Viernes 21 hs en Beckett Teatro ( Guardia Vieja 3556 )
Desde Canada, llega este texto, escrito por Judith Thompson, una de las dramaturgas más reconocidas en su país. Sus obras se han representado en la mayoría de los países de habla inglesa y recibió gran cantidad de distinciones por sus trabajos, entre ellas, la Orden de Canadá, el Toronto Arts Award y el Premio Susan Smith Balckburn, competencia mundial, que distingue a la mejor obra escrita por una mujer, en idioma inglés.
Y como llega un texto de una autora canadiense a nuestro teatro independiente ?? Ahí es donde aparece Pablo D´Elia, joven director, que estando en Toronto, por haber ganado una beca de formación del Fondo Nacional de las Artes, encontró en una librería de saldos, un libro que primeramente le pareció interesante por la tapa. Era Watching Glory Die ( Viendo a Gloria Morir ) .Lo leyó en un día y allí fue cuando arrancó este proyecto. Indudablemente el texto lo movilizó ya que se basaba en una historia real, de una joven que pasó la mayoría de su adolescencia en diferentes prisiones del Canadá, padeciendo las arbitrariedades, de un sistema represivo que nunca si interesó en comprenderla.
Pablo que también fue el que tradujo la obra, optó por una adaptación bastante fiel, conservando las locaciones que se mencionaban en el libro de Thompson, algo que al tratarse de una historia real, le otorga una mayor veracidad a la misma.
Contemos que Gloria, era una adolescente que con catorce años ingresó a un instituto de menores, luego de un incidente menor con un cartero. La lógica indicaba que luego de unos días, volvería a casa, pero algunos problemas de conducta, primero en el correccional y luego a otros establecimientos, en un cadena de castigos por sus problemas de conductas que se hizo interminable, terminando de manera inexplicable en en una prisión de máxima seguridad, con los delincuentes más peligrosos del país. Estando allí con veinte años, es el momento temporal que toma la obra de su vida.
No vamos a contar más, para conservar el suspenso, pero cuando el espectador vea la obra, notará que muchas de las reacciones de Gloria no aceptables para el sistema represivo, no eran un acto de rebeldía, sino producto de los episodios de esquizofrenia que sufría la adolescente.
La puesta del director es realmente original y agrega mucho valor a la elaborada dramaturgia de Thompson, ya que ofrece tres planos diferentes, desde donde puede observarse la historia. Esto se consigue mediante un efectivo diseño escenográfico que divide los planos en tres, estableciendo un espacio para la casa de la madre adoptiva de Gloria, otro para la guardiacárcel y el último para la adolescente en su celda, cada una de las mujeres estará en su espacio, solas, sin contacto con las otra y en forma de monólogos que se irán intercalando, relatarán los hechos y la reclusión de Gloria, desde su punto de vista.
Hay actuaciones realmente de gran valía, arrancando por Mercedes Fraile, como esa madre que añora el retorno de su hija adoptiva. La demora en ese retorno y los obstáculos que aparecen cada vez, que Gloria está por quedar libre, parecen haber minado el espíritu de una madre tierna, pero que parece resignada y sin fuerzas. Una actuación muy sentida la de Mercedes, plena de sensibilidad, que destacamos.
Armenia Martínez, es Abby, la guardiacárcel, el brazo ejecutor de la ley. Su hermano hace unos años se desempeñó en la misma función, por lo que la profesión viene de familia. Tiene bien en claro, cuales son los límites de su función y hasta donde puede ceder. La humanidad no está es parte de su trabajo y nunca hay que olvidarse, que están lidiando con delincuentes, por eso deben mostrarse fuertes y siempre respetar los protocolos. Una excelente interpretación la de Armenia, en un papel nada fácil.
Por último, debemos mencionar a Lucía Tomas, como Gloria, para nosotros la gran revelación de la obra. Nos encantó la composición de personaje que realizó Lucia, una joven actriz, que aquí encuentra terreno fértil para lucirse y aprovecha muy bien su oportunidad, porque nos regala una actuación superlativa, con un histrionismo y una energía que llega al espectador, que se enternece por esa niña frágil y profundamente incomprendida, que no deja de imaginar su vida sin estar encerrada.
Como dijimos anteriormente, la puesta es muy rica y tiene varios ítems para destacar, arrancando por el efectivo y potente diseño escenográfico de Jorgelina Herrero Pons, que resulta fundamental en la trama, el diseño lumínico de Verónica Laza y la incorporación del video y el mapping, en manos de Silvia Maldini ( buen aporte tecnológico ) No nos olvidemos tampoco los sonidos y la música de Cecilia Candia, que acompañan todo el desarrollo de la trama.
Todos los recursos mencionados, coordinados por el director, colaboran para enriquecer la puesta, dotándola de una belleza estética y una poesía, que parecen atenuar el hondo drama que envuelve a la historia, que la autora nos cuenta.
Resumiendo, Viendo Morir a Gloria, es una excelente propuesta que nos acerca el teatro independiente, ya que nos permite ver como un caso real sucedido en Canadá, un país que podemos tener como modelo, no es garantía que sistemas represivos, que parecen aceitados, tengan una falta de humanidad alarmante, apegándose a procesos rígidos e inflexibles, que no comprenden algunas situaciones, como la de Gloria, con las consecuencias que esto puede traer.
La obra es profunda y además de conmovernos, nos hará reflexionar, concluyendo que si estos casos suceden en sociedades desarrolladas, ni queremos imaginar lo que puede acontecer en nuestro país, donde las condiciones carcelarias son lamentables en la mayoría de los casos, con infraestructuras obsoletas y un sistema colapsado, que está muy lejos de dar condiciones dignas de detención y mucho menos pensar en la reinserción de los reclusos.
Resumiendo, en esta pieza, vemos como, confluyen una dramaturgia elaborada, una dirección lúcida, una puesta muy rica en recursos y actuaciones muy destacadas, de un elenco que se muestra muy comprometido con la historia. Por lo tanto, no es de extrañar, que Viendo Morir a Gloria haya resultado el espectáculo ganador del Premio Artei a la Producción Teatral Independiente 2018. El aplauso emocionado que el público tributa a las actrices al final de la función, no dejan dudas de lo merecido del reconocimiento y que la obra llegó al corazón del espectador.
Pensador Teatral.
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