jueves, 18 de abril de 2019

Gallo

Dramaturgia y Dirección de Nacho de Santis.









Viernes 20 hs en Espacio Callejón ( Humahuaca 3759 )

Gallo es la obra que marca el debut de Nacho de Santis, como dramaturgo. Reconocido en su faceta de actor y director, presenta su opera prima como autor, en un Espacio Callejón que sigue con su sana costumbre de ofrecer su cotizada vidriera, para la aparición de nuevos autores argentinos, algo que en nuestro caso, siempre valoramos mucho.

Este proyecto nació en un taller de dramaturgia de Javier Daulte, donde De Santis inspirado en un recuerdo de la infancia, desarrolló este bello texto, que tiene mucho de autobiográfico en la estructura y una buena parte de ficción en la trama. La parte real, es que el autor de pequeño, vivió con su familia, en Cañada de Gómez, en una casa quinta, ubicada en una zona rural y frente a ellos vivía una familia humilde, que tenia un gallinero en el patio. De Santis  pasó mucho tiempo con los hijos de aquellos lugareños y aún recuerda el olor de ese gallinero.








Siempre que tenemos la chance de conocer la génesis de estas historias, nos gusta compartirlas con los lectores, ya que entendemos que cuando la obra refleja o se inspira en algún hecho real de la vida del autor, se realza el valor de la historia que nos cuentan.

Pero bueno dejemos atrás la infancia de De Santis y vayamos a Gallo, la pieza que nos convoca. Las acciones se desarrollan en el campo, en las afueras de un pueblito del interior. Alli es donde humildemente viven Julián, su madre Ana y su abuelo. La rutina del hogar, se vé afectada, cuando una mañana, descubren que el gallo ha desaparecido. Las hipótesis de lo sucedido con Claudio ( el gallo se llama igual que el abuelo ) son variadas. Alguien lo robó por la noche ?? Se pudo haber escapado volando ?? Tendrán que ver los cazadores con la desaparición ??

Las teorías sobre lo sucedido, son muchas, pero la única certeza, es que Claudio no está en el gallinero y se lo extraña mucho, ya que aquí todos coinciden, este era un gallo especial y su ausencia, significaría que falten muchos huevos en esa casa donde nada abunda.








Cuando nos hacemos la idea, que la trama se centrará en torno del misterio del gallo desaparecido, el autor hábilmente, deja al descubierto una historia mayor, la de Julián, ese adolescente, que sufre la sobreprotección de una madre, que proyecta en él, todos sus miedos y frustraciones, al igual que el abuelo muy preocupado, por el tardío despertar sexual de su nieto.

El joven parece prisionero, en esa casa, donde al amor, se lo denomina peste, por lo que estar enamorado equivale a estar enfermo o apestado. Y para colmo, perciben que Julián pareciera tener todos los síntomas de la peste, por lo que se disparan las alarmas de los mayores de la casa.
Miran con recelo, que se haya hecho amigo de Marcos, el hijo de esos vecinos pudientes, que vinieron de la ciudad y no tienen nada que ver con ellos, tienen plata y manejan otros códigos, no tienen dudas que no será una buena influencia, para el menor de la casa.

Bien hasta allí contaremos, cuando vean la obra descubrirán que sucedió con el gallo desaparecido, conocerán si Julián esta apestado como dicen y se adentrarán en el mundo de esta familia campestre, muy cerrada en sus creencias y con muchos prejuicios con el diferente.










La historia atrapa al espectador desde al arranque, por su belleza estética, su poesía y principalmente por los personajes que presenta la obra, extraídos de la vida real e inmersos en una trama, que indaga en valores como la amistad, el despertar sexual en la adolescencia y como muchas veces los miedos propios de los mayores, pueden causar mucho daño en los menores.

Es hora de destacar ya las actuaciones que tiene la pieza, ya que son uno de los puntos fuertes de este relato. Arranquemos por Adriana Ferrer, que con una presencia escénica imponente, dá vida a una madre posesiva y herida, que estará dispuesta a todo, para que su hijo no salga lastimado, ni sufra como ella con la peste. Soberbia la interpretación de Adriana, con mucho carácter y presencia escénica, siendo desde nuestro punto de vista, la mejor actuación de la noche.

Hay una muy buena la composición de personaje de Luis Gutmann, como ese abuelo bonachón y aferrado a los valores tradicionales, que tratará de adaptarse a un mundo que ha cambiado, intentando aconsejar de la mejor manera a su nieto, pese a sus limitaciones.






Velentino Grizutti, es la gran revelación de la obra, componiendo a un Julián sensible que lucha por escapar de esa presión asfixiante de su entorno familiar, que le impide desarrollarse libre en un mundo exterior, que además de resultarle desconocido, lo atrae mucho. Excelente presentación de Valentino, que con actuaciones como esta, muestra tener mucho futuro.

Completa el elenco, Juan Cottet, como Marcos el amigo de Julián. Con una participación más reducida, tiene espacio para lucirse y le aporta frescura a la pieza.

