Dramaturgia de Eugéne Ionesco. Dirección de Lizardo Laphitz.
Domingos 18 hs y 19 45 hs en Jufré Teatro Bar ( Jufré 444 )
Siempre es un buen ejercicio mental, seguir las obras de Eugene Ionesco, autor rumano, considerado uno de los más distinguidos referentes del teatro del absurdo, un género dominado por el grotesco, que expone la ridiculez de la existencia humana y la incapacidad de las personas para comunicarse. Su pesimismo es la base de este movimiento teatral que pone el acento en la falta de sentido de la condición humana.
Y quien toma el desafío de representar su dramaturgia, tarea que no resulta sencilla, es nuevamente Lizardo Laphitz, reconocido director y maestro de actores, que vuelca todo su experiencia en representar las obras más reconocidas del teatro del absurdo. Esta es la tercera obra, del autor rumano, bajo su dirección que vemos, La Lección fue la primera, La Cantante Calva la segunda y ahora llega Delirio a Dúo, texto escrito en 1961, pero que tiene una vigencia absoluta e inquietante a la vez.
Decimos esto, porque el marco de la historia es la guerra, en el exterior caen bombas, se oyen gritos, disparos y otros sonidos inequívocos del horror. Y mientras afuera todo es destrucción, en el interior de una casa vemos a una pareja que se encuentran inmersa en su propio mundo. Ella ( Julia Labadié ) está frente al espejo, luchando para peinar su nutrida cabellera y el ( Felipe Ponce de León ) sentado en una silla, intentando sintonizar las noticias con una radio portátil.
Pronto descubriremos, que hace años eran amantes, pero decidieron unir sus vidas, ilusionados con un futuro felices juntos. Para esta unión, ella debió dejar a su marido, colchonero de profesión y él tuvo que apurar los trámites de divorcio con su esposa. Pero los planes felices evidentemente naufragaron, ella le echa en cara, haber dejado atrás una vida plácida, donde seguramente iba a ser madre, teniendo varios hijos seguramente a estas alturas. Y él, también lamenta haberse divorciado y haber apostado a un amor fallido. Los insultos, algunos muy peculiares, vuelan en aquella habitación.
La relación evidentemente está rota, la infelicidad reina en la casa y parecen llevarse la contra en todo. Cuando ella tiene frío, el tiene calor y viceversa. No se ponen de acuerdo en nada, cualquier tema es propicio para arrancar una discusión y harán lo imposible por imponer sus opiniones, algo que no lograrán nunca, porque ninguno dará el brazo a torcer en sus puntos de vista.
Las discusiones por lo general son sobre temas triviales, pero la efervescencia que le ponen a cada disputa, haría pensar a cualquiera que los vé, que están discutiendo sobre temas trascendentales. Tienen gran cantidad de cuestiones que los enfrentan, pero tal vez la que más los sulfura, es la discusión sobre la tortuga y el caracol. Ella sostiene que son el mismo animal y el obviamente le discutirá a muerte que no lo son. Esto es una buena muestra del tenor absurdo de las disputas que mantienen.
Y mientras ellos están enfrascados en sus asuntos, afuera la guerra está en su apogeo, los tiros cada vez suenan más cerca, pero ellos parecen no notarlo o le quitan importancia, prefieren discutir, imponer sus razones y sobre todo culpar al otro de los males que están atravesando. Todo lo malo que les sucede es culpa del otro. En un momento, las explosiones y los movimientos de los soldados, estarán casi en sus narices y no les va a quedar otra que reaccionar o lo mejor será seguir con sus temas ?? Deberán ver la obra para ver que sucederá en esa casa, cuando los soldados finalmente irrumpan en su edificio.
La trama es realmente desopilante, el espectador ríe por lo absurdo de algunos diálogos, mientras vé pasar soldados que se arrastran en el exterior o hasta lanzan alguna granada, sin conseguir la total atención de los integrantes de esta particular pareja, que no entiende bien porque es la guerra, ni cuales son sus bandos. Todo lo que sucede en el exterior les resulta ajeno, lo que importante es lo que discuten ellos.
Representar este género, como dijimos antes, no suele resultar sencillo para los actores, por eso es importante la elección justa del elenco y sin dudas este punto es uno de los aciertos de Laphitz. La dupla protagónica conformada por Julia Labadié y Felipe Ponce de León está muy lograda, ya que ambos sintonizan a la perfección lo que el género requiere.
A Julia, ya la habíamos visto en la Lección y en La Cantante Calva, en ambos casos habíamos elogiado su trabajo, pero en esta oportunidad notamos un gran crecimiento en su prestación, posiblemente sea por el personaje que representa en esta oportunidad, lo concreto es que realiza una composición soberbia. Con fuerte presencia escénica, un histrionismo a flor de piel y la gracia que pide su papel, Julia redondea una gran interpretación, digna de elogios al por mayor.
Y aquí encuentra a un compañero ideal, nos referimos a Felipe Ponce de León, filósofo frustrado, parece tener una respuesta para todo y tratará de darle siempre, respuestas argumentadas a su pareja, que le refutará cada uno de sus argumentos. Su personaje es especialista en criticar a los demás, opinólogo profesional, siempre encontrará una excusa, para postergar alguna acción. Nos gusto mucho la actuación de Felipe.
Y como dijimos antes, ambos protagonistas realizan un gran trabajo en lo individual y saben como potenciarse en el conjunto. Excelentes trabajos. Pero no estarán solos en escena, los acompañarán de manera silenciosa la mayor parte del tiempo, Bruno Blasi, Juan Halac y Carli Velasquez, soldados con uniforme, que estarán presentes durante toda la obra y también desde antes del inicio, ya que al entrar al teatro, notaremos su amenazante presencia.
La puesta que presenta la obra, es otro punto alto, con muchos detalles que hay que destacar, arrancando por el logrado diseño escenográfico de Victor de Pilla, que presenta un hogar que se irá destruyendo conforme avanza el relato y la guerra. Buen aporte el vestuario de Alicia Guma, con gran cantidad de vestidos, que la protagonista se irá cambiando frente a nosotros. Por último, mencionar el muy buen diseño sonoro, aportando los sonidos de la guerra y elementos de utileria varios, de los que no queremos adelantar demasiado, para no quitar sorpresa, pero que constituirