domingo, 9 de septiembre de 2018

Almacenados

Dramaturgia de David Desola y Dirección de Susana Hornos.








Domingos 17 30 hs en La Carpintería Teatro ( Juan Jaures 858 )

Una obra que llega con acento español a la cartelera porteña, escrita por el catalán David Desola, prolífico dramaturgo catalán, con numerosas obras exitosas a lo largo de su carrera, nos presenta Almacenados, que tuvo enorme suceso en España, en versión protagonizada por José Sacristán, con enrome respuesta de público y de críticas.

La pieza que habla del mundo del trabajo, tiene una universalidad, que hizo que se represente en México, Perú, Costa Rica, Uruguay y Polonia, por mencionar solo algunos países. En esta oportunidad llega a La Carpintería de la mano de la talentosa Susana Hornos, directora y actriz española, con muchos vínculos en Argentina, que es sin dudas su segunda patria.








Almacenados fue escrita por Desola, en momentos que estaba buscando trabajo y en su país, el paro tenía cifras inquietantes. Lamentablemente los problemas de empleo, son comunes por estas latitudes y tal vez por ello, la obra tiene tanta vigencia y nos resulta tan cercana.

En un contexto complicado, con muchos postulantes para pocos puestos, el trabajo en vez de convertirse en un medio para ganarse de vida, se transforma en una obsesión, en un bien a conservar de cualquier manera, sin importar lo que debamos hacer a tal fin, incluyendo situaciones absurdas que tomamos como naturales.

Almacenados, se desarrolla en un depósito donde Lino, interpretado por Horacio Peña, arranca su última semana de trabajo, ya que en cinco días se jubilará, luego de 40 años en la empresa. Siempre en ese almacen, donde se reciben mástiles de barcos. Estuvo 11 años como aprendiz y 29 años sólo allí, como encargado de depósito.








En su última semana de trabajo, deberá capacitar al joven Nil, encarnado por Juan Luppi, que será su reemplazante. En esos 5 días, deberá capacitarlo y explicarle todos los secretos del trabajo, ya que la próxima semana, el joven deberá estar a cargo del depósito, sin su ayuda..

El choque generacional es evidente, Lino no parece muy contento de tener que jubilarse y encima dejar su puesto a un jovencito, que no parece capacitado para asumir tamaña responsabilidad. En ese inicio de relación, hay un evidente choque generacional, reina la desconfianza entre ambos. Lino es obsesivo con el trabajo y respeta a rajatablas los procesos, todo está establecido, nada puede cuestionarse, hay que cumplir las tareas como se viene haciendo a lo largo de años y  por lo tanto, no tiene sentido, cuestionar las tareas que si se hacen de determinada manera, seguro que es por alguna razón. En cambio Nil, es un millenian, que si bien respeta al mayor, tiene una mirada cuestionadora.

No vamos a contar mucho más, para mantener el suspenso, solo adelantaremos que veremos situaciones muy graciosas, entre ese viejo empleado mañoso y el joven recién llegado, que al principio está callado, pero con el correr de los días de esa semana decisiva y al ver que el teléfono no suena y los camiones con los mástiles para descargar no llegan, comenzará a preguntarle a un Lino, que no tienen muchas ganas de dar respuestas, por la carga de trabajo en ese depósito donde están asignados.








Como dijimos,  la pieza tiene momentos hilarantes,  desopilantes, que generan muchas risas en los espectadores, aunque la obra no es una comedia, las situaciones graciosas y por momentos absurdas, se generan de manera continua, realzadas por el gran trabajo de los protagonistas.

Horacio Peña, es el puntilloso Lino, que cumple a rajatabla las normas y es más, hasta se impone reglas más estrictas que las dictadas por la empresa, siendo como se dice más papista que el papa y exagerando la disciplina. Horacio es un actor exquisito. Quien escribe estas lineas, todavía recuerda su trabajo en Decadencia, hace más de 10 años en el Teatro San Martín con Ingrid Pellicori y desde ahí sigue sus trabajos.. Dueño de un histrionismo y una versatilidad admirable, Peña es un animal de teatro y aquí la directora, le brinda un espacio amplio para su lucimiento. Soberbia su interpretación y un placer verlo.







Su coequiper, es Juan Luppi, un joven actor, a quien vimos lucirse el año pasado en La Forma de las Cosas, resulta la  contracara perfecta de Horacio, con un estilo desafiante a las reglas establecidas. No se amilana de compartir el protagónico con Horacio, por el contrario se hace fuerte en el escenario, marcando las diferencias generacionales. Gran futuro el de Juan, se nota su buena madera.

Realmente un acierto de la directora la elección de la dupla protagónica, que con mucha química, logran darle muy buen recorrido al vínculo humano, tal como pide el texto.







La puesta que propone Susana es minimalista, con una escenografía desprovista y con pocos elementos formando parte de la escena, una máquina para fichar, un escritorio con solo una silla y poco más. Debemos destacar el uso de la luz y la oscuridad, para separar las escenas, al igual que los sonidos y la música original de Leandro Calello, que acompañan las acciones.

Almacenados no baja línea respecto del mundo del trabajo, al contrario, invita al espectador a que se cuestione el mismo, mediante algunas situaciones que pueden parecer absurdas o exageradas, pero que nos muestran la alienación que reina actualmente en muchos sitios de trabajo, donde el miedo a quedarse en la calle, dispara comportamientos que pueden resultar graciosos, pero que en verdad denotan un instinto de supervivencia.








Como conclusión, digamos que confluyen un guión entretenido y actual, una puesta cuidada y muy divertida, con dos interpretaciones excelentes, que hacen que Almacenados, sea una propuesta que además de disfrutarse mucho, nos invitará a reflexionar y a mirar internamente, cuanto tenemos de Lino nosotros y cuantos reconocemos en nuestros trabajos.

Párrafo especial dedicado a Susana Hornos, estamos muy contentos, de verla saliendo adelante y demostrando su talento y pasión por el teatro, esperando pronto su retorno al escenario, ya que es una actriz increíble.

Los aplausos prolongados con que el público que colmó la sala, despide a los protagonistas al final de la función, resulta un justo reconocimiento a la entrañable tarde de teatro vivida.




Pensador Teatral.

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