La puesta tiene muchos elementos para destacar, el principal de ellos, el estupendo diseño escenográfico que tiene la obra, con ese gallinero alambrado en el centro del escenario, que apenas ingresamos a la sala, nos transporta con la mente al campo, Realmente muy logrado este ítem.
Para destacar también el muy buen diseño lumínico, que juega con la claridad del día y la oscuridad de la noche. Otro elemento que suma es, la música original que tiene la obra, con melodías folklóricas. Como puede apreciar el lector, realmente una puesta que cuida todos los detalles.








No queda más para agregar, es un debut promisorio de Nacho de Santis como dramaturgo, con esta historia sensible, que rescata un recuerdo muy vivo de su infancia y le suma una ficción muy potente, para quedarnos con esta obra tan atractiva.

Una historia, para reír, reflexionar y disfrutar de destacadas interpretaciones, que con mucha poesía, nos acerca esta historia del campo a la ciudad, con el canto del gallo Claudio de fondo.



Pensador Teatral.




miércoles, 17 de abril de 2019

Mar

Creación colectiva de Teatro de los Andes ( Bolivia ) .







Dramaturgo y Director invitado Aristides Vargas.

IV Fitla Argentina 2019 - IFT Teatro ( Boulogne Sur Mer 549 )

Una gratísima sorpresa, nos llevamos al ver, esta estupenda obra,  presentada por la delegación boliviana, formando parte de la programación internacional del IV FITLA con sede en Buenos Aires.

Recordemos que el Festival Itinerante de Teatro Lationoamericano Ambar, es un evento bienal e itinerante, que se organza cada dos años y cuyo principal objetivo es el intercambio cultural entre artistas latinoamericanos y la comunidad del país anfitrión.  Las anteriores ediciones, se celebraron en Costa Rica (2013), Brasil (2015), Perú (2017) y este año en su cuarta edición llega a Argentina.









El festival permite al público argentino tan amante del teatro, tener la chance de conocer espectáculos, autores y actores de países como Ecuador, Colombia, Bolivia, Costa Rica, México, Brasil y Perú, por nombrar solo a algunos de las naciones, que tienen presencia este año.

Yendo a la obra en sí, Mar, no busca ser una reconstrucción histórica de lo que significó para Bolivia, la pérdida del mar, a manos de Chile en la tristemente recordada Guerra del Pacífico, a finales del Siglo XIV. Aristides Vargas, aclara, que Mar es una obra relacionada con la ausencia y apelando al humor y la ironía, rememora el hecho histórico y sus efectos.

La obra nos cuenta la historia de tres hermanos ( Miguel, Segundo y Juana ) que deciden emprender un viaje para cumplir el último deseo de su madre moribunda, atada a una de las puertas de la casa familiar, rumbo al mar, desconocido para ella, para pasar sus últimos momentos entre las olas.








Con esa puerta que llevan, abrirán diferentes mundos oníricos, ya que cada vez que las golpean, aparecerán diferentes personajes, que reflexionarán sobre viejas heridas, ausencias, anhelos y la deuda histórica que todo el pueblo boliviano, tiene respecto de un mar, que les fue arrebatado.

El texto tiene un componente humorístico, muy importante, que acompaña el drama que conlleva la obra, con esa madre que viaja a su última morada y expone con crudeza los diferentes puntos de vista que se tienen respecto a un tema, que hace a la identidad de la nación boliviana, mostrando el conformismo de algunos sectores, la resignación de otros y también el orgullo de muchos otros, que quieren reparar esa deuda histórica que tiene el país.








Las actuaciones que presentan la obra, son excelentes, el trío protagónico, conformado por Gonzalo Callejas, Freddy Chipana y Alice Guimaraes, se muestra muy comprometidos con la historia que se cuenta, sabiendo transitar muy bien, los cambios de registro de lo dramático, a lo humorístico, jugando mucho con las ironías que tiene el texto. Un placer verlos en escena, cada uno encuentra algún espacio para el lucimiento individual y muestran mucha química juntos.

La puesta es muy bella desde lo estético, con una escenografía, que con pocos elementos recrean los diferentes climas de la trama, es muy destacado el vestuario, que tiene muchos cambios y ayuda a la aparición de los diversos personajes y destacamos especialmente el aporte musical de Lucas Achirico, con bellas melodías del Altiplano, que nos ayudan a viajar con la imaginación.









En definitiva, quedamos muy contentos con esta presentación del FITLA en Buenos Aires, ya que como mencionamos antes, nos permite conocer expresiones culturales de otros países latinoamericanos, sin tener que viajar para verlas.  En esta ocasión, la 4ta edición de este festival autogestionado, nos permitió encontrarnos con esta excelente obra creada por el Teatro de Los Andes de Bolivia.

Por último, resulta una gran satisfacción, ver una sala tan grande como la del IFT casi colmada, con mucha presencia de la comunidad boliviana en Buenos Aires, que disfrutaron como nosotros, de esta hermosa obra, tan cara a sus sentimientos. Por eso nos emocionamos con ellos, por el cálido aplauso que resonó en la sala al final de la función y por esas lágrimas de muchos espectadores, que anhelan, recuperar ese mar, que injustamente, les fuera quitado hace más de cien años.




