Sábados 20 hs en Paraje Artesón ( Palestina 919 )
Emotivo y sensible texto escrito por Laura Mosquera, que nos acerca una historia de amor y de militancia, de una joven pareja, que en plena dictadura a fines de los setenta, planifican una vida juntos, proyección que se verá interrumpida brutalmente por el horror de un régimen, que los separará y abrirá heridas, que pasados muchos años, aún no cicatrizan.
"El problema que tuvimos las parejas de los 70, fue que necesitábamos tanto cuidarnos las espaldas, que nos olvidamos de mirarnos a los ojos " . Esta elocuente frase escuchada por Laura, fue la que sirvió de disparador, para escribir esta fuerte historia de amor, de compromiso, de dolor, pero también de búsqueda sanación en el presente.
La obra, que transita su segunda temporada, con muy buen suceso, se inicia con una escena fuerte y perturbadora. Una pareja mayor, sentada espalda contra espalda, llevando cada uno un espejo, con el que se observan a través del reflejo del mismo. No logran mirarse a los ojos, hay algo que los distancia, el ambiente es tenso, el pasado no fue fácil y dejó sus secuelas. La mujer se nota enojada y marca la distancia, tanto es el rencor, que no puede soportar mirar a los ojos, a su compañero. El espectador desconoce los motivos, aunque algo intuye,
Para salir de esta frío presente, deberán evocar el pasado, recordar aquellos años, cuando eran jóvenes luchadores, militantes e idealistas, compartían ideas y los unía el amor. El destino prometía mucho, hasta que llegó el horror y las ilusiones de felicidad eterna, se derrumbaron como un castillo de naipes.
El texto juega de manera inteligente y atractiva, con la pareja mayor del presente y ellos mismos de jóvenes, pero muchos años antes. Dialogarán entre ellos, se darán consejos y tratarán de reflexionar sobre ese pasado amargo, para reescribir un mejor presente. Podrán lograrlo ?? Es posible entender la situación del otro, ponerse en su lugar y poder perdonar de corazón ?? O el rencor será tan fuerte, que el amor pudo quebrarse para siempre ?? No vamos a responder esas preguntas, dejaremos que cuando vean la obra, descubran que sucedió finalmente con esta pareja.
Debemos destacar especialmente,las actuaciones que tiene la obra, todas ellas muy comprometidas con la historia. La pareja del presente, la conforman Laura Mosquera, la propia autora y Rubén Cohen, ambos aportan su experiencia al servicio de la obra, componiendo personajes sensibles, que reflejan dolor y a la vez un amor profundo, que perdura a través de los años. Nos gustaron muchos sus actuaciones.
Mariano Madrazo es el muchacho del pasado, el que tuvo miedo, hizo lo que pudo, aunque sabe que debió hacer más. Muy bueno lo de Mariano.
Para el final dejamos a Natalia Pascale, la chica del pasado, la militante que sufrió en carne propia la violencia de la dictadura y que ahora debe convivir con el dolor. Natalia es una joven y talentosa, actriz, a quien ya elogiamos por trabajos anteriores. Comprometida y habituada a papeles que requieren mucha entrega física y emocional, siempre disfrutamos mucho viéndola en escena y aquí, nos vuelve a regalar una magnífica interpretación,
La dirección de Sandro Mlynkiewicz, colabora al lucimiento del elenco, con una puesta despojada desde lo escenográfíco y muy rica desde lo visual, bella desde lo estético, con un destacado diseño lumínico de Víctor Olivera, que es importante para generar los diferentes climas y el original recurso de esa pantalla como fondo, donde se proyectan imágenes, que no son testimoniales, sino que incorporan a los actores, a las mismas.
La obra es fuerte y emotiva, movilizando al espectador sin recurrir nunca al golpe bajo, con un enfoque original, ya que si bien existieron, varias obras que nos hablan de los horrores de la dictadura, en Un Ojo de la Cara, la autora pone la lupa en lo humano, en el amor en esos tiempos difíciles, resultando muy valioso, el mensaje que transmite la autora, eligiendo no quedarse solo en el dolor y recuerdo de los protagonistas, por un pasado ingrato, sino plantear una mirada esperanzadora, de cara a lo que viene, logrando tomar fuerzas de los lánguidos momentos vividos, para reinventarse, en un presente y un futuro, que debe encontrar a estos seres, juntos y unidos, ganando la batalla, contra esos victimarios, que desearían verlos abatidos.
El emocionado aplauso, con que los espectadores, despiden a los actores al término de la función, es una clara demostración, que la obra llegó al corazón de los presentes, colaborando a no perder la memoria, acerca de un pasado, que no debe volver, pero sin dejar de pensar, en un futuro esperanzador.
Pensador Teatral.
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