Domingos 19 hs en El Arenal ( Juan Ramírez Velasco 444 )
Con mucha intriga y sin muchas referencias previas, asistimos a la función de reestreno de La Penúltima Oportunidad, la obra escrita por Rafael Bruza, que luego de una muy buena primera temporada en Buenos Aires, venía con una carta de presentación muy fuerte, ya que fue una de las revelaciones del Festival de Teatro Larroque 2019, donde fue la ganadora del Premio del Público.
Al transcurrir los primeros minutos de la función y con unos cuantos años viendo teatro, ya nos dábamos cuenta, que la obra tenía ese algo especial, que pocas piezas consiguen, ya que el público además de estar muy enganchado con la propuesta, compró los personajes y lo fundamental, se reía mucho, con ganas y como bien se afirma, hacer llorar con un texto no es tan difícil, lo meritorio es hacer sonreír al público. Y la verdad nos reímos mucho con esta comedia negra, que de la mano de un texto inteligente y una dupla protagónica deliciosa, generan una pieza muy divertida, donde las risas serán las figuras invitadas de la noche.
Cuando decimos que la historia es original, creemos que no exageramos, ya que las acciones se desarrollan en el cementerio de un pueblo del interior ( esas ciudades pequeñas donde todos se conocen y no hay acto que pase desapercibido ). Allí, entre las lápidas, nos esperan Marta ( Thelma Demarchi ) y Juana ( Marcela Grasso ), dos mujeres que tomaron la drástica situación de suicidarse, al enterarse que el hombre del que estaban enamoradas, falleció en un accidente automovilístico.
En nuestra opinión, La Penúltima Oportunidad, es una gran historia de amor, ya que estas mujeres no dudaron en dar su vida, con tal de buscar a ese hombre que amaban, aunque para ello, deben irse al más allá. La situación complicarse, cuando estas mujeres ( o las almas de ella mejor dicho ) de estas mujeres se encuentran en el cementerio. Se sorprenden mucho al encontrarse en esas circunstancias viejas conocidas y enemigas a la vez, ya que en vida, se acusaban de haberse quitado novios, de haber copiado lo que la otra estudiaba, en definitiva, de desear lo mismo, Sin dudas tenían mucha rivalidad y no pueden creer que aún muertas se debían seguir viendo. Sería ese un castigo divino ??
No vamos a contar mucho más, ya que la trama tiene varias sorpresas reservadas y queremos que los espectadores, las descubran cuando vean la obra, solo adelantaremos que pese a buscar por toda la necrópolis al hombre amado y husmear en todas las tumbas, aquel hombre amado, que las llevó allí, no aparece.
Se darán díálogos desopilantes entre estas dos mujeres, muchos momentos graciosos y gags que no queremos anticipar, en esta comedia negra, que pese al tono humorístico permanente que tiene, deja espacio para la reflexión, ya que se tocan temas filosóficos, como la religión y la muerte.
Es hora ya de hablar, de las grandes protagonistas de la noche, nos referimos a Thelma Demarchi y Marcela Grasso, que conforman una dupla exquisita, ya desde lo físico y postural generan risas, por el contraste entre ambas. La química que se genera entre ambas es notable, se complementan en todo momento, saben darse los pies justos, manejando los tiempos de la comedia a la perfección y sin dudas son muy talentosas, ya que saben explotar en gran forma, un texto muy rico.
Nos gustó mucho la puesta de Cristina Miravet, que logra darle mucha dinámica a la trama, con elementos para destacar, como el muy buen diseño escenográfico de Fabián Orfano, un lucido vestuario de Belén Rubio y el destacado diseño lumínico de Ernesto Giannone, que contribuyen a una puesta atractiva, que cuida todos los detalles y posee una frescura, que se manifiesta en varios momentos, como por ejemplo, el imperdible ringtone, que suena cada vez que el mismísimo Dios, las llama al celular.
No vamos a contar más, recomendamos la obra fervorosamente, se van a reír mucho durante la función y seguramente al término de la misma, reflexionarán como nosotros, sobre temas trascendentales, como la muerte, donde vamos cuando dejamos la Tierra, la existencia de Dios y hasta donde podemos llegar por amor. Sin dudas, el humor es una excelente receta, para derribar barreras y poder tratar temas bien profundos, La Penúltima Oportunidad es una excelente, muestra de ello.
La ovación que los espectadores, la regalan a las protagonistas al final de la función, es una forma de agradecer, la divertida noche de teatro vivida y demostrar que cerrar el fin de semana, a pura risa, es una terapia muy recomendable.
Pensador Teatral.
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