Dramaturgia y Dirección: Jorge Costa.
Viernes y Sábados 20 hs en Caras y Caretas ( Sarmiento 2037 )
Nada menos que una década en cartel, es la carta de presentación de Tamorto, Romance de Arlequín y la Muerte, este espectáculo rioplatense que conjuga momentos musicales de géneros diversos, como cumbia, boleros. flamenco, por nombrar solo algunos, con la murga y el clown, desplegando hábilmente un humor irreverente y desopilante, que además incorpora notas de actualidad política y pasa facturas a los políticos que nos gobernaron en los últimos años y nos llevaron a la situación actual.
La obra tiene una dinámica vertiginosa, hay una corriente energética de humor y delirio que arranca de manera tímida y no para de crecer, a lo largo que el show avanza. De entrada, los actores aclaran que la comedia de arte, género del espectáculo, se alimenta de la la participación del público y por ello la cuarta pared se derrumbará desde el comienzo, ya que en muchas oportunidades se pedirá la aprobación / opinión del público, para con las acciones que se irán desarrollando, generándose un ida y vuelta muy particular, que asegura que ninguna función será igual a la otra.
Contamos que Tamorto, se centra en la historia del Arlequín, personaje parlanchín y lenguaraz, que se encuentra en sus últimas horas. Llamaron a una Doctora que lo revisó y no le dió esperanzas. El triste final parece ya marcado. Pero el Arlequín, fiel a su esencia, decide que si tiene que esperar a la muerte, lo hará con alegría y disfrutando sus últimas horas a full, con su amigo Pierrot y con Colombina, la esposa de su mejor amigo, probando las mieles del poliamor.
El espectáculo es desopilante por donde se lo mire y no tiene miedo de jugar al fleje, con una buena dosis de humor negro y algunos gags subidos de tono. Si bien las máscaras y el clown, pudieran dar a pensar que es un espectáculo es para chicos, aclaramos que no lo es, aunque en las funciones siempre se ven algunos niños con sus padres, que se ríen de las ocurrencias del arlequín y sus compañeros, pero por las dudas hacemos la aclaración. La trama si bien tiene un camino marcado, deja espacios para la improvisación, algo que los actores y el público disfrutan mucho.
Se genera mucha complicidad entre los personajes y el público. Hay momentos donde los actores se despojan de los personajes y se ríen de su profesión. Otros donde hacen catarsis con los espectadores por la actualidad , riendo y llorando por los políticos a los que votamos en los últimos años. La historia del Arlequín y la llegada de la Muerta, es la columna vertebral de la obra que lleva una década en cartel, pero fue mutando y creciendo a lo largo de los años, algo que se nota por la actualidad rabiosa que tienen algunos diálogos.
La dinámica del espectáculo, requiere un elenco muy talentoso y esto es algo que ocurre claramente en Tamorto. Arranquemos con Jorge Costa, como un Arlequín eléctrico e incontrolable. Con un histrionismo a flor de piel, el arlequín hará de las suyas a lo largo de toda la obra. Será quien más veces rompa la cuarta pared, el que más improvisa y quien llevará el rimo de la velada, jugando con el público y sus compañeros de elenco. Irreverente y por momentos impune, el arlequín parece un adolescente malcriado, que no tiene filtros para decir la verdad. Fenomenal trabajo de Jorge, con un estado físico admirable, ya que se revuelva del por el piso, vuela por los aires, etc. Además es el director de la obra y quien se lleva las mayores ovaciones de la platea.
En lo personal, nos encantó el trabajo de Julia Muzio, en sus personajes de la Doctora y de la Muerte. Con mucho carisma, se muestra provocadora y juega a la perfección con lo políticamente incorrecto y le sale muy bien, logrando la reacción del público que festeja sus ocurrencias. Soberbia interpretación de Julia, mostrando su talento y su carisma.
Pero las buenas actuaciones no paran, Emiliano Larea es Pierrot, el mejor amigo del Arlequín, que enojado por sufrir el engaño, buscará la manera de tomar venganza y la encontrará. Emiliano se destaca mucho en lo actoral y hace un enorme trabajo como clown, a lo largo de la trama. Completa el póker virtuoso, Romina Mónaco como Colombina, la esposa de Pierrot y deseada por su amigo. Romina aporta picaresca y sensualidad a la obra, siendo otro personaje muy divertido, que destaca mucho por su gestualidad y frescura, generando también momentos muy festejados por el público. La trama de manera generosa les permite a cada uno de los personajes, tener espacio para su lucimiento individual, que se potencia en el conjunto.
Realmente nos encontramos con actuaciones muy destacadas, se nota que hay mucha química entre los integrantes del elenco y esto se nota en la frescura y flexibilidad que tiene la trama, que no es rígida y se nutre de cambios. Sin dudas, a lo largo de los años, el equipo se consolidó y ahora se conocen casi de memoria. Se divierten en escena y esto además de sumar a la obra, se transmite al público. Pero para cerrar el elenco, no debemos dejar de mencionar a Fernando Pérez Hernández, músico en vivo, que con su máscara correspondiente, está todo el tiempo en escena y con instrumentos varios, será fundamental, para el acompañamiento sonoro de la historia, siendo otro integrante del equipo que muestra su talento.
La puesta es opulenta, con mucho colorido y un derroche de energía muy alto, con un componente de teatro físico importante y un despliegue escénico que no se detiene nunca. Rubros a destacar la música y banda sonora que acompañan las acciones. El vestuario de El Corte Mágico y las máscaras de Alfredo Iriarte aportan mucho en la caracterización de los personajes. Y por último destacar el diseño de luces de Jorge Costa, que además de uno de los impulsores del proyecto, desde la dirección, es el responsable de una puesta tan rica.
En definitiva, nos reímos mucho con Tamorto, una celebración particular y rioplatense de la muerte, donde disfrutar de la vida es una máxima a cumplir. Estamos en presencia de un espectáculo multifacético, que conjuga lo musical, el clown y la crítica política que con algunas oscilaciones, resulta bastante imparcial, algo que no es sencillo, ya que es importante que no cae en lo panfletario, para alegría de un público que compra la propuesta y participa festivamente de la misma, ya que se siente identificado con los personajes y las situaciones que viven.
Solo queda recomendar la obra, para empaparse de un género tan poco representado como la comedia del arte y conocer a un Arlequín explosivo, que tiene muchas verdades para gritar antes que la Parca llegue para llevárselo, aunque ya les adelantamos, que no le será sencilla la tarea. Celebramos haber descubierto Tamorto y le auguramos muchos años más de vida a una propuesta que se sostiene por el talento y la pasión de sus protagonistas, que nos muestran que la risa, siempre es el mejor antídoto para afrontar la dura realidad que nos toca.
Pensador Teatral.
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