Domingos 17 hs en Vera Vera Teatro ( Vera 108 )
Hasta el Martes, obra escrita por la joven dramaturga Verónica Mc Louglhin, recorre su segunda temporada, con excelente respuesta de público, algo que se explica por la cotidianidad y calidez que presenta esta historia mínima, que se convertirá en gigante, resultando cercana y bien reconocible para el espectador.
El texto sensible y tierno, nos hablará de la dificultad que puede resultar, el desarrollar algunos vínculos humanos, cuando llegamos a una edad madura, momentos en que la resignación por el rumbo que el destino nos deparó ya parece imposible de modificar y son momentos de aparición del fantasma de la soledad como nuestro mejor compañero. La suerte parece ya echada, pero las esperanzas nunca de deben perderse, porque en el momento menos pensado, puede aparecer el bichito del amor y del enamoramiento, para causar una revolución.
La historia que nos propone la autora, nos hablará de Don Mario, viudo hace quince años y con un hijo lejos, que vive solo en su departamento de La Paternal. Es un hombre de barrio, que trabaja arreglando electrodomésticos en un negocio propio, que tiene a pocas cuadras de su casa. Su vida es rutinaria, trabajar, escuchar la radio y cada tanto encontrarse con sus amigos para hablar de fútbol, son sus actividades habituales.
Pero cuando nada lo hacía presagiar, el desorden reinante en su departamento, comentado a alguno de sus amigos, hace que le recomienden a una señora para que vaya a limpiar a la casa. Así es como una noche como cualquiera otra, se encuentra llamando a esa mujer, que se llama Azucena, que vive en Moreno y se gana la vida limpiando casas, para poder criar a su hija y mantener su marido que hace ya tiempo está enfermo y pasa muchos días internado.
Azucena responde al llamado y a los pocos días estará en la casa de Don Mario, viendo lo mucho que debe acomodar en una casa, que hace varios años, no recibe una limpieza profunda. Duda en aceptar el trabajo, pero tal vez algo lo enternece, en aquel hombre atento y tímido, que la recibe con amabilidad y rápidamente llegan a un acuerdo, para ir todos los Martes a su casa.
No vamos a contar más, preferimos dejar que el espectador se sorprenda cuando vea la obra, solo diremos que cada martes que pasa, el vínculo entre ellos, se irá estrechando, descubrirán algunos gustos musicales en común, las charlas se irán volviendo cada vez más personales, dejando al descubierto la profunda soledad que envuelve a la vida de ambos, aunque no lo quieren demostrar.
Es hora de hablar ya de las actuaciones, porque si bien es cierto que el texto es cercano y muy reconocible, quienes lo elevan y lo potencia, son los intérpretes elegidos, nos referimos a Mauricio Minetti y Karina Antonelli, que se adueñan del texto y de ese clima íntimo que la trama pide para deleitar a los espectadores.
Mauricio Minetti, dará vida a un Mario muy querible, al que le cuesta expresar sus sentimientos y que recurre mucho al humor y a los refranes para decir algunas cosas que no se atreve a manifestar de manera directa. Nos encantó la composición que realiza Mauricio, de un hombre bohemio, que tiene mucho amor por dar.
Karina Antonelli, por su parte es una Azucena luchadora, que sabe lo que es el sacrificio, una constante en su vida, que la obligó a dejar de lado algunas vocaciones, para ganarse la vida de manera digna, limpiando casas. Magnífica la aparición de Karina, que en una primera impresión puede mostrarse algo dura, pero que corriendo un poco el velo, dejará al descubierto una sensibilidad a flor de piel. A su lucida interpretación, le suma su hermosa voz, que nos regalará un par de boleros a capella, que resultan un regocijo para los oídos.
Dos actuaciones que se lucen mucho en lo particular, pero que sin dudas se potencian en el conjunto. hubo una muy buena elección de parte de Verónica, de una dupla protagónica que se entiende a las maravillas en escena.
La puesta es realmente íntima, el espectador parece estar dentro de ese departamento, espiando lo que sucede dentro de esas paredes. Hay un diseño escenográfico fantástico de Emiliano Pandelo, configurando un cálido hogar, lleno de detalles y con esas estanterías cargadas de recuerdos. Un punto muy alto este, al igual que el diseño sonoro de Nico Diab, que nos traerá la música de Leonardo Fabio, Sandro y otros interpretes que serán fundamentales en la puesta, dándole un sello distintivo a la misma.
No queda mucho más para agregar, nos gustó muchísimo Hasta el Martes, una historia sencilla, pero potente, porque resulta creíble, cercana y sabe como llegar al corazón de los espectadores, que se emocionan con las vivencias de estos dos seres adultos, golpeados por la vida, que intentarán dar un paso adelante, demostrando que nunca es demasiado tarde, para que al amor golpee la puerta.
El lleno que presenta la sala en cada nueva función, es una muestra del poder del boca a boca en el teatro independiente, por eso no sorprende el cálido y prolongado aplauso que los protagonistas reciben al terminar la función, por un público que agradece, cuando el teatro les regala una obra tan entrañable como Hasta el Martes.
Pensador Teatral.
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