Dramaturgia y Dirección de Helena Tritek.
Domingos 18 hs en El Portón de Sánchez ( Sánchez de Bustamante 1034 )
La fina dramaturgia de Helena Tritek, nos invita a viajar hacia la Argentina de 1920, tiempos en que el país era el granero del mundo y avanzaba a paso firme para convertirse en una potencia mundial. Y en ese marco el texto, en tono de comedia, pondrá la lupa en una familia aristocrática y terrateniente de aquellos años, con linaje y con una riqueza tan grande, que de manera coloquial, podemos decir que tienen la vaca atada, teniendo asegurado no solo su futuro, sino el de varias generaciones venideras.
Y la autora de manera muy inteligente decide jugar con la parodia y dejar al descubierto las enormes diferencias de clase que existían de manera muy marcada en aquellos años, dejando esto en evidencia al mostrar el comportamiento del personal doméstico que tenían aquellas familias que formaban parte de la oligarquía de nuestro país. Poder trabajar al servicio de alguna de esas familias, se sentía como un verdadero privilegio. Por ello, debían mostrar una obediencia absoluta con los patrones. La discreción era una condición obligada, al igual que el respeto por el estricto cumplimiento de los protocolos.
En el arranque de la obra, precisamente veremos eso, como los mayordomos y las mucamas se desvivirán para cumplir las tareas que tienen asignadas, sin cuestionar nada. Por el contrario, se muestran orgullosos de ser los elegidos por los patrones y es por esto que actuarán casi con devoción, queriendo mostrar agradecimiento en cada uno de sus actos. La dramaturgia adrede exagera algunos comportamientos, pero deja claro, que en aquellos tiempos las relaciones entre patrones y empleados, eran muy diferentes a las actuales y tenían un respeto casi reverencial.
Para acentuar este comportamiento cuasi reverencial del personal doméstico, la trama señala que en aquellos años, las familias aristocráticas argentinas viajaban a Europa donde pasaban varios meses. Y en la obra que nos convoca la familia Anchorena Alvear viajará a París en el lujoso trasatlántico, el Comte de Biancamano. Pero no irán solos, llevarán con ellos al mayordomo, a una mucama y a un peón que irá en la bodega con una vaca y algunas gallinas, para asegurarse de tener leche fresca y huevos durante el viaje.
La primer parte de la obra, mostrarán los frenéticos preparativos del personal doméstico, que deberán llenar varios baúles con la ropa y preparar las joyas que los patrones necesitarán para la travesía. Trabajarán sin parar y tendrán un gran incentivo para hacerlo, ser elegidos por la familia para formar parte del viaje. Sin dudas un sueño que alguien de condición humilde con ellos pudiera conocer Paris. No hay dudas que el destino los tocó con la varita mágica y les dió la dicha de conseguir trabajo con una de las familias mas importantes del país, un verdadero privilegio.
Y la segunda parte de la pieza, se dará en el interior del barco, allí el personal de servicio asistirá a los patrones y a su hija que deberán alistarse para las diferentes galas. Se darán situaciones hilarantes y por demás divertidas y también seremos testigos de los proyectos de aquella familia adinerada, que representa a la oligarquía argentina y al campo, buscando abrir mercados en el mundo para exportar los alimentos de un país, que en esos tiempos se decía era el granero del mundo. Los discursos faraónicos y grandilocuentes que oíremos nos resultarán fatalmente familiares. Y por último contarles, que en aquel barco viajará un cantante argentino famoso. Se imaginan quien ??? Si, el gran Carlos Gardel. Y hasta allí vamos a contarles, para saber que sucedió en aquel barco deberán ver la obra.
Momento de hablar de las actuaciones que presenta la obra, un punto muy alto de La Vaca Atada. Y en un elenco muy parejo por los buenos trabajos, vamos a destacar en primer lugar la composición de Milagros Almeida como Josefa, una mucama abnegada y orgullosa de su trabajo. En la primera parte de la obra, le marcará las puntos a una compañera nueva, que no es muy apegada a las reglas y en la segunda parte, se emocionará por su primer viaje a París y se esforzará el doble para asistir eficientemente a sus patrones, con momentos desopilantes que no queremos adelantar. Milagros es una actriz super talentosa, a la que elogiamos muchas veces en este sitio. Con la presencia escénica y el carisma que la caracteriza, muestra aquí su veta cómica y además disfrutamos de su hermosa voz, ya que cantará algunas estrofas de un tango del Zorzal Criollo. Siempre un placer ver a Milagros en escena.
