Dramaturgia y Dirección de Julián Marcove.
Miércoles 21 hs en Nun Teatro ( Ramírez de Velasco 419 )
Una propuesta muy divertida llega de la mano de Desperfectos, obra escrita por el joven dramaturgo Julián Marcove, que presenta un argumento simple, pero efectivo, dos vecinos que no se conocen quedarán encerrados en al ascensor y a partir de allí se darán varias situaciones graciosas y también mucho material para la reflexión.
Hay alguna situación más incómoda que viajar en ascensor con un desconocido ?? Si que la hay, que por alguna falla mecánica del aparato, quedemos encerrados con ese compañero circunstancial de viaje. Eso justamente, es lo que les sucede a Víctor ( Fernando de Rosa ) y Héctor ( Federico Ottone ), viven en el mismo edificio, son vecinos, pero se conocen solo de vista, nunca habían hablado antes y el destino quiso que se encontraran en esta situación nada agradable.
La espera comienza a alargarse e indefectiblemente deberán cruzar alguna palabra. El momento es incómodo, el espacio es reducido y deberán moverse cuidado para no rozar al otro. En un principio, intentarán pedir auxilio a los gritos, pero rápidamente desisten, nada peor que ponerse a gritar en un espacio tan pequeño. Aparecen las culpas dirigidas a Silva, el administrador del edificio. No es de extrañar, que con el nulo mantenimiento que brinda a las instalaciones, el ascensor puede fallar, sentencia Víctor, que al parecer conoce todos los movimientos de lo que ocurre en aquel edificio.
Los extraños se miden, se manejan con cautela, tratan de no mostrar sus nerviosismo, pero a medida que los minutos pasan, les irá ganando la angustia y se hace imposible mantener la compostura. Pero el momento crucial, se dará, cuando descubran que nadie los espera afuera del ascensor. Su ausencia no causará inquietud en ninguna persona. Ambos viven solos en su departamento, ni mascota tienen. Son casualmente dos almas solitarias que allí se han cruzado.
La obra que tiene una trama divertida y desopilante, que genera muchas risas en los espectadores, el trasfondo nos habla de la soledad, de vidas rutinarias y con pocas emociones, vacíos existenciales y como el destino a veces parece confabularse, para que algo cambie, para que dos personas solas y desamparadas, se encuentren. Sera pura casualidad aquel encuentro fortuito o el destino preparó la ocasión ?? La pieza dispara varios interrogantes, que nosotros no vamos a develar aquí para mantener el suspenso. Cuando vean la obra, descubrirán que sucederá con estas dos almas perdidas y fundamental si logran salir o no del ascensor.
El relato se apoya en dos excelentes actuaciones. Con personajes contrapuestos, tienen muchos puntos en común que irán apareciendo a lo largo que el relato avanza. Son estupendas las composiciones de Federico Ottone y Fernando de Rosa, que aprovechan el reducido espacio, para jugar mucho con lo corporal y lo gestual. Sus personajes muestran sus miedos, manías y esa profunda soledad que los atraviesa. Federico y Fernando se lucen mucho desde lo individual, pero sin dudas que juntos logran potenciarse y construyen interpretaciones de muy buena factura, que son muy festejadas por el público.
La puesta de Julián Marcove es minimalista, jugando con el ascensor que con paneles móviles que irán moviéndose, permitirán que el espacio de los actores se agrande o se achique según el momento del relato y además modificará el ángulo de visión de los espectadores. Mérito aquí de Félix Padrón a cargo del diseño escenográfico y también del diseño lumínico, que resulta importante para generar los diversos climas que irá pidiendo la trama.
Nos reímos mucho con Desperfectos, que casualmente llega en estos tiempos, luego de que tuvimos que estar mucho tiempo encerrados en nuestra casa por la pandemia. Aquí las circunstancias son diferentes, pero el encierro se repite y parece que en esas situaciones angustiantes, muchas veces tenemos tiempo de reflexionar sobre nuestra existencia, algo que sin dudas les ocurre a los personajes de la obra
En estos momentos donde reinan las malas noticias y cuesta encontrar momentos divertidos, resulta una excelente idea ver una obra como Desperfectos, que nos invita a olvidar de nuestros problemas y a reírnos mucho, juntos a estos dos perdedores, dos almas solitarias, a los que la mala suerte se empecina en perseguir, obligándolos a soportar un largo rato encerrados con el otro, que tal vez por designio del destino y de un encierro paradójicamente liberador, puede resulta una oportunidad para encontrar un amigo, algo que ambos, aunque no lo confiesan, desean casi con desesperación.
Pensador Teatral.