Dramaturgia de Yanina Gruden. Dirección de Katia Szechtman.
Jueves 21 hs en El Galpón de Guevara ( Guevara 326 )
Un texto inteligente, delirante y muy divertido, es el que nos propone Yanina Gruden, en su debut como autora, que es realmente más que auspicioso, ya que tomando como punto de partida a Las Criadas de Jean Genet, logra una obra muy nuestra, que poniendo el foco central en la actuación, nos invitará a un viaje hacia la década del 90, donde el consumismo y el deme 2, llegó a su punto más alto.
En el texto de Genet, teníamos a dos hermanas que trabajaban como críadas, estableciendo una relación de amor y odio con la señora de la casa. En momentos de soledad, ellas jugaban a ser la dueña del hogar, jugando con el cambio de roles, el poder, la humillación y con una referencia inequívoca a la lucha de clases y de ascenso social, que está presente en las sociedades modernas.
Partiendo desde allí, Yanina ideó una historia muy atractiva, en la que tendremos a dos cajeras de supermercado, Fiorella ( Stephanie Petresky ) y Cinthia ( encarnada por la propia Yanina ) que durante un descanso bajan al depósito para fumarse un pucho, sin importar que están en un lugar lleno de cajas de cartón y productos inflamables, por lo que su comportamiento no es el más adecuado. La soledad del lugar, parece darles una mezcla de poder e impunidad para adueñarse de ese espacio repleto de mercaderías y hacer una especie de catarsis, que les permita descargar todo lo que llevan dentro.
La vida de ambas es bastante miserable, con pocos motivos de alegría. Fiorella no encuentra novio y su mayor actividad fuera del trabajo, es ocuparse de cuidar a una madre, bastante ácida. A Cinthia, no le vá mucho mejor, esta casada hace unos ya con Ariel, policía de profesión y la relación es bastante fría. Miran pasar a la felicidad, solo en las novelas que consumen, pero en la realidad, la dicha les suena muy lejana para ellas. Les gustaría poder viajar y disfrutar de la playa, pero se tienen que conformar con pasar sus días, en aquel supermercado llamado Caribe.
Allí en el deposito, las amigas y compañeras de trabajo se sienten liberadas, charlaran sobre sus vidas, discutirán, se amigarán y compartirán secretos e intrigas, acerca de los dueños del supermercado. Cinthia tiene la información, que la situación financiera del Sr. Scarpanti no es nada buena y que sus farmacias quebraron, prueba de ello, es que allí hay cajas de medicamentos que no encajan con el supermercado. Las intrigan incluyen rumores sobre algún affaire entre la propia Cinthia y el Sr. Scarpanti, rumores que aquí, no vamos a confirmar, ni desmentir.
Pero la actividad favorita de las chicas, es jugar a ser Marisú Scarpanti, la esposa del dueño, imitarla en su manera de hablar, en su vestuario y en esa postura de poder que tanto las seduce e irrita a la vez. En un rico juego de imaginación y fantasia, las actrices se lucen muchísimo, generándose una atmósfera creativa, bizarra y poética, que el público disfruta mucho.
Cinthia y Fiorella quieren una vida más dichosa, tener la clase de Marisú, vestir como ella y por sobre tener la plata de ella, para poder tener un presente que las aleje de la vida desgraciada que tienen. Por todos esos motivos, sueñan con ser ella. Pero, será posible renunciar al trabajo que tienen en Supermercados Caribe y fugarse ?? Abandonar a su madre una y a su marido la otra ?? Irse como si nada, a una playa para pasar los días venideros tomando sol .. Ese deseo de fuga es algo que todos algunas vez vivenciamos y en este caso, Cinthia y Fiorella parecen dispuestas a dar ese paso extra. Pero hasta allí vamos a contar, porque no queremos spoilear más, para saber si lo lograrán o no deberán ver la obra.
Vayamos por fín a las actuaciones que presenta Caribe, que es una pieza donde lo actoral tiene un peso fundamental. Las actuaciones son las que dan vida a la historia, son el centro de atención del relato y las mismas tienen una comunión muy particular con la dramaturgia, con la que van de la mano. Es por ello, que tanto se luce el trabajo de la dupla protagónica que conforman Yanina Gruden y Stephanie Petresky, que al ver vivido intensamente esa década del 90, de las que no habla la historia, puedan dar vivo testimonio de ella.
