Dramaturgia de Pepe Cibrián Campoy. Dirección de Ana Padilla.
Jueves 20 30 hs en Patio de Actores ( Lerma 568 )
Llega a la cartelera porteña, este unipersonal escrito por Pepe Cibrián Campoy, que nos hablará de un personaje histórico de gran relevancia, como sin dudas fue Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Más conocida como Juana La Loca, que con dieciséis años, tuvo que viajar a Flandes, para contraer matrimonio con Felipe El Hermoso, archiduque de Austria.
Claramente fue un matrimonio por conveniencia organizado por los Reyes Católicos, por razones políticas y ella discutió mucho con su madre por esa decisión, ya que no le parecía para nada simpática, la idea de irse lejos de casa y unir su vida con un hombre al que no le conocía, aunque fue lo habitual en esa época. Pasado el tiempo, podemos aseverar que aquella decisión paternal, arruinó su vida, ya que tras la prematura muerte de su esposo, fue recluida y vivió más de cuarenta años encerrada en el Palacio de Tordesillas, víctima de las traiciones de su entorno más íntimo, recibiendo el mote de Juana La Loca.
En la obra que se presenta en el Patio de Actores, Juana ya está encerrada y aislada, sola con su alma y luchando contra las tempestades que navegan en su mente. La historia no presenta un relato lineal en el tiempo, lo que permite recorrer diferentes momentos de la vida de Juana, por lo que aparecerán fragmentos anteriores a su partida a Flandes, momentos que compartió con el esposo que amaba y desde luego el largo tiempo del encierro, que resultó una verdadera pesadilla. Algo lógico, ya que estuvo casi medio siglo confinada y sin contacto con el mundo exterior.
El relato logra trasmitir el profundo amor que sintió Juana por su amado Felipe y también los celos enfermizos que siempre le tuvo. El tema la obsesionaba y al contraer matrimonio, le hizo prometer a su esposo que le sería fiel y que siempre estarían juntos. La promesa no fue honrada, siendo los amoríos de Felipe, un secreto a voces, en la corte real, para pesar de Juana, que sufría mucho estos desaires. Comentan las crónicas de la época que su estado mental ya no era el mejor, para cuando la sorprendió la muerte repentina de Felipe el Hermoso, siendo este un golpe emocional durísimo para Juana, que no pudo soportar.
El texto de Pepe Cibrián, está escrito en verso, lo que significó un esfuerzo extra para Ana Padilla, la directora, para llevarlo a escena y un desafío enorme para la protagonista de la obra, que ya es hora de hablar de ella, nos referimos a María Seghini, que realiza una composición fantástica de este mítico personaje histórico.
Es sabido ya lo complejo que es llevar adelante un unipersonal, este texto en particular es muy exigente, ya que tiene parlamentos muy largos, que María debe sostener a lo largo de la trama, representando además otros personajes, como su madre la Renina Isabel, su esposo Felipe el Hermoso y su nieto Felipe II, entre otras figuras que entrarán al relato en gran forma, gracias a su repentización, para entrar y salir en segundos de los diferentes personajes.
Enorme el trabajo actoral de María Seghini, totalmente a la altura del protagónico, manejando con maestría los diferentes tonos de voz que requiere la trama, resaltan ojos tan expresivos y desorbitados que miran al publico como pidiendo auxilio por la prisión que sufre y ese recorrer frenético del escenario, tal animal enjaulado, que sufre el cautiverio. Descomunal interpretación de María, un placer poder verla en escena.
Mérito también para Ana Padilla, que cuando se abrazó al texto, inmediatamente pensó en ella, para representar a Juana y vaya que fue acertada la elección. Destacamos la sensibilidad de Ana en la dirección, con una escenografía despojada, solo un sillón majestuoso en el escenario como único elemento, para graficar la soledad de la protagonista. Hay un estupendo diseño lumínico de Gismondi, que genera climas estupendos en el relato y otro ítem para destacar es la música original de Ana Foutel. Una puesta minimalista, bella y plena de poesía logra la directora.
No vamos a contar más, el resto se lo dejamos a ustedes, cuando vayan a ver la obra. Sin dudas, la recomendamos, ya que se sorprenderán con la historia de amor, celos y pasiones que este personaje histórico tiene para contarnos, mostrando su sufrimiento y las traiciones que debió soportar a lo largo de su desdichada vida.
Como broche de oro, para la hermosa noche de teatro vivida, comentamos que el azar dispuso, que coincidiéramos en la función, con Pepe Cibrián Campoy el autor de la obra, que por primera vez veía esta versión. Verlo al final, aplaudiendo de pie a la protagonista, fue la síntesis perfecta de la velada teatral, una noche a pura emoción, de esas, que el teatro independiente cada tanto, nos tiene reservada.
Pensador Teatral.
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