Autoría de Aida Bortnik y Alejandro Doria. Adaptación y Dirección de Edgardo Rosini.
Miércoles 20 30 hs en Hasta Trilce ( Maza 177 )
Que buena idea ha sido asistir a Hasta Trilce, para ver La Isla, virtuosa adaptación teatral de Edgardo Rosini, de la película escrita a fines de la década del setenta, por Aída Bortnik y dirigida por Alejandro Doria, que llega al teatro independiente, en una estupenda versión, que se apoya en una puesta muy bella y en un gran despliegue actoral, que incluye nada menos que quince actores en escena.
La Isla, es una obra que nos habla de la locura y nos invita a reflexionar acerca de los límites difusos que existen entre los que supuestamente están locos y los que en teoría están cuerdos, que en este caso se manifiestan entre las personas que se encuentran internados en un instituto de salud mental y aquellos que viven fuera, en ese mundo hostil y cargado de violencia, que cada día se vuelve más complicado de habitar.
La obra es cruda y tierna a la vez, mostrando no una historia solamente, sino varias a la vez, ya que cada paciente internado, tiene una historia de vida que por algún motivo los terminó llevando a ese lugar. En la mayoría de los casos, cuando llegaron lo sentían como un lugar extraño, pero que ahora se convirtió en su hogar, en el que pasan sus días, algunos mejores y otros peores, pero echando raíces y sintiendo que los otros pacientes ahora son su familia real, aunque los familiares de sangre son los que en el caso de los más afortunados, llegan los días de visita, para compartir un rato con ellos, antes de retornar al mundo de los cuerdos, al que pertenecen y en el caso de los no afortunados, son los que llegan para saludar a los otros.
El texto emociona y llega al corazón de los espectadores, ya que de manera sensible expone las diferentes historias de vida, los miedos al enfrentar el afuera nuevamente, los problemas de comunicación, el sentimiento de abandono que puedan experimentar los pacientes más conscientes de su situación, que sufren la tristeza, la soledad y también la alegría de sentirse a salvo y protegidos de un exterior amenazante, todo ello compendiando y dosificado en cada personaje.
Como dijimos la dramaturgia presenta varias historias simultáneas, aunque la principal podríamos decir es la historia de amor imposible, que sucede entre dos pacientes jóvenes y de la que seremos testigos privilegiados, pero como ya mencionamos cada una de las historias tiene su peso y su carga dramática. Estamos seguros que cada espectador se enganchará más con una o con otra, de acuerdo a sus experiencias personales, pero todas impactan por su crudeza y hasta allí vamos a contar, para no adelantar más y que descubran ustedes cada caso, cuando vean la obra, porque sin dudas deben verla.
Momento de hablar de las estupendas actuaciones que presenta la pieza, ya que hay enormes trabajos actorales y gran mérito de Edgardo Rosini, el impulsor de este proyecto y director de la obra, clave en la elección de los actores y en la coordinación de tanto esfuerzo conjunto, ya que son quince los actores en escena y esto hace que la obra tenga una dinámica muy particular, ya que suceden muchas cosas en el escenario, por lo que hay que estar siempre atento para no perder detalle de lo que ocurre.
Por ellos, queremos resaltar semejante despliegue actoral, dentro del teatro independiente, donde todo cuesta el doble y lo habitual es tener una cartelera poblada de unipersonales, por eso en lo personal, disfrutamos muchísimo, cuando nos encontramos con una propuesta como la de La Isla, que convoca a tantos actores y permite ver el desarrollo de personajes tan variopintos, como ricos en matices. Gran desafío tenemos ahora, ya que con un elenco tan numeroso, nombrar a todos suena imposible, pero quienes son lectores de este sitio, saben que nos gusta hacer justicia con los actores que nos honran con sus trabajos, por lo que haremos algunas menciones.
Nos encantó la composición de Andrea Boass como Soledad, una chica que tiene un retraso madurativo y se enamora de Sebastián, interpretado por Martín Zoaras, un joven apuesto, que en un principio no habla y al que le cuenta cuentos. Gracias a ese acercamiento Sebastián, comienza a mejorar y empieza a nacer un amor entre ellos, de difícil concreción por las circunstancias que los envuelven. Esta relación es tal vez, la central de la historia y sin dudas enternece a los espectadores. Buenísimos los trabajos de Andrea y Martín, en lo individual y con mucha química entre ellos.
