domingo, 11 de abril de 2021

Nada del Amor me Produce Envidia.

Dramaturgia de Santiago Loza y Dirección de Diego Lerman.






Domingos 18 hs en Teatro Picadero ( Pasaje Santos Discépolo 1857 )

La cita era inmejorable, tarde nublada de Domingo y nos esperaba Nada del Amor me Produce Envidia, que este año cumple doce temporadas en cartel, un logro tan significativo, como impensado para este trío creativo, conformado por autor, director y actriz,  allá en el 2008 cuando la obra se estrenaba en el Sportivo Teatral. Transcurrida más de una década, la obra se ha convertido en fenómeno del off y sigue recibiendo los elogios de los espectadores, que siguen yendo al teatro, pese a la pandemia, para conocer, la historia de una humilde costurera de barrio.







Para que una obra, celebre su 12va temporada, sin dudas deben confluir una serie de factores, arrancando por un texto bello y profundo, que nos remonta a la década del 40, trayendo a escena a dos mujeres icónicas de la época como fueron Libertad Lamarque y Evita, una dirección precisa y sutil de Diego Lerman y principalmente una interpretación soberbia, como la que nos regalará María Merlino, la protagonista de este unipersonal, que podríamos catalogar como un melodrama musical.

María dará vida a una costurera de barrio, acostumbrada a ser testigo de la felicidad de sus clientas, pero no la propia. Le encargan vestidos para sus bodas, de madrinas o para bautismos. Ella deja en claro, que no ha vivido el amor en primera persona y no reniega esa realidad, manifiesta que no tiene envidia por el amor de los otros, su búsqueda es otra, su trabajo la completa y parece mostrarse orgullosa de su soledad.





Ella está en los detalles, en lo que sus colegas no reparan y estar en los detalles, es algo que la distingue como la costurera más requerida del barrio. El texto de manera inteligente, nos muestra que diferente era el papel de la mujer en la sociedad, en el siglo pasado, donde sus derechos eran limitados, al igual que las aspiraciones. Por eso la costurera, se convence a si misma, lo difícil que sería ser por ejemplo, una mejer famosa, como por ejemplo Libertad Lamarque, aquella artista a la que tanto admira.

No vamos a contar mucho más del texto, para mantener la sorpresa del espectador, solo diremos que la fama de la costurera trascenderá las fronteras del barrio y una tarde llegarán a su taller, unas telas de seda, que nunca en su vida había soñado siquiera tocar. La dueña de las mismas, era nada menos que Libertad Lamarque,  que fue en persona, para encargarle un vestido. La alegría de la costurera, era infinita, nunca pensó que la vida le podía dar semejante satisfacción, tener la enorme responsabilidad vestir a la novia de América. Pero la alegría, muchas veces es pasajera y esto se confirmará, cuando unos días después ingresará por la misma puerta, nada menos que Evita, quien luego de recorrer con su mirada el lugar, fatalmente posará su mirada en aquel vestido rojo, que ella tenía ya casi listo para entregarle Libertad y cumplimos con lo mencionado antes, no contando más. Cuando el espectador vea la obra, descubrirá como resolverá semejante dilema y quien se queda finalmente con el vestido, solo  diremos que la decisión, no será para nada fácil.






Es hora de hablar ya de la extraordinaria interpretación de María Merlino, ya que entendemos que si la obra lleva semejante permanencia en cartel y ha tenido tantos reconocimientos, en gran parte se debe al enrome trabajo de la protagonista de este unipersonal.

María, con un logradísimo tono tanguero de época, logra darle una cadencia al relato, que lo hace sumamente atractivo, para los espectadores que la siguen con una atención hipnótica. Su retórica es algo pacata y a lo largo de su parlamente, aparecerán palabras y expresiones ya en desuso, que arrancarán más de una sonrisa en la platea. A lo largo de la trama, entonará canciones de los años 40´, para deleitar al público con su hermosa voz, dejando claro que además de una gran actriz, es una excelente cantante. La actuación de Merlino, irá creciendo en intensidad y por momentos se convertirá en una verdadera clase de teatro, con un estilo bien propio, componiendo de manera admirable a su personaje.






No vamos a contar más, Nada del Amor me Produce Envidia, es una de esas obras de visión obligatoria, para aquellos espectadores que aún no lo vieron, pero también para aquellos, que la vieron hace unos años y tienen una excelente oportunidad para volver a verla, en un teatro como El Picadero, que además de ser hermoso, cuida todos los protocolos.

Disfrutamos de una excelente tarde de teatro, de la mano de un texto muy atractivo, una puesta dinámica y principalmente de una actuación superlativa de María Merlino, que a lo largo de todo el relato, no dará puntada sin hilo, para terminar cosiendo esta verdadera joyita el teatro pendiente.



Pensador Teatral.



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