Pensador Teatral.



domingo, 14 de abril de 2019

Apenas el Fin del Mundo

Dramaturgia de Jean-Luc Lagarce y Dirección de Federico Ponce.








Sábados 22 30 hs en Nun Teatro ( Juan Ramirez de Velasco 419 )

Jean-Luc Lagarce es uno de los dramaturgos franceses contemporáneos más representados en su país, fallecido tempranamente en 1995, con solo treinta y ocho años de vida, escribió veinticuatro obras que fueron traducidas a más de diez idiomas y presentadas en escenarios de todo el mundo.

Lagarce fue un autor resistido en sus comienzos, por su estilo innovador y su obra no fue debidamente reconocida en vida. Interesado es su legado, aparece Federico Ponce, un joven y talentoso director, a quien ya elogiamos repetidamente, en este humilde sitio, por sus muy buenos trabajos, donde la sensibilidad  y la poesía, siempre dicen presente.








Ponce se interesó por la obra de Lagarce y en 2014 estrenó en El Kafka, su primera versión de Apenas el Fin del Mundo, una pieza que explora los vínculos familiares desgastados y que resulta casi autobiográfica, ya que el propio autor francés, abandonó su pueblo natal, con solo viente años de edad, para estudiar filosofía y teatro.

Los textos de Lagarce, son complejos y hacen fundamental foco en la importancia del lenguaje. Ponce se siguió formando, fue creciendo como director y cinco años después de ese primer montaje, presenta esta nueva  y lograda versión, que se presenta con una precisa traducción de Jaime Arrambide y acompañado de un elenco con muy buena formación clásica, que supo comprender la importancia de la palabra en escena.








Yendo al argumento de la obra, la misma se centra en el regreso a la casa materna de Louis, el hijo mayor de la familia, que regresa luego de muchos años de ausencia. Durante esos años, solo se comunicó con la familia, mediante algunas postales que enviaba y donde en ese limitado espacio, era poco lo que podía comunicar. Su vuelta no es casual, retorna ya que recibió la noticia que le queda una año de vida y desea compartir esta triste novedad, con una familia, a la que le cuesta reconocerlo y lo mira con recelo.

Tantos años de ausencia, causaron un fuerte efecto, lo reciben con frialdad, con reproches y acumulados pases de factura. Se sienten dolidos, por haber sido abandonados y más que nada por el poco interés demostrado por Louis, por saber que sucedía con sus vidas.

Se respira un ambiente distante, pese al vínculo de sangre que los une, sienten al visitante como un extraño, poco saben de él,  la comunicación entre ellos no es fluida, hay mucho dolor acumulado y es muy poco el afecto que le pueden ofrecer al recién legado.








El texto tiene un alto grado de exigencia,  para los actores, ya que hay muchos monólogos y se requiere concentración y memoria, para poder entender cabalmente cada palabra y articular los parlamentos.

Se nota que hay mucho trabajo y ensayo en el elenco, que se muestra seguro, con actuaciones destacadas, que son las que permiten, que un texto de esta complejidad se sostenga durante todo el desarrollo, resultando atractivo para el espectador.

Vamos a mencionar a todo el elenco, ya que las actuaciones lo ameritan. Carlos Sims es Louis, el hijo pródigo que regresa a casa. Su actuación es sobresaliente. Pese a ser escritor, le cuesta expresar sus sentimientos y elige refugiarse en el silencio, sintiéndose cómodo en su rol de oyente, ante una familia que tiene mucho para decirle, pero también quisiera escucharlo. Muy bueno lo de Carlos, con una gran expresividad gestual, que reemplaza muchas de las palabras que no pronuncia..









Julian Vilar, es Antoine, un año menor que Lois, fue quien quedó virtualmente a cargo de la familia. Luce enojado, no tolera la traición del hermano al abandonarlos y menos acepta este regreso que no comprende. Soberbia interpretación de Julian, con un excelente manejo de las emociones y una presencia escénica que se impone. En actuaciones parejas, por lo buenas, entendemos que la de Julian es la más destacada de la noche.

Las interpretaciones femeninas, no se quedan atrás, nos gustó mucho el trabajo de Flor Calvo, como Suzane, la hermana menor, parece ser la más contenta con la llegada Louis y también la que más sufrió su ida. Tiene una admiración reprimida por ese hermano que logró escapar de un entorno familiar asfixiante. Muy bueno lo de Flor, con un histrionismo a Flor de pie, aportando frescura y vitalidad, a una obra, de carácter más bien lúgubre.










Emilse Díaz es Catherine, la esposa de Antoine, ella trata de poner paños fríos al reencuentro  y contener la ira manifiesta de su esposo. Resulta muy creíble el trabajo de Emilse, como componedora. Por último mencionar a Chula Quevedo, interpretando a la madre. La actriz de más experiencia del elenco, hace un aporte importante y trae recuerdos de años atrás, cuando sus hijos estaban juntos y eran una familia normal, Su parquedad y distancia presenta, son una muestra clara, que no logró digerir la ida de Louis.

