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Un texto sensible y pleno de poesía llega de la mano de Dulce Marta, obra escrita por Julia del Pecho, en tiempos de pandemia, algo que sin dudas se refleja en la dramaturgia y en la soledad de nuestra protagonista, que vive en una casa de madera ubicada en el cerro, donde trascurre sus días sola la mayor parte del tiempo, ya que su marido Rodolfo es minero y sale todos los días mucho antes del atardecer hacia la mina. Y esa soledad, le otorga libertad y tiempo para llenar su cabeza de pensamientos, algo que no siempre es del todo bueno.
La obra transcurrirá en una jornada laboral, que arranca bien temprano. Marta se levanta al alba, pasadas las cuatro de la madrugada y encuentra una notita de Rodolfo, que le desea buen día. Ella está contenta de vivir en aquella casa y lo primero que hace es salir afuera, para contemplar el enorme naranjo que tienen y que le proporciona las naranjas con las que ella se gana y llena su vida.
Marta pasa su día preparando dulce de naranja, ella se encarga de todo, recolecta las mejores frutas que caen del naranjo, las mira, les habla, las pela, prepara la olla donde cocinará el dulce, prepara los frascos que llenará una vez que su elixir está listo. Es todo un ritual, una verdadera ceremonia que Marta realiza con mucho amor, para lograr que su dulce sea el mejor de la comarca y el que más se vende en las ferias de productores que se arman. Algo importante para señalar, es que el espectador será testigo, de toda el ritual que describimos y disfrutará de una experiencia multisensorial, contemplando las naranjas, el jugo que sale de ellas cuando se las pela y ese olorcito tan particular, que de a poco ira llenando el ambiente.
No dijimos algo importante, los dulces de naranja de Marta, tienen algo muy especial, son dulces con deseos. Si, si, así como lo leen, dentro de cada frasco, hay deseos que nuestra protagonista introduce en ellos. Marta está deseando todo el tiempo, como por ejemplo, el deseo de tener un matrimonio feliz, el de ser madre pronto, entre otros. Pero no todos los deseos son buenos, hay también de los oscuros, porque la mente humana es compleja y cuando estamos solos, con mucho tiempo para pensar, muchas veces nos hacemos películas, que solo existen en nuestra imaginación y de todos modos nos juegan en contra.
No queremos contar demasiado de la trama, para no quitarle suspenso a la misma, solo vamos a decir que la tranquilidad con la que arrancó Marta ese día vá a desaparecer en un minuto, cuando aparecerá la duda. La duda sobre si su marido realmente fue a la mina a trabajar o se fue al pueblo, para pasar por aquel almacén donde otra mujer lo desea. Aparecen los celos en su mente y los deseos se transforman, ya no serán dulces, serán amargos y presagiaran tempestades.
La radio que acompaña la jornada de Marta y la de tantas personas que viven en esos parajes solitarios, nunca trae noticias importantes, por lo general son saludos de cumpleaños, avisos parroquiales, informaciones locales y poco más, la voz del locutor y la música llenan el tiempo vacío. Pero ese día, no era uno más, ya que a media mañana, las noticias anuncian que hubo un accidente en la mina y que hay un trabajador herido al que todavía no identifican. Marta entra en trance, le falta el aire. Su mente se nubla, está confundida, perturbada y preocupada. Sus malos augurios pudieron desatar alguna tragedia ??? Será posible revertir lo que se deseó ?? La culpa y el miedo la invaden, esperando que su querido Rodolfo regrese pronto al hogar y hasta allí vamos a contar. El resto lo descubrirán cuando vean la obra, porque ya les decimos que tienen que verla.
Momento de hablar de la protagonista de este unipersonal, la encargada de llevar a escena, lo que la autora plasmó en este bello texto escrito en poesía, siendo esto una exigencia adicional para la intérprete, que debe hablar en verso. Y digamos ya sin demoras, que Romina Oslé la protagonista de esta historia, supera con creces el desafío y nos regala una preciosa composición, apasionada y plena de sensibilidad.
Romina es una actriz joven y muy talentosa, a quien ya elogiamos otras veces en este humilde sitio. Recordamos haber destacado recientemente su gran trabajo en Bailan las Almas en Llanta, una entrañable obra del off, donde era Gladys, una chica con mucha calle y devota de Santa Gilda. Aquí en un personaje totalmente diferente, muestra su enorme versatilidad y la sensibilidad necesaria, para llevar adelante a una Marta humana, querible y vulnerable. Disfrutamos enormemente ver una interpretación tan completa y artesana, contemplar sus miradas, sus silencios y el amor con el que vive su cotidianeidad. Hermoso trabajo el de Romina.
El relato atrapa al espectador, que ingresa a ese universo que propone el texto, con aquella mujer sola en la casa, con el naranjo y la radio como única compañía diaria. Lo introduce en su día, que parece real y cercano. Y en ello mucho tiene que ver la delicada puesta que logra Ana Laura Suárez Cassino, quien además estará presente como voz en off en vivo, dando contexto a la historia y materializando algunos pensamientos de Marta, en un aporte que nos gustó mucho.
Importante también lo de Sebastián Dorso, músico en escena, a cargo de los sonidos que tiene la historia y muy importante para crear esa atmósfera íntima que el texto pide. No queremos dejar de mencionar el diseño escenográfico, con el naranjo dominando el exterior. Una puesta rica en imágenes, sonidos y aromas, que potencian el texto y que demuestra como el teatro independiente con ingenio y buenas ideas, obtiene productos de enorme belleza estética.
Creemos que hay contamos lo suficiente, Dulce Marta es una historia mínima, nacida en la pandemia, que tiene mucho para contarnos. El ambiente rural y pueblerino, lo otorga el ámbito ideal para que Marta rodeado de sus naranjas, pueda desear para sus frascos y para ella misma. Sueños que tenía de chica y que a lo largo que pasan los años, se van transformando en asignaturas pendientes, que pueden convertirse en frustraciones.
Confluyen un texto sensible y poético, una puesta que pone en movimiento los sentidos sensoriales del espectador ( vista, oído y olfato ) y una composición soberbia de la protagonista que llega al corazón. Una historia que arranca de manera plácida, irá sumando tensiones y habrá que estar muy atento, por que nos prepara un final un tanto inesperado y perturbador, que pondrá punto final a esta dulce y entrañable propuesta que el teatro independiente nos acerca.
Pensador Teatral.
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