Arranquemos por Yanina, que como dijimos al comienzo, es quien escribió la obra, que ella misma protagoniza. Es una actriz que nos encanta, dueña de un carisma muy particular, un histrionismo a flor de piel y una expresividad altísma. El año pasado quedamos impactados por su genial composición en New York Mundo Animal, unipersonal que le valió ser nominada como Mejor Actriz Protagónica en los Premios Ace 2022. Luego de ese trabajo, teníamos muchas ganas de verla nuevamente en acción y más en una obra que la tiene como autora. Y que los podemos decir, nos encantó nuevamente el trabajo de Yanina, tiene un algo especial, ratificando según nuestro humilde entender, que está entre las mejores actrices que el teatro independiente tiene en la actualidad y al ser tan joven, tiene una gran futuro.
Luego de leer semejante opinión, usted lector pensará que difícil será para la otra protagonista, tratar de estar a la altura de su compañera. Y que gran sorpresa nos llevamos con Stephanie Petresky, a quien por primera vez vemos en escena y que sin dudas logra ponerse en la misma sintonia que Yanina, para conformar una dupla estupenda. Con su voz arrabalera y una gran presencia escénica, compone a una Fiorella potente y malhumorada, que divierte muchísimo al público. Hay que ver sus caras, sus movimientos, comos se revuelva por el piso. Una entrega total la de Stephanie, para redondear un trabajo superlativo.
Como dijimos unas líneas más arriba, Carine es una obra que se basa en las actuaciones. Ambas actrices se prodigan en el escenario, con una intensidad y un derroche físico / actoral que no es habitual. Por momentos parece reinar el caos y el descontrol, adrede claro, pero al rato todo se organiza, para que la trama se ordene. Las actrices, además de ser amigas, vivieron en esos años 90 y sus trabajos parecen homenajear a artistas de la época, ya que tienen un aire a Las Gambas al Ajillo, al Parakultural, de Batato y también hay un componente televisivo por las referencias a las novelas de esos años y a programas como el de Antonio Gasalla. Todo esto que mencionamos, se vé en los trabajos de una dupla protagónica, que se saca chispas en escena y se siente a gusto en el delirio teatral que el texto les demanda.
La puesta de Katia Szechtman, que fue convocada por las actrices para la dirección, resulta muy atractiva. De la misma edad que ellas, también sintoniza esa década del 90 tan especial, donde había que consumir a como dé lugar, apareciendo referencias a productos de aquellos años, como las galletitas Merengadas, los Milka Nussini, el quitamanchas Trenet o los helados La Montevideana, todos ellos presentes en las góndolas del supermercado donde trabajan las chicas. Gran mérito de la dirección lograr poner foco en las actuaciones y darle libertad total a las mismas, para ese derroche de creatividad y delirio que tanto divierte al público.
Ítems a destacar de la puesta el diseño escenográfico de Estefania Bonessa y Agustina Filipini, con esas estanterías repletas de productos de limpieza y las cajas con medicamentos poblando el escenario. Nos gustó mucho el vestuario de Lara Sol Gaudini, que colabora con la locura de las actrices y también la voz en off con publicidades del súper y el llamado a la linea de cajas, que tan familiar nos resulta. Hay una muy buena combinación de todos esos elementos, que colaboran con el clima descontracturado que presenta la obra y con el trabajo de las protagonistas, mostrando como muchas veces no hacen falta grandes recursos económicos para que una puesta sea atractiva y alcanza con el ingenio.
Dato a tener en cuenta, es que Caribe está cerrando un año muy exitoso, que incluyó la presentación a salla llena, en el Centro Cultural San Martín, antes de llegar a El Galpón de Guevara, su casa actual, también con gran respuesta del público, algo que consigue gracias al boca a boca, arma fundamental en el teatro independiente y que permite que las obras se mantengan en cartel y crezcan.
En definitiva, disfrutamos de una hermosa noche de teatro, con una obra tan delirante, como divertida, que cumple con creces, los objetivos de toda las comedias, que es hacer reír al público y les aseguramos que se van a reír mucho. Resaltar el prometedor debut de Yanina Gruden, como autora, dejando claro al menos para nosotros, que se vendrán más obras de su pluma en el futuro.
Recomendamos que emprendan el viaje a los 90´que les propone Caribe, se van a divertir y además van a reflexionar acerca de una época en que el consumismo y el deme 2 eran las reglas. Se encontrarán con una historia delirante, una puesta dinámica y dos actrices que se entregan por completo, mostrando sus enormes recursos actorales y que en el escenario todo es posible, cuando la función arranca. Los aplausos prolongados con los que el público despide a las protagonistas, son el broche de oro, para una delirante y divertida noche de teatro independiente.
Pensador Teatral.