Textos de Rodrigo Cárdenas y Gabriela Villalonga. Dirección de Gabriela Villalonga.
Domingos 18 hs en Nun Teatro ( Juan Ramírez de Velasco 419 )
Muy contentos estamos de nuestro retorno al teatro independiente, tras el nuevo paréntesis que tuvo la actividad por esta maldita pandemia, que irrumpió en nuestras vidas de manera sorpresiva, sin que nadie la llamara y que esperamos se convierta en breve en una pesadilla superada
Como decíamos, es una satisfacción poder retornar con Deviniendo Tato, una propuesta original, que resulta un cálido homenaje al recordado Tato Pavlovsky, un verdadero ícono de nuestro teatro. Multifacético y apasioando en todo lo que encaró, podemos hablar de Tato, como actor, dramaturgo y psicoanalista, dejando un importantísimo legado, siendo autor de memorables obras de la escena nacional, como Potestad, El Señor Galíndez, Rojos Globos Rojos,Telarañas y así podríamos seguir mencionado más títulos, que rápidamente vienen a nuestra memoria.
Autor comprometido con las problemáticas sociales, amante de la política y lejos de los círculos del poder, siempre con una mirada crítica en sus obras, que además de convertirse en un sello, le valió tener que exiliarse en España cuando la última dictadura que sufrió nuestro país lo incluyo en la listas negras, habituales es esos tristes tiempos.
Pero como dijimos la figura de Tato, era multifacética, ya que además de ser una figura reconocida y multipremiada de nuestro teatro, fue un referente dentro del psicoanálisis en Latinoamérica y unos de los fundadores del psicodrama, rama que apela a la terapia grupal y a la dramatización de las situaciones, como eje de acción. Allí es donde se fusionan el teatro y el psicoanálisis, apareciendo el acto de la creación y la multiplicación dramática, en sus recordadas sesiones.
Y allí precisamente es donde aparecen Rodrigo Cárdenas y Gabriela Villalonga, los autores de Deviniendo Tato, que participaron de esas sesiones grupales conducidas por Pavlovsky y entonces decidieron escribir esta pieza, que fue creada a partir de fragmentos de obras de Tato, artículos periodísticos, anécdotas y evocando también alguna de las situaciones que se vivieron en las sesiones de psicodrama, de la que ellos formaron parte, hace ya muchos años.
La idea estaba en marcha, faltaba plasmarla y como siempre decimos, para lograrlo debe encontrarse los intérpretes adecuados para plasmar el texto en hecho teatral y en este caso, se consigue el objetivo de traer a los diferentes personajes que participaron de una sesión imaginaria, con un solo actor. Si leyeron bien, la obra se estructura como un unipersonal muy particular, que representa un enorme desafío para el protagonista, que deberá dar vida a seis pacientes, al propio Tato, conductor de aquellos encuentros y reservando además un espacio, para hacer de presentador del relato.
Y realmente la elección fue muy acertada, ya que Maxi Sarramone, es quien se pone al hombro el texto y con una actuación descomunal, consigue desdoblar a todos los personajes ( algunos femeninos ) con maestría, mostrando una sensibilidad a flor de piel y una repentización admirable, para entrar y salir de cada personaje en segundos, logrando recrear diálogos entre ellos, con palabras o simplemente con miradas. No queremos ahondar mucho en ellos, para que se sorprendan como nosotros. Solo comentar que se van a encontrar con una interpretación fenomenal de Sarramone, que se muestra absolutamente comprometido con la dramaturgia y se entrega por completo, para deleite de los espectadores.
No vamos a adelantar demasiado de que se habla en aquellas sesiones, si diremos que los que conocen la obra de Tato, reconoceran algunos pasajes de sus obras y aquellos que no la conozcan tanto, descubrirán la teatralidad de aquellas sesiones, apareciendo en las mismas, temas que recorren a la humanidad desde siempre, como el miedo al paso del tiempo, a nos ser aceptados y a la muerte, que tarde o temprano nos espera a todos.
Debemos destacar la puesta minimalista que presenta la obra, con una estática muy lograda, que consigue transportarnos imaginariamente a aquellas sesiones, con esos siete almohadones esparcidos en forma de círculo en una alfombra, la bella música de Martín Pavlovsky y un cálido diseño lumínico de Gabriel Virtuoso, que contribuyen mucho a dar ese ambiente íntimo que el texto pide.
En resumen Deviniendo Tato, es una gran oportunidad para recordar o bien descubrir, para aquellos que no lo conocieron tanto, a una de las figuras más destacadas de la escena nacional, un intelectual que dejó su huella y un legado que en estos tiempos turbulentos, tiene una vigencia absoluta.
Es por ello que celebramos la apuesta de Rodrigo Cárdenas y Gabriela Villalonga, por la idea de brindar este sentido homenaje a Tato Pavlovsky, con un texto que fusiona el teatro y el psicodrama, dos pasiones de Tato, de la mano de un texto lúcido, una puesta bellísima y una interpretación superlativa de Maxi Sarramone.
La mesa del teatro está puesta, solo resta recomendar la obra e incentivarlos para que emprendan este viaje teatral, que les permitirá ser parte de aquellas sesiones de psicodrama dirigidas por Tato, donde la multiplicidad y lo concreto del arte de la actuación, estarán bien presentes.
Pensador Teatral.