culpa por su desliz amoroso. Una magnífica composición de Marcela, plena de sensibilidad y expresividad.
Nestor Navarria, es Antonio, el amante asustado del rodete, se lo nota algo arrepentido por la relación prohibida que mantiene con Julia, a la que quiere culpabilizar de sus encuentros. Destacamos su efusividad y la mueca de miedo y aflicción que le adosa a su personaje.
Completa el triángulo, Martín Ortíz, como Antonio, el marido engañado. Un actor de experiencia que encaja perfectamente en el rol de esposo celoso y violento. Destaca la presencia escénica y el oficio de Martín.
Completa el elenco Camila Groso, en un personaje menor, como el ama de llaves, que seguramente conoce los secretos de la casa, aunque los calla.
Hay una muy buena elección del director respecto del elenco, que lleva adelante la historia con mucho realismo. La puesta es íntima, las acciones se desarrollan en un pequeño living, por lo que el espectador se siente dentro de la historia. Destacamos el elegante vestuario de época de Jorgelina Herrero Pons y el diseño sonoro de Gabriel Dándrea, que ambienta en muy buena forma el relato, con los ruidos que llegan de la calle..
En conclusión, una interesante obra de Pirandello, que nos hablará del engaño como parte cotidiana de la vida de algunas personas y como sin darse cuenta, sostener esa mentira, si bien es posible por un tiempo, a la larga siempre la verdad saldrá a la luz y cuando esto suceda, será tarde para arrepentimientos o para lamentos.
La Morsa, ofrece una noche de buen teatro, con actuaciones muy destacadas y un texto que nos hará reflexionar, acerca de la mentira y de las mascaras que mucha gente usa a diario, para sostener una vida que no es real.
Pensador Teatral.
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