En definitiva, hay una muy buena prestación del elenco reunido, que se muestra comprometido con el texto de Lagarce y gracias a la guía de un director muy activo, sabe encontrar el método adecuado para transmitir el mensaje.

La puesta es muy cuidada desde lo estético, al repasar anteriores trabajos de Federico,  reconocemos a un director que cuida todos los detalles. Aquí con una escenografía despojada, destacamos el vestuario de Belén Pallota y encuentra fundamental importancia el diseño lumínico de Lucas Orchessi, con esos tubos fluorescentes, como fondo para esta familia monocromática.









En definitiva, celebramos la decisión de Federico al animarse a trabajar un texto de Lagarce, que no es un autor tan frecuentado. Años de perfeccionamiento, le permitieron madurar una propuesta, que encuentra el tiempo y los intérpretes adecuados, para mostrarnos a una familia, que no logra superar las frustraciones del pasado y esa sensación de abandono que los acompaño durante tantos años.

Apenas el fin de mundo, es una obra que distingue al teatro independiente y nos permite ver en plenitud a un autor cuestionado en vida y muy elogiado tras su muerte, que poniendo el lenguaje en primer plano, paradojicamente deja al descubierto, los graves problemas de comunicación que existen en la sociedad actual y como la palabra, en vez de servir como forma de acercamiento, muchas veces se usa para alejarnos del otro.



Pensador Teatral.


sábado, 13 de abril de 2019

Una Espina en el Zapato

Dramaturgia y Dirección de Nazareno Molina.








Sábados 19 hs y Domingos 17 hs en Teatro Buenos Aires ( Av. Corrientes 1699 )

Una muy grata sorpresa nos llevamos al ver esta valiosa obra, que ayudará a entender y a tomar conciencia, sobre el Alzheimer, una enfermedad degenerativa, que deteriora de manera severa la vida de quien la padece y también repercute en su entorno familiar más cercano.

Entre los muchos aspectos meritorios que presenta la pieza, podemos mencionar el tratamiento del tema, con una muy buena dosis de humor, algo que ayuda a quitar dramatismo a la trama y además la introduce, dentro de un historia familiar, donde la hipocresía y las miserias, están a la orden del día.








El creador de esta pieza, es Nazareno Molina, joven dramaturgo y actor nacido en Larroque, Entre Ríos, que se inspira para escribir esta entrañable historia, en un caso bien cercano, ya que su padre padeció Alzheimer. Este hecho que sin dudas lo marcó y le hizo repensar en los valores y el verdadero sentido de la vida. Conocer la enfermedad en primera persona, sin lugar a dudas, le otorga al texto una veracidad y un sentido, que llega al corazón del espectador.

En la historia que nos presenta Una Espina en el Zapato, es Modesta la que tiene Alzheimer, estando en una etapa de la enfermedad, donde la mayor parte del tiempo está perdida, no pudiendo reconocer siquiera a sus familiares, teniendo unos pocos instantes de lucidez, que como veremos luego serán claves para el desarrollo de la trama, ya que serán de una sinceridad brutal.










Al cuidado de Modesta, está Nicolasa , una señora mayor, encorvada y bastante malhumorada, por tener que hacer todas las tareas de la casa, sin recibir ayuda de nadie.

En ocasión de la Nochebuena, se reunirán en la casa de Modesta, para celebrar esta fecha tan especial, toda su familia. El problema es que nadie se lleva bien en esa familia, hay rencores y cuentas pendientes que vienen de años atrás. Mentiras y secretos a voces, que no quieren revelarse, ya que de hacerlo,  desatarían un escándalo.

Pero como dijimos, Modesta tendrá instantes de lucidez, que servirán de disparador, para destapar secretos y situaciones que se guardaban bajo la alfombra. Surgirán las discusiones, las peleas y los pases de facturas. La Navidad en esa casa, no será para nada una noche de paz y esa familia que ya venia en crisis, explotará por los aires.










No contaremos más, como mencionamos antes, la obra con  la enfermedad de Modesta, de fondo argumental, nos hablará de internas familiares, de peleas por dinero, de miserias humanas y en general de la pérdida de valores, todo esto con el humor como firme acompañante, haciendo que las situaciones dramáticas,  se puedan transitar de mejor manera.

Para el proyecto, se reunió un elenco numeroso, comprometido con la historia y con actuaciones que debemos destacar. Arranquemos por Silvia Dell´Aquila, que interpreta de manera magnífica a Modesta la gran protagonista de la noche, dotando a su personaje de una ternura y una sensibilidad que debemos destacar.. Quien escribe estas líneas tiene un familiar cercano que padece la enfermedad y puede afirmar, que las caras, los gestos y los movimientos de la protagonista, reflejan con fidelidad absoluta, a una persona con Alzheimer. Conmovedor el trabajo de de Silvia.










