Dramaturgia de Andrés Binetti. Dirección de Nicolás Manasseri.
Viernes 21 30 hs en Itaca Complejo Teatral ( Humahuaca 4027 )
Un texto profundo y perturbador nos acerca Andrés Binetti, de la mano de Petit Hotel Chernoby, una tragicomedia que jugando con el grotesco y una muy buena dosis de humor, presenta las historias de cuatro mujeres desamparadas, cargadas de penas y frustraciones, que forman una especie de cofradía para no sentirse tan solas, ante un mundo exterior hostil que las rechaza.
El relato se desarrolla en la pequeña habitación de una humilde pensión. El espacio es mínimo e insuficiente, hay una cucheta doble, un colchón, una mesa y un par de sillas. Son cuatro, pero lugares para dormir solo tres. Se huele la miseria en el ambiente, tienen lo mínimo e indispensable para vivir o mejor dicho para sobrevivir.
Además de la atmósfera opresiva que se respira en la habitación, también hay un aura de locura en esas cuatro mujeres que parecen detenidas en el tiempo, lamentándose por lo que la vida les fue quitando y viendo la forma de seguir adelante, aunque para ello deban crearse metas, que el fondo saben que son inalcanzables, pero sirven como un anzuelo para levantarse todos los días y hacer lo mejor que pueden.
El texto es profundo, por momentos divertido, con momentos absurdos y otros incómodos para los espectadores, que se ríen de manera nerviosa, con una mezcla de ternura y compasión, para estos seres sufrientes que no indudablemente no tienen todos los patitos alineados. No hay dudas que la vida fue dura con todas ellas y ahora las depositó en aquella habitación, sin saber muy bien porque.
No parece que hubiera alguna relación de parentesco entre las mujeres y la convivencia entre ellas no es sencilla. El espacio reducido parece incentivar las discusiones entre ellas y por momentos las charlas sin sentido o triviales, se transforman en peleas dialécticas furiosas, donde se lanzan dardos envenenados. Pero la espuma baja rápido y la supuesta normalidad retorna a aquella habitación. Son mujeres que están solas en este mundo, sin nadie que pregunte por ellas, por eso se cuidan entre ellas, se necesitan.
Y hasta allí vamos a contar, la dramaturgia tiene el mérito de atrapar al espectador, que sorprendido intentará descubrir la lógica en el funcionamiento de estas cuatro mujeres, si la hubiera claro y tomando las pistas que el texto irá dando, permitirá ir juntando las piezas, para armar el rompecabezas de las vidas rotas de estas mujeres.
No tenemos dudas, que el punto más alto de Petit Hotel Chernobyl se sitúa en las exquisitas composiciones de las cuatro protagonistas, personajes complejos, muy bien construídos, con características bien marcadas. Son cuatro actrices que le ponen el cuerpo y el alma a sus fuertes historias de vida. La calidad de sus trabajos merece que les dediquemos algunas líneas.
Arranquemos por Silvia Villazur, como Hélida, que es una especie de líder alfa en aquel sombrío lugar. Es quien más está conectada con el exterior y trata de poner una pizca de optimismo a una cotidianidad que no ofrece indicios para ello. Silvia es una actriz de gran experiencia, a la que recordamos haber elogiado mucho, por su participación en Las Vengadoras, donde representaba a una jefa policial bastante díscola. Aquí desde un rol completamente diferente, vuelve a mostrar un histrionismo y una presencia escénica que se destaca.
Sigamos con Alejandra Oteiza, que realiza una magnífica composición de una maestra cargada de bronca, contra esos alumnos maleducados que en vez de estudiar, prefieren faltar el respeto en clase. Su lograda personificación, nos recuerda a algún personaje de Gasalla, que cuando vean la obra seguro recuerdan. Muy bueno lo de Alejandra.
Y que decir de Martina Zampico, que dá vida a Magda, una frustrada tenista, que todavía no pudo ganar un solo partido. Tal vez sea por la miopía que le impide ver la pelotita, quien sabe. Desopilante su personaje, querible y muy tierno. Adorable la composición de Martina, la discípula de Gaby Sabatini. Todos desde la platea, hacemos fuerza para que pueda retirarse, pero solo después de haber ganado al menos un partido.
Y para el final dejamos a Flor Provenzano, que en la función a la que concurrimos, realizó un reemplazo y no se notó para nada. Aporta belleza y misterio a la trama, dando vida a La Nena, personaje sin nombre, que parece haber salido de alguna película de terror o fugado de algún hogar psquíatrico. Personaje muy complejo, resuelto en gran forma por Flor.
Se hizo algo larga la descripción, pero como mencionamos antes, la calidad de las composiciones lo ameritaban. Petit Hotel Chernobyl crea cuatro criaturas complejas, especiales y con un alto grado de dificultad para representar. Sin dudas las actrices, debieron trabajar mucho para encontrar el registro y energía que requieren estos personajes, algo que se logra con creces, gracias a sus estupendas interpretaciones.
Dediquemos también un párrafo a la atractiva puesta de Nicolás Manasseri, que le saca jugo al texto de Binetti, consiguiendo una trama con mucha poesía y lleno de imágenes, principalmente de ese exterior, al que no vemos, pero que imaginamos, gracias a los que nos cuentan estas mujeres. Rubros a destacar el diseño escenográfico que presenta la obra y el vestuario que potencia las virtudes de las composiciones.
No queda mucho más que agregar, celebramos propuestas originales como las de Petit Hotel Chernobyl que se animan a salir de la zona de confort y presentar historias reales de vidas de seres que sufren, aquellas que no aparecen en la tele, ni en las revistas. Personas heridas por la vida, maltratadas y excluídas, que contra viento y marea, deciden seguir levantándose todos los días, simulando normalidad y con la esperanza de encontrar ese golpe de timón, que les permita salvarse, pensamiento que si analizamos con un poco de perspectiva, nos resulta muy familiar.
Por todo lo dicho, los invitamos a ingresar a esta humilde habitación, para conocer a estas criaturas fantasmagóricas creadas por la pluma de Binetti y que llegan al escenario del Itaca, de la mano de cuatro estupendas composiciones, que nos permitirán disfrutar de una noche a puro teatro independiente, riendo y reflexionando sobre lo difícil que puede resultar el mundo para muchos y como pese a todo, la siguen luchando, porque mientras haya vida, hay esperanza.
Pensador Teatral.
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