Siguiendo con las actuaciones destacadas, mencionar a Julieta Bravo, como Cora y Patricia Rota Forte, como Claudia, dos mujeres de personalidades fuertes que chocan mucho en el instituto y comparten algo, la profunda soledad que las envuelve, ya que ninguna de las dos, recibe visita de familiares. Flo Bartolacci como Magda, es una madre que teme volver al mundo exterior hostil, donde sufrió la infidelidad de su esposo y realiza un trabajo que conmueve, al igual que Haydeé Zanga, como Amanda, una de las pacientes de más años y querida por los demás.
Entre los personajes más alejados de la realidad, mencionar a Ramiro Dunogent, como un Lucas muy querible. Lucrecia Lamas, es una Juana siempre alegre y optimista, que se lleva muy bien con el informado Gregorio, Oscar Paiva, que siempre está con su diario. Maurucio Sajera, como Juanjo, es un personaje oscuro, que está allí internado por una situación difícil que protagonizó. Rául Corzi, es Michel, de profesión poeta, de los pocos que egresa del lugar cada tanto, pero siempre retorna, porque el mundo exterior lo deprime.
Y ya dejando de lado a los pacientes, mencionar a Celina Magendie, como Ema, una abnegada enfermera, que deja su vida allí, dando amor a los pacientes, a los que cuida como si fueran su familia. Y hablando de ello, la obra también muestra lo difícil que puede ser tener un familiar internado y allí debemos mencionar los estupendos trabajos de Gaby Barrios, una actriz notable, a la que ya elogiamos varias veces en este sitio, que compone a la madre de Soledad, con la que tiene una relación algo fría, todo lo contrario de Ariel Ragusa, que hace lo imposible para que su hijo Sebastián, vuelva a hablar y ser el de antes. Enormes composiciones de Gaby y Ariel, al igual que Pablo Lez, como el esposo de Magda, que la visita siempre, pese a los reproches que recibe.
Se hizo algo larga la descripción, pero entendemos que era justo extendernos, ya que gracias a la dramaturgia cada personaje tiene su desarrollo y eso sucede gracias a los muy buenos trabajos del elenco reunido, que con mucho amor consigue dar vida a sus personajes y dar a conocer sus diferentes historias, llegando cada uno de ellos al corazón del espectador, llegando seguramente la historia de cada uno de manera especial al público de acuerdo a las vivencias personales.
Hay que destacar la puesta de Edgardo Rosini, que aprovecha las generosas dimensiones que tiene el escenario del Hasta Trilce que resulta ideal para una obra con tantos actores, permitiendo que se desarrollen varias acciones en simultáneo. Hermosa la música original de Daniel Schnock, que acompaña las historias y las transiciones. Muy buena prestación de Mario Ramírez, para el diseño escenográfico y para el vestuario que caracteriza a tantos personajes. Y por último mencionar el diseño lumínico de Ayelén Pedemonte. Todos estos factores contribuyen a darle belleza a la puesta.
En definitiva, nos atrajo mucho la propuesta de La Isla, que acerca al teatro la problemática de la salud mental, que tal vez no sea un tema muy simpático, pero si es muy real, tratando el mismo como un mucho respeto y mostrando todo lo que puede sentir el paciente y también la visión de los familiares. Por situaciones personales, visité instituciones del tipo y realmente las caracterizaciones que realizan los personajes de la obra, son realmente acertadas y bien cercanas a la realidad,
Recomendamos vean la obra, sin dudas que se van a emocionar mucho con las historias de vida que se presentan, reflexionando sobre la línea delgada que supera la cordura de la locura y como muchas a veces algún acontecimiento fuerte que nos toque vivenciar, puede llevarnos del otro lado del mostrador. Una propuesta fuerte, plena de emociones y muy tierna, que gracias a una puesta lograda y entrañables actuaciones nos permiten disfrutar de una entrañable noche de teatro independiente y darle visibilidad a un tema tan importante como el de la salud mental.
Pensador Teatral.