Continuamos con Miguel Ale Granado como Hilario, el mayordomo de la familia. Es el más antiguo del personal de servicio y en encargado de que ninguno de los empleados rompa las normas de la casa. Con una elegancia inmaculada y un respeto absoluto por la etiqueta, es el preferido de la patrona y será la segunda vez que viaja a Paris acompañando a la familia. Muy bueno lo de Miguel. Y sigamos con Julieta Raponi, como la niña María Luisa Anchorena. Educada con los mejores profesores, ya habla varios idiomas. Pese a su posición social, le encanta ir a jugar con las empleadas de la casa y pedir que la dejan hacer alguna tarea hogareña. Deliciosa la actuación de Julieta, que le aporta frescura a la trama, con la inocencia que tienen los chicos de la edad de su personaje.
Y para el final dejamos a los aristócratas de la obra, nos referimos a Fito Yanelli y Silvina Quintanilla, o si lo prefieren nos referimos a Salvador Anchorena Paz y María de las Mercedes Alvear Roca. Vaya apellidos introduce la autora a la obra, los Alvear, los Roca, los Paz y los Anchorena, todos apellidos destacados en la historia argentina, que dieron lugar a descendientes con tierras y muy buena posición económica. Destacar de Fito, la presencia escénica y ese aire señorial que encaja perfectamente con el personaje que debe representar, que no será el único que tendrá en la obra. Y Silvina destaca de igual modo, con glamour y buscando honrar los apellidos que porta y este tampoco será su único personaje. Muy buena la dupla que forman ambos en ese final, siendo una muy buena muestra de como muchas veces se manejan las personas de la alta sociedad.
La puesta es despojada desde lo escenográfico y bella desde lo estético, privilegiando los trabajos actorales y algunos objetos que aparecerán en la trama. La belleza de la que hablamos, con algún tinte cinéfilo, puede apreciarse por ejemplo en esa larga primera escena, donde los mayordomos planchan sus camisas y preparan de manera meticulosa su vestuario con una acertada música de fondo. Precisamente el vestuario que presenta la obra es un ítem a destacar, ya que contribuye mucho a las caracterizaciones de los personajes.
Nos gustó mucho La Vaca Atada, una propuesta que desde el humor y la parodia, además de entretenernos, nos invitará a reflexionar sobre las diferencias de clases y las diferentes jerarquías que se establecen en las sociedades, donde quien está abajo en esa escala, sabe que tiene que obedecer y servir al patrón sin condiciones. El contexto que plantea la obra, pertenece a la década del 20 y si bien ahora se pueden observar diferencias y hubo muchos conquistas laborales, hay algunos comportamientos de sumisión que se mantienen. Y también queda claro, que aquel que tiene el poder y el dinero, se siente dueño de la verdad y con más derechos que el resto, usufructuando pertenecer a una casta, palabrita que está muy de moda en estos tiempos.
Y más allá de todo el tema de las diferencias sociales, la obra plantea con potencia las contradicciones de Argentina como país. Donde hace un siglo, éramos una tierra de oportunidades que recibe corrientes migratorias y hacia méritos para constituirse en una potencia mundial, algo que contrasta dramáticamente con este presente, donde somos un país del tercer mundo, en permanente crisis y con niveles de pobreza récord. Las posibilidades siguen estando, pero por motivos misteriosos o no tanto, el país nunca pudo despegar o si lo hizo alguna vez, poco duró ese vuelo antes de caer en picada. Por todo lo dicho recomendamos mucho La Vaca Atada, una original comedia, que además de entretener, nos invita a reflexionar sobre aquellos sueños de grandeza del pasado, que quedaron tan lejos de este presente que deja mucho que desear, pero que mantiene la esperanza.
Pensador Teatral.
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