El encantador papel de Nicolasa, está a cargo del mismo Nazareno Molina, que además de ser el autor y el director, nos regala una actuación magnífica y es quien pone la gran cuota de humo que tiene la trama, con una Nicolasa, desopilante y de lengua filosa, que ya cansado de las injusticias, no tendrá empacho en pelearse con los hermanos de Modesta y cantarles las cuarenta. Excelente la composición de Nazareno, que muestra que además de ser un talentoso dramaturgo, tiene muy buenas condiciones actorales.

Si bien Modesta y Nicolasa, son quienes se llevan las mayores miradas, no podemos ser injustos con el resto del elenco, que contribuyen de manera fundamental de la historia. Daniel Gallardo, es Evaristo, un hermano bastante chanta y de vida poco clara. Sandra Silveyra, es una de las hermanas, separada y amiga del malbec, tendrá una noche intratable. Miriam Schlotthauer es otra de las hermanas, parece la más centrada, pero fue una de las que más presionó a Modesta con el tema de la herencia. Muy buenas las actuaciones de estos tres actores de experiencia, unidos por sangre, pero separados por la vida.










Nos gustó mucho, lo de Fabián Kobrin como Roque, el esposo de Modesta y anfitrión de la noche. El crucifijo que lleva, parece diferenciarlo de la conducta sinuosa de los hermanos de Modesta, pero solo serán apariencias. Giuliana Faggioni y Emma Enrico, aportan la cuota de juventud y frescura a la obra, siendo también muy importantes para el conjunto de la trama.

Creemos que era justo mencionar a todos los integrantes del elenco, porque como mencionamos antes, se nota que todos están comprometidos con la historia y aportan lo suyo,

La puesta tiene varios elementos para destacar, como el cálido y colorido diseño escenográfico de Sabrina López Hovhannessian que nos encantó, dando forma al hogar de Modesta, la iluminación de Sergio D´Angelo y Mario Gómez,  el vestuario de Natalia Giúdice y el diseño sonoro de Eduardo Otamendi, todos aspectos que colaboran con la riqueza de la puesta.








Una Espina en el Zapato, es una propuesta que queremos rescatar, ya que además de crear conciencia y ayudar a comprender una enfermedad tan dolorosa como el Alzheimer, gráfica como en muchas ocasiones, perdemos tiempo y energía en discusiones banales, dejando pasar la chance de gozar de una vida plena, que se enfoque en lo espiritual y en el servicio al prójimo, en vez de ir en búsqueda de lo material, sin importar si para ellos, debemos perjudicar al otro.

La obra que transita su segunda temporada y gracias a la excelente respuesta del público, ahora se presenta los Sábados y los Domingos, recibiendo el auspicio de A.L.M.A. ( Asociación Lucha contra el Mal de Alzheimer y Alteraciones semejantes de la República Argentina ), A.P.S.A. ( Asociación de Psiquiatras Argentinos y la Facultad de Medina de la UBA, instituciones que reconocen el abordaje serio que tiene un texto, que no recurre en ningún momento al golpe bajo.








Para ir concluyendo, felicitamos al autor y director, por esta obra que tiene mucho de autobiográfico y un texto que sensible, que dibuja una historia entrañable, que nos ayuda a reflexionar y darnos cuenta que la vida es corta y debemos disfrutarla, mientras la salud nos acompaña. Sucede que en muchas ocasiones, le encontramos el sentido a la vida, cuando ya es demasiado tarde, para poder disfrutar de la misma.

Recomendamos especialmente,  Una Espina en el Zapato, teatro independiente hecho con amor y a pulmón, que moviliza y crea conciencia. El emocionado y cálido aplauso, con que los espectadores, despiden a los protagonistas al final de la función, es el cierre justo, para la entrañable velada teatral vivida.




Pensador Teatral.



viernes, 12 de abril de 2019

Navaja en la Carne

Dramaturgia de Plinio Marcos . Adepatación de Carlos Mathus y  Dirección de Antonio Leiva.









Viernes y Sábados 21 hs en Teatro Empire ( Hipolito Yrigoyen 1934 )

No es habitual ver piezas de autores brasileños en la cartelera porteña, por eso celebramos la idea de Carlos Mathus y Antonio Leiva, en traer a la cartelera porteña, Navaja en la Carne, obra escrita en 1967, estrenada en Sao Paulo y prohibida por la dictadura de su país, por trece años.

Luego del levantamiento de la censura, la obra fue representada con gran suceso, no solo en el teatro, sino también en el cine. Marcos en muchos de sus trabajos se caracterizó por mostrar las miserias humanas de la sociedad, dando visibilidad a los sectores marginales de la sociedad, explorando sus sentimientos y motivaciones.










La historia que nos convoca, tiene una crudeza y una carga de violencia que interpela al espectador, que se vé transportando a un mundo marginal que abruma y del que de ninguna manera puede quedar indiferente.

Las acciones se desarrollan, en una sucia y pequeña habitación, en la que conviven Araceli ( Sandra Villarruel ) una experimentada y sufrida prostituta, con Osmar ( Juan Pablo Rebuffi ), su desalmado proxeneta. La convivencia es caótica, predominan las agresiones físicas y verbales entre ellos, siendo difícil de comprender, las razones por la que siguen viviendo juntos.









El panorama ya habitualmente oscuro, se agravará, con la desaparición de un dinero que Osmar, tenía en su mesa de luz. Mientras Osmar dormía, Masita ( Oscar Giménez ), un homosexual que se encarga de tareas de limpieza en la pensión, ingresó al cuarto, para hacer tareas de limpieza,  pero al encontrar el dinero al alcance de la mano, no dudo en robarlo.

Cuando Osmar despierta, buscará con desesperación el dinero por todo el cuarto, pero al no encontrarlo, apuntará contra Araceli, acusándola de no haberle dado el dinero, que recaudó la noche anterior. El reclamo no es nada amigable e incluye insultos y maltratos varios, contra una mujer, tristemente acostumbrada a la violencia que ejercen sobre ella. Araceli declarará su inocencia y acusará a Masita, quien sera llamada al cuarto para aclarar la situación y hasta allí contaremos. Cuando vean la obra, descubrirán si el misterio se aclara, si Masita confiesa su delito o finalmente Araceli pagará los platos rotos.








El texto como dijimos es muy duro, con una crudeza y una sordidez, que consiguen perturbar al espectador, que sigue las acciones, acompañando la angustia, que sienten los protagonistas. Hubo una muy buena elección del director, en la elección de los actores que serán parte del triángulo marginal que se conforma en la pieza.

Arranquemos por Sandra Villarruel, vedette y sex simbol de los años ochenta, muy recordada por la platea masculina, por su participación, en el mítico ciclo televisivo Las Gatitas de Porcel, programa que batíó records de audiencia y marcó todo una época. Sandra pone aquí,  todo su oficio y experiencia, al servicio de la obra, interpretando a una sufrida y cansada prostituta, que lleva una vida realmente desgraciada, soportando humillaciones de todo tipo. Una estupenda actuación de Sandra, que realiza una soberbia composición del personaje, entregándose por completo, en un papel muy exigente. Para nosotros, la gran figura de la noche.









Juan Pablo Rebuffi, no se queda atrás, interpreta a Osmar, un proxeneta o cafiolo, como prefieran llamarlo, violento y soberbio, mostrará su carácter autoritario y un machismo a flor de piel. Es la primera vez que vemos en escena a Juan Pablo y quedamos gratamente sorprendidos con su performance. Con gran presencia escénica y un porte que impresiona, se lo nota muy cómodo en el papel, no sintiendo la presión del protagónico

Al trío es completado con Oscar Giménez, un actor muy talentoso, a quien elogiamos mucho el año pasado por su unipersonal Madre Amadísima, donde tiene las chances de mostrar sus enormes condiciones actorales. Aquí desde un personaje secundario, sabe aprovechar mu bien, sus minutos en escena, aportando algunos momentos divertidos, que resultan valiosos, para descontracturar este profundo drama. Nos hubiera gustado ver más tiempo en escena a Oscar, ya que conocemos sus condiciones.









Hay una muy lograda adaptación de Carlos Mathus que con algunos detalles, sabe aggiornar el texto a estos tiempos. A su vez, la puesta que presenta el director es íntima, la cercanía del público con los actores es un plus que la obra entrega y convierte al espectador en un testigo privilegiado, de lo que ocurre en esa sombría habitación. Quien conoce la amplitud de la sala del Empire y se pregunta como se logra esta intimidad, descubrirá la forma, cuando vea la obra, nosotros no queremos anticiparlo, para mantener la misma sorpresa, que tuvimos nosotros.

Hay un diseño escenográfico para destacar de Zacarias Gianni, recreando un cuarto de pensión, donde predominan los colores negro y blanco, combinando con la vida oscura de quienes la habitan. Otro ítem a destacar es el diseño lumínico de Lautaro Romano, a tono con la trama.










En definitiva, estamos en presencia de una propuesta muy interesante, una obra fuerte y descarnada, que muestra las miserias y la violencia en la que viven ciertas personas, que conviven con la marginalidad, sin recibir la ayuda de terceros. Además hay que resaltar, que aunque la obra se haya escrito hace cincuenta años, tiene una vigencia que abruma, ya que temas como la violencia de género y el maltrato a la mujer, en estos momentos son temas muy visibles en la sociedad.

Recomendamos Navaja en la Carne, se encontrarán con una trama sórdida y un trío protagónico que se entrega por completo, ofreciendo literalmente su cuerpo,  para dar testimonio de un mundo marginal, que aunque muchas veces quiere ignorarse, es más común de lo que pensamos y por eso es valioso que el teatro le dé visibilidad a temáticas, que habitualmente prefieren esconderse bajo la alfombra.




Pensador Teatral.





martes, 9 de abril de 2019

Un Instante sin Dios

Martes 21 hs en Nun Teatro ( Juan Ramirez de Velasco 419)








Dramaturgia y Dirección de Daniel Dalmaroni.

Daniel Dalmaroni, es un destacado dramaturgo y guionista platense, que ha escrito textos teatrales , por lo que recibió numerosos reconocimientos, no solo en nuestro país, sino también en el exterior, a lo largo de su prolífica carrera.

En esta ocasión, al escribir este texto que nos ocupa, Dalmarini, inmediatamente pensó que el personaje central de la historia, podía representarlo nada menos que Arturo Bonín, un actor de enorme trayectoria, al que conoce hace años, pero nunca habían trabajado juntos. El guión sedujo a Bonín, que aceptó de inmediato el desafío de representar a un sacerdote, que a esta cargo de una humilde parroquia en el norte argentino.








La historia arrancará con la llegada de un joven empresario ( Nelson Rueda ), que viajó desde la Capital, para ofrecer un donación importante a la iglesia que conduce un veterano párroco ( Arturo Bonín ). El joven establece como condición para hacer entrega del dinero, poder dialogar un poco con el sacerdote y hacerle algunas preguntas, con la excusa de querer conocer como piensa, ese hombre al que tanto respetan los feligreses de la parroquia.

La propuesta descoloca al cura, que en primer lugar desconfía acerca de las verdaderas intenciones de este misterioso  joven y también tiene dudas, sobre el orígen de aquellos fondos. Además no le hace mucha gracia tener que rendir examen y responder preguntas a un desconocido. Pareciera que los roles de invierten, acostumbrado a escuchar las confesiones de sus fieles, ahora quieren escucharlo a él.

Pese a su recelo y desconfianza, el sacerdote acepta la propuesta, ya que el dinero sería muy útil para hacer obras en una parroquia con tantas necesidades y además el muchacho, tiene mucha habilidad, para tratar de convencer al cura, indicando que si en algún momento se siente cansado, es libre de poner fin de inmediato a aquel encuentro.










La obra tiene una cuota de suspenso muy grande, podríamos decir que es un verdadero thriller, por lo que no vamos a contar demasiado, solo indicar que la charla parece orientarse hacia la década de los 70, donde el rol de la Iglesia en relación con el régimen militar tuvo muchas aristas. Hubo muchos religiosos que desaparecieron en manos del proceso, pero otros que fueron colaboradores y dieron información sobre los suyos. Ese punto parece inquietarle al empresario y por eso quiere conocer de primera mano la opinión del tema de parte del clérigo.

Al parece la actuación del padre en aquellos años fue intachable y ayudó a mucha gente que era perseguida. Aunque paradjicamente, reina en el ambiente una tensión, que crece a medida que el diálogo avanza. El sacerdote no se siente cómodo, con esa especie de interrogatorio al que parece ser sometido y se siente humillado, de tener que brindar explicaciones acerca del rol de la Iglesia en aquellos años y en particular a su conducta.

Hasta allí contaremos, el resto lo descubrirán cuando vean la obra. Si podemos dejar algunas preguntas que seguramente funcionarán como disparadores. Fue realmente ejemplar la conducta del padre en aquellos años ?? Tuvo que irse al Norte porque era un hombre marcado ?? Pudo haber hecho algo más en aquellos años ?? Y respecto del joven, es realmente un próspero empresario ?? Hizo este largo viaje solo para hacer una donación o esconde algo bajo esa fachada ??










El suspenso está muy bien manejado en el texto por Dalmaroni y sin dudas que la dupla elegida para el mismo, sabe como sacarle el jugo al mismo. Contar con la presencia de Arturo Bonín, en una pieza del teatro independiente, es realmente un lujo, que no deberíamos dejar pasar. Magistral composición de su personaje, un sacerdote que luce cansado, por un vida que no fue sencilla y encima debiendo estar a la defensiva, ante los embates de un joven impetuoso e inteligente, que parece más bien un fiscal, que busca acusarlo de algo.

Y ese joven empresario, es interpretado por Nelson Rueda, un actor de mucha experiencia en el teatro independiente, a quien elogiamos ya por varios de sus trabajos y aquí realmente nos sorprende por su gran trabajo. No es sencillo acompañar a un actor de los kilates de Bonín y Nelson lo hace a la perfección. Es quien conduce la charla y busca acorralar al sacerdote, con sus preguntas.

Realmente se sacan chispas en escena, magníficas sus actuaciones en lo individual, pero lo importante aquí es la interacción entre ellos y es, en ese intercambio, donde además de lucirse mucho, consiguen potenciar el texto.

La trama no dá respiro, el suspenso está presente a lo largo de toda la pieza, por un público que en silencio absoluto, sigue la charla que mantienen esos dos hombres, tratando de anticipar el desenlace tendrá la trama y les podemos aseguran que muchos se sorprenderán con el final conmovedor, que nos propondrá el autor.










Realmente resulta muy auspiciosa esta primer producción independiente del Nun Teatro, ya que presenta un texto potente, una puesta seductora, donde el misterio y la intriga estarán presentes en todo momento y principalmente la virtud de contar, con dos intérpretes de primer nivel, un grande como Arturo Bonín, con todo su oficio, puesto al servicio de la obra y un carismático Nelson Rueda, que no amilana y está a la altura del desafío, por lo que podemos disfrutar de dos actuaciones soberbias.

Desde su estreno, Un Instante sin Dios, viene exhibiendo el cartel de localidades agotadas cada Martes. En la función, a la que nos tocó asistir a nosotros, la capacidad de la sala del Nun, lucía casi desbordada, por un público entusiasta que con mucha expectativa dijo presente, para ver esta obra, que tan buen respuesta del público y la crítica, está teniendo.




Pensador Teatral.

domingo, 7 de abril de 2019

La Penúltima Oportunidad

Dramaturgia de Rafael Bruza y Dirección de Cristina Miravet.








Domingos 19 hs en El Arenal ( Juan Ramírez Velasco 444 )

Con mucha intriga y sin muchas referencias previas, asistimos a la función de reestreno de La Penúltima Oportunidad, la obra escrita por Rafael Bruza, que luego de una muy buena primera temporada en Buenos Aires, venía con una carta de presentación muy fuerte, ya que fue una de las revelaciones del Festival de Teatro Larroque 2019, donde fue la ganadora del Premio del Público.








Al transcurrir los primeros minutos de la función y con unos cuantos años viendo teatro, ya nos dábamos cuenta, que la obra tenía ese algo especial, que pocas piezas consiguen, ya que el público además de estar muy enganchado con la propuesta, compró los personajes y lo fundamental, se reía mucho, con ganas y como bien se afirma, hacer llorar con un texto no es tan difícil, lo meritorio es hacer sonreír al público. Y la verdad nos reímos mucho con esta comedia negra, que de la mano de un texto inteligente y una dupla protagónica deliciosa, generan una pieza muy divertida, donde las risas serán las figuras invitadas de la noche.

Cuando decimos que la historia es original, creemos que no exageramos, ya que las acciones se desarrollan en el cementerio de un pueblo del interior ( esas ciudades pequeñas donde todos se conocen y no hay acto que pase desapercibido ). Allí, entre las lápidas, nos esperan Marta ( Thelma Demarchi ) y Juana ( Marcela Grasso ), dos mujeres que tomaron la drástica situación de suicidarse, al enterarse que el hombre del que estaban enamoradas,  falleció en un accidente automovilístico.








En nuestra opinión, La Penúltima Oportunidad, es una gran historia de amor, ya que estas mujeres no dudaron en dar su vida, con tal de buscar a ese hombre que amaban, aunque para ello, deben irse al más allá. La situación complicarse, cuando estas mujeres ( o las almas de ella mejor dicho ) de estas mujeres se encuentran en el cementerio. Se sorprenden mucho al encontrarse en esas circunstancias viejas conocidas y enemigas a la vez, ya que en vida, se acusaban de haberse quitado novios, de haber copiado lo que la otra estudiaba, en definitiva, de desear lo mismo, Sin dudas tenían mucha rivalidad y no pueden creer que aún muertas se debían seguir viendo. Sería ese un castigo divino ??

No vamos a contar mucho más, ya que la trama tiene varias sorpresas reservadas y queremos que los espectadores, las descubran cuando vean la obra, solo adelantaremos que pese a buscar por toda la necrópolis al hombre amado y husmear en todas las tumbas, aquel hombre amado, que las llevó allí, no aparece.








Se darán díálogos desopilantes entre estas dos mujeres, muchos momentos graciosos y gags que no queremos anticipar, en esta comedia negra, que pese al tono humorístico permanente que tiene, deja espacio para la reflexión, ya que se tocan temas filosóficos, como la religión y la muerte.

Es hora ya de hablar, de las grandes protagonistas de la noche, nos referimos a Thelma Demarchi y Marcela Grasso, que conforman una dupla exquisita, ya desde lo físico y postural generan risas, por el contraste entre ambas. La química que se genera entre ambas es notable, se complementan en todo momento, saben darse los pies justos, manejando los tiempos de la comedia a la perfección y sin dudas son muy talentosas, ya que saben explotar en gran forma, un texto muy rico.

Nos gustó mucho la puesta de Cristina Miravet, que logra darle mucha dinámica a la trama, con elementos para destacar, como el muy buen diseño escenográfico de Fabián Orfano, un lucido vestuario de Belén Rubio y el destacado diseño lumínico de Ernesto Giannone, que contribuyen a una puesta atractiva, que cuida todos los detalles y posee una frescura, que se manifiesta en varios momentos, como por ejemplo, el imperdible ringtone, que suena cada vez que el mismísimo Dios, las llama al celular.








No vamos a contar más, recomendamos la obra fervorosamente, se van a reír mucho durante la función y seguramente al término de la misma, reflexionarán como nosotros, sobre temas trascendentales, como la muerte, donde vamos cuando dejamos la Tierra,  la existencia de Dios y hasta donde podemos llegar por amor. Sin dudas, el humor es una excelente receta, para derribar barreras y poder tratar temas bien profundos, La Penúltima Oportunidad es una excelente, muestra de ello.

La ovación que los espectadores, la regalan a las protagonistas al final de la función, es una forma de agradecer, la divertida noche de teatro vivida y demostrar que cerrar el fin de semana, a pura risa, es una terapia muy recomendable.




Pensador Teatral.