Dramaturgia de Brenda Howlin. Dirección de Nano Zyssholtz.
Viernes 21 hs en Teatro Beckett ( Guardia Vieja 3556 )
Una hermosa sorpresa nos llevamos viendo Shamrock, este rico texto escrito por Brenda Howlin, que en clave de humor y con una trama muy divertida, nos hablará de la inmigración en la Buenos Aires del 1900, pero aquí no serán españoles o italianos los que llegan, sino que se trata de inmigrantes irlandeses, que dejaron su país debido a la hambruna desatada, cuando una plaga atacó a la papa, principal alimento de la población, causando desnutrición y epidemias, provocando que muchos irlandeses, debieron dejar su patria.
La elección del tema de la obra, que surgió de un taller de dramaturgia, no es casual, ya que la autora tiene familia irlandesa por parte de su padre. Ese fue el disparador para que en su mente se materializara la imagen de una irlandesa bajando de un barco, como comienzo de la historia a contar. Brenda eligió escribir la historia en verso, algo que resultó todo un desafío tanto para ella, como para los actores, pero una vez logrado, esto queda plasmado en un texto extremadamente divertido, ya que muchas veces para llegar a la rima, los personajes tienen que forzar alguna frase para cumplir la métrica y eso le dá un toque desopilante y muy gracioso a alguno de los parlamentos.
La trama se inicia, con la llegada al puerto de Buenos Aires de Mery ( Carolina Setton ), una chica irlandesa virgen y inocente, que casi fue subida a la fuerza al barco por su familia, que parecía querer librarse de ella. Aquí en teoría la estaría esperando su prometido, Dido Clancy ( Pablo Kusnetzoff ) que llegó de tierras irlandesas hace ya un tiempo y estaba afincado en la ciudad. Pero Dido no aparece. Quien está en el puerto, es Patrick ( Alejandro Gigena ), jóven irlandés, llegado hace un tiempo también a Buenos Aires. El está esperando que desde ese barco baje su prometida. Pero su novia tampoco bajará y quien le dá la noticia es la propia Mery, que le entrega una carta dirigida para él, donde la ahora ex, le anuncia la rotura del noviazgo y como consecuencia de ello, la cancelación de su viaje.
El encuentro se produce de manera natural, la recién llegada, está desconcertada por el plantón y no sabe donde ir, pero Patrick que estaba triste y solo, se ofrece a ayudarla a moverse en una ciudad que le resulta desconocida, Él conoce a Dido y le cuenta que la dejó plantada por otra mujer que conoció en Buenos Aires. Para aliviar las penas, la invita a comer un pebete en el Café Tortoni y allí dará comienzo una serie de enredos y de situaciones graciosas, que arrancan y no pararán más, generando las risas del público, que sigue encantada una trama tan desopilante como graciosa.
Patrick llevará a Mery, al Hotel de los Inmigrantes, ya que allí puede quedarse gratis un par de días. Quien atiende el hotel, es Rita ( Justina Grande ) una porteña voluptuosa y temperamental que no la recibe de muy buena manera. La casualidad quiere que justamente Rita, sea la mujer que conoció Dido en Buenos Aires y que es su actual novia. Los minutos de Mery allí parecen contados, ya que de mala manera, le comentan que el hotel está completo, pero sacará un as de la manga, unos scones que trajo para comer en el barco desde su Irlanda natal. Rita y su jefe prueban esos deliciosos scones y quedan enloquecidos. El trato surge al instante, Mery se puede quedar alojada allí y con empleo, ya que trabajará en la cocina, preparando ese manjar irresistible, gracias a la receta familiar.
Las mujeres engañadas por el mismo hombre se harán amigas y se darán momentos muy divertidos, entre ellas y los hombres irlandeses. No queremos contar más, para mantener las muchas sorpresas que la trama nos tiene reservada. Solo diremos que la obra recorrerá lugares emblemáticos de Buenos Aires, como el Café Tortoni, la Confitería Las Violetas y El Rosedal. Además tendremos una escena muy graciosa que parece salida de una película muda y momentos musicales bellísimos, donde el tango y la música celta dirán presente.
El relato y la trama tienen una variedad de recursos y una creatividad, que supera con creces lo habitual en el teatro independiente y esto provoca que Shamrock ( nombre que recibe el trébol verde de tres hojas, símbolo oficial de Irlanda ), sea una obra angelada, una comedia muy divertida, que el público disfruta muchísimo. Y eso que todavía no hablamos de las actuaciones que presenta la pieza, magníficas todas ellas y por ello les vamos a dedicar una párrafos a las mismas.
Arranquemos por Carolina Setton, que dá vida a una amorosa Mery, que baja asustada del barco, dispuesta a cumplir el mandato de su familia, que la enviaba para que se casara con el hombre al que ellos habían elegido, pero que a medida que la trama avanza irá ganando en autoestima y buscará cumplir su sueño, de ser una mujer independiente, algo que en aquella época no era normal, pero guiño de la dramaturgia mediante, que se aggiorna a estos tiempos, aquí lo veremos. Encantador personaje el de Mary.
Otro personaje muy querible es el Alejandro Gigena como Patrick, un irlandés torpe y muy divertido, de enorme corazón, pero muy poca suerte con las mujeres. En nuestra opinión el personaje más divertido de la historia, jugando mucho con lo corporal y con unos pasos de clown, en algunos momentos que no vamos a revelar aquí y que provocarán risas al por mayor en la platea.
La cofradía irlandesa se completa con Pablo Kusnetzoff, como Dido Clancy, un genteleman irlandés, mujeriego y verdadero encantador de serpientes, que realiza una composición magnífica. Sorprende con un inglés perfecto, que utiliza cuando a su personaje le conviene, al igual que algunos trucos de magia, que incorpora en su actuación en los momentos oportunos. Pablo, al que conocimos por su excelente trabajo en El Centésimo Mono, entrañable obra del off, además de ser un gran actor, es un eximio mago, habilidad que en una trama tan variopinta como esta, encuentra su espacio. En actuaciones muy parejas y seguramente, siendo injustos con el resto, a nosotros la de Pablo, fue la interpretación que más nos gustó.
Completa el virtuoso elenco, Justina Grande, como Rita, la única porteña de la historia, que resulta un verdadero torbellino en escena, con las emociones a flor de piel y una energía desbordante, para componer un personaje atolondrado, que se luce en el grotesco. Muy bueno de lo Justina, Se hizo algo larga la descripción del elenco, pero realmente las actuaciones son muy destacadas todas y merecían las menciones. Cuando ustedes vean la obra, confirmarán los que les decimos y seguramente como en nuestro caso, elegirán su personaje favorito, algo que les resultará sencillo. Si ya vieron a obra, pueden indicarlo en las comentarios, quien es su favorito.
Tenemos que dedicar al menos un párrafo a la estupenda puesta que nos propone desde la dirección Nano Zyssholt, donde el humor y el teatro físico serán elementos fundamentales para la dinámica que tiene el relato y que hace tan entretenida a la historia. Hay que mencionar también el ingenioso diseño escenográfico de Marcos Murano, que modificado por los propios protagonistas en escena, recrearán diferentes locaciones. El vestuario de época de Julieta Harca, aporta un toque de distinción a la historia y a no olvidarnos de la música celta, gran acompañante del relato.
Ya hemos contado mucho en estas líneas, solo concluir, que nos gustó encantó la propuesta de Shamrock, que con mucho ingenio, humor y escrita en verso nos contará una bella historia de inmigrantes irlandeses, que como tantas colectividades, en aquellos años, llegaron a la Argentina escapando de las guerras y las hambrunas, buscando un mejor porvenir en estas tierras que tanto prometían, algo que nos llena de tristeza, si miramos nuestra triste actualidad, un siglo más tarde.
Pero Shamrock, no deja espacio para estar triste, es una riquísima propuesta del teatro independiente, que nos hará reír mucho, apoyándose en una dramaturgia tan creativa como desopilante, una puesta muy divertida y las estupendas actuaciones del talentoso elenco reunido. La ovación de que recibieron los protagonistas al final de la función, fue de las más grandes que vivimos este año y bien merecida que estuvo, saliendo los espectadores de la sala, plenos de teatro y tarareando los cantos de las gaitas que resuenan en el aire del Beckett.
Pensador Teatral.