Dramaturgia y Dirección de Daniel Dalmaroni.
Daniel Dalmaroni, es un destacado dramaturgo y guionista platense, que ha escrito textos teatrales , por lo que recibió numerosos reconocimientos, no solo en nuestro país, sino también en el exterior, a lo largo de su prolífica carrera.
En esta ocasión, al escribir este texto que nos ocupa, Dalmarini, inmediatamente pensó que el personaje central de la historia, podía representarlo nada menos que Arturo Bonín, un actor de enorme trayectoria, al que conoce hace años, pero nunca habían trabajado juntos. El guión sedujo a Bonín, que aceptó de inmediato el desafío de representar a un sacerdote, que a esta cargo de una humilde parroquia en el norte argentino.
La historia arrancará con la llegada de un joven empresario ( Nelson Rueda ), que viajó desde la Capital, para ofrecer un donación importante a la iglesia que conduce un veterano párroco ( Arturo Bonín ). El joven establece como condición para hacer entrega del dinero, poder dialogar un poco con el sacerdote y hacerle algunas preguntas, con la excusa de querer conocer como piensa, ese hombre al que tanto respetan los feligreses de la parroquia.
La propuesta descoloca al cura, que en primer lugar desconfía acerca de las verdaderas intenciones de este misterioso joven y también tiene dudas, sobre el orígen de aquellos fondos. Además no le hace mucha gracia tener que rendir examen y responder preguntas a un desconocido. Pareciera que los roles de invierten, acostumbrado a escuchar las confesiones de sus fieles, ahora quieren escucharlo a él.
Pese a su recelo y desconfianza, el sacerdote acepta la propuesta, ya que el dinero sería muy útil para hacer obras en una parroquia con tantas necesidades y además el muchacho, tiene mucha habilidad, para tratar de convencer al cura, indicando que si en algún momento se siente cansado, es libre de poner fin de inmediato a aquel encuentro.
La obra tiene una cuota de suspenso muy grande, podríamos decir que es un verdadero thriller, por lo que no vamos a contar demasiado, solo indicar que la charla parece orientarse hacia la década de los 70, donde el rol de la Iglesia en relación con el régimen militar tuvo muchas aristas. Hubo muchos religiosos que desaparecieron en manos del proceso, pero otros que fueron colaboradores y dieron información sobre los suyos. Ese punto parece inquietarle al empresario y por eso quiere conocer de primera mano la opinión del tema de parte del clérigo.
Al parece la actuación del padre en aquellos años fue intachable y ayudó a mucha gente que era perseguida. Aunque paradjicamente, reina en el ambiente una tensión, que crece a medida que el diálogo avanza. El sacerdote no se siente cómodo, con esa especie de interrogatorio al que parece ser sometido y se siente humillado, de tener que brindar explicaciones acerca del rol de la Iglesia en aquellos años y en particular a su conducta.
Hasta allí contaremos, el resto lo descubrirán cuando vean la obra. Si podemos dejar algunas preguntas que seguramente funcionarán como disparadores. Fue realmente ejemplar la conducta del padre en aquellos años ?? Tuvo que irse al Norte porque era un hombre marcado ?? Pudo haber hecho algo más en aquellos años ?? Y respecto del joven, es realmente un próspero empresario ?? Hizo este largo viaje solo para hacer una donación o esconde algo bajo esa fachada ??
El suspenso está muy bien manejado en el texto por Dalmaroni y sin dudas que la dupla elegida para el mismo, sabe como sacarle el jugo al mismo. Contar con la presencia de Arturo Bonín, en una pieza del teatro independiente, es realmente un lujo, que no deberíamos dejar pasar. Magistral composición de su personaje, un sacerdote que luce cansado, por un vida que no fue sencilla y encima debiendo estar a la defensiva, ante los embates de un joven impetuoso e inteligente, que parece más bien un fiscal, que busca acusarlo de algo.
Y ese joven empresario, es interpretado por Nelson Rueda, un actor de mucha experiencia en el teatro independiente, a quien elogiamos ya por varios de sus trabajos y aquí realmente nos sorprende por su gran trabajo. No es sencillo acompañar a un actor de los kilates de Bonín y Nelson lo hace a la perfección. Es quien conduce la charla y busca acorralar al sacerdote, con sus preguntas.
Realmente se sacan chispas en escena, magníficas sus actuaciones en lo individual, pero lo importante aquí es la interacción entre ellos y es, en ese intercambio, donde además de lucirse mucho, consiguen potenciar el texto.
La trama no dá respiro, el suspenso está presente a lo largo de toda la pieza, por un público que en silencio absoluto, sigue la charla que mantienen esos dos hombres, tratando de anticipar el desenlace tendrá la trama y les podemos aseguran que muchos se sorprenderán con el final conmovedor, que nos propondrá el autor.
Realmente resulta muy auspiciosa esta primer producción independiente del Nun Teatro, ya que presenta un texto potente, una puesta seductora, donde el misterio y la intriga estarán presentes en todo momento y principalmente la virtud de contar, con dos intérpretes de primer nivel, un grande como Arturo Bonín, con todo su oficio, puesto al servicio de la obra y un carismático Nelson Rueda, que no amilana y está a la altura del desafío, por lo que podemos disfrutar de dos actuaciones soberbias.
Desde su estreno, Un Instante sin Dios, viene exhibiendo el cartel de localidades agotadas cada Martes. En la función, a la que nos tocó asistir a nosotros, la capacidad de la sala del Nun, lucía casi desbordada, por un público entusiasta que con mucha expectativa dijo presente, para ver esta obra, que tan buen respuesta del público y la crítica, está teniendo.
Pensador Teatral.