Dramaturgia y Dirección de Martín Marcou.
Sábados 21 hs en Espacio Tole Tole ( Pasteur 683 )
Una propuesta que entre otras virtudes, tiene en su registro, un logro que contadas obras del circuito independiente pueden mostrar, nos referimos a sus años en cartel, ya que este año, la obra está transitando su décima temporada, que según su creador sería la despedida. Nosotros dudamos que sea definitiva, ya que luego de haber visto la obra, queda claro lo valioso de la propuesta y el secreto de su permanencia.
Pero dejando atrás este tema, se estarán preguntando de que trata la pieza, vayamos a ello. Hijo de Campo es una original mirada del mundo campestre, pero no el de la vasta Pampa húmeda, que es el que toma la mayoría de las referencias, sino del campo patagónico, allí donde los suelos áridos, se combinan con la nieve y el clima desfavorable, que dificulta cualquier actividad al aire libre. Vale mencionar que Martín Marcou, el autor, director y protagonista de la obra, nació en Comandante Luis Piedrabuena, una localidad de la Provincia de Santa Cruz y en este texto brindará una excelente pintura del paisaje patagónico, que tan bien conoce.
La historia se nutre de muchas experiencias de la vida da del autor y además tiene muchos aspectos autorreferenciales, relatando en primera persona la rutina de trabajo de un gaucho patagónico, jornadas largas que se parecen todas las unas a las otras. El cuidado de los animales, las labores que deben cumplirse apenas asoma el sol y las particularidades que tienen las labores en aquellas tierras hostiles. A lo largo del relato, el protagonista en varias oportunidades hará referencia a la fuerte figura de su padre, que tomará varias decisiones correctivas, que se toman como verdades absolutas, por la autoridad de quien las dicta.
El relato a cargo de Martín Marcou, será descriptivo y por momentos didácticos para el público, siendo acompañado el mismo, por la música en vivo de Carolina Curci, resultando muy efectiva la combinación. Pero cuando la dirección de la historia parecía marcada y el proceso de esquila de las ovejas, era el centro de atención, surgirá una confesión del protagonista que cambiará totalmente el curso del relato, que dará un giro de 180 grados y cambiará su registro emocional y corporal de manera drástica. No vamos a contar lo que sucede, para que se sorprendan como nosotros, solo diremos que aparecerá en escena, una muestra de intolerancia y violencia, que hasta ese momento se mantenía bajo las sombras.
Tiempo de hablar de la fenomenal composición de Martín Marcou, que maneja en gran forma los tiempos de un relato que lo atraviesa. Es notable la manera en que gestiona el tránsito emocional que tiene el personaje que encarna, pasando de manera repentina de una crónica de tono descriptivo, a una narración íntima que sorprende al espectador por su crudeza y profundidad, con una sensibilidad a flor de piel. Enorme trabajo de Martín.
Pero nuestro protagonista no está solo en escena, como mencionamos antes lo acompaña Carolina Curci, una gaucha mujer, que contrasta con la imagen habitual que se tiene de la mujer en el campo. Carolina será la banda sonora de la obra y el acompañamiento musical perfecto para intercalar con la oralidad del protagonista. Destacamos la hermosa voz de Carolina, que nos deleitará con varias canciones, que los espectadores disfrutan mucho.
La puesta es un punto muy alto de la obra. El diseño escenográfico es minimalista, pero realmente logrado, con los elementos necesarios para sentirnos en el campo, junto con los protagonistas, generando una atmósfera íntima que favorece el relato. Otro aspecto a destacar especialmente es el estupendo diseño de vestuario, que caracteriza en gran forma a los personajes, dando el tono gauchesco que la historia pide. Por último mención a Gonzalo Tomás Pérez, a cargo del diseño lumínico, generando los diferentes climas de la historia.
Y hasta acá vamos a contar, nos atrapó desde el arranque Hijo del Campo, una estupenda pintura de la vida en los campos patagónicos, describiendo algunas de sus rutinas y aspectos de la cultura gaucha, mostrando la rudeza de las labores campestres y como los mandatos del patriarcado son ley suprema. Es por eso que el relato de Martin, toma un especial interés y con gran valentía se atreve a cuestionarlos, estableciendo una idea de diversidad, que por lo general no entra en ninguno de los relatos tradicionales del género que hayamos leído.
Por todo lo mencionado, los invitamos a que sean parte de este espectáculo que se sostuvo durante una década y transita sus últimas funciones, de la mano de un relato original y valiente, que nos habla de habitualidades del campo desconocidas para el público de las grandes ciudades y también de tensiones existentes, que habitualmente se mantienen ocultas, como si no existieran. Se van a encontrar con un guión muy interesante, una puesta muy lograda y excelentes composiciones de una dupla protagónica que logra movilizar a los espectadores, que no quedan indiferentes ante la potencia del texto.
Pensador Teatral.
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