martes, 9 de julio de 2019

Príncipe Azul

Dramaturgia de Eduardo Griffero y Dirección de Thelma Biral.










Martes 20 30 hs en Teatro Regina ( Av. Santa Fé 1235 )

Llega al Regina, una renovada puesta de la emblemática pieza de Eduardo Griffero, estrenada en los años 80 en un Ciclo de Teatro Abierto, causando gran revuelo, ya que en aquellos años hablar de amor entre dos personas del mismo sexo, era una verdadera osadía.  Eran épocas de dictadura en nuestro país y la libertad sexual, no era algo aceptable, por un régimen que abogaba por una moralidad estricta, al mismo tiempo que cometía los crímenes más atroces.










A cuarenta años de aquel estreno, llega esta puesta que en un contexto muy diferente, pero mostrando una vigencia absoluta y con condimentos muy especiales. El primero de ellos, es que Thelma Biral, una actriz de enorme y exitosa carrera, hace aquí su debut como directora, mostrando que siempre se está a tiempo de iniciar un nuevo camino y en su caso, poder volcar toda su experiencia y conocimiento, en la faceta de dirección de actores.

Al debut de Thelma como directora, se le suma la elección de una gran pareja protagónica, nos referimos a  Edgardo Moreira y Fito Yanelli, dos verdaderos animales de teatro, que practicamente nos darán una clase abierta de teatro, para deleite de los espectadores.









Contemos brevemente que Príncipe Azul, es una historia de amor profundo, aquel que llega luego de la pasión. Juan ( Edgardo Moreira ) y Gustavo ( Fito Yanelli ) se conocieron cuando eran adolescentes, sus familias coincidieron en unas vacaciones en esas playas y los jóvenes se hicieron amantes y vivieron un verano de fogosa pasión. Pero sus familias no aprobarían ese amor tan intenso, como prohibido, por eso decidieron separarlos y prohibieron que se volvieran a ver.

La separación era irreversible y dolorosa, pero los adolescentes hicieron un pacto, se juramentaron volver a encontrarse cincuenta años después, en esa misma playa, con ese mismo muelle de fondo, La promesa resultaba fascinante. Pero podrían cumplirla esos casi niños ?? Seria tan fuerte lo vivido que cincuenta años después recordarán la promesa y acudirían a aquella cita ?? O el recuerdo quedaría sepultado en el correr de los años ??









No vamos a contar mucho para mantener el suspenso, solo diremos que la obra tiene enrome cuota de sensibilidad y emotividad. Nos encontraremos con dos hombres maduros, que abrirán su corazón, para recordar ese amor adolescente que vivieron hace cincuenta años y que los marcó a tal punto. que nunca dejaron de recordar aquella la promesa que habían efectuado.

Pero podrían superar el paso del tiempo y una vida ya construida ?? El enamoramiento puede atesorarse y volver un día, como si el tiempo se hubiera detenido todos esos años ?? Tendrán aquellos hombres las agallas para sostener aquella pasión ?? Son todos interrogantes, que se develarán cuando vean la obra.

Las actuaciones de Edgardo Moreira y Fito Yanelli, son fenomenales, uno componiendo a un actor de vida bohemia, que pasados los años, vive su soledad con algo de pesar, siendo un teatrucho de dudosa reputación, su morada más habitual. El otro, casado, con hijos y nietos, estudio leyes y hoy ejerce como juez, siendo un ejemplo de rectitud. Dos vidas casi opuestas, pero con una historia de común que los une.











Es un placer poder observar a dos actores con tanto oficio y presencia escénica, como pueden lucirse cada uno en un monólogo diferente , donde dejarán su impronta y luego juntos, en un tercio final para alquilar balcones, que los unirá en un diálogo que atrapa. Excelentes interpretaciones de Edgardo y Fito, que muestran mucho química juntos.

La puesta resulta atractiva y nos propone un ambiente íntimo, para que el espectador puede espiar a estos dos hombres y viajar con ellos por sus recuerdos, por esas playas y ese mar inmenso que los observa ahora y también los observó cuando eran chicos. La escenografía es desprovista, solo un banco alcanza, como marco para la historia, ya que serán los actores y sus palabras, los que dan vida a la trama.

Príncipe Azul tiene muchas virtudes, presentando un texto sensible e intenso, que emana ternura y nos invita a reflexionar sobre como muchas veces, nos vemos obligados a vivir la vida que podemos y no la que queremos. Deseos y pasiones que muchas vecen quedan relegadas por un entorno, que nos marca un camino, en apariencia políticamente correcto, pero que no es,  el que elegiriamos con el corazón. El problema de ello, es que la mayoría de las veces nos arrepentimos de las elecciones equivocadas, cuando ya es demasiado tarde, para modificar el rumbo de los acontecimientos.










Confluyen entonces, una dramaturgia potente y vigente, la dirección sensible de Thelma Biral, una verdadera leyenda de nuestro espectáculo y como frutilla del postre, dos actores de raza, que se confabulan, para regalarnos una noche soñada de teatro.

Los aplausos emocionados, de los espectadores al término de la función, no dejan dudas, que la obra movilizó y mucho. Príncipe Azul, es una de esas piezas entrañables, que la generosa y rica cartelera porteña nos ofrece y que ningún amante del buen teatro, debería deja de ver.



Pensador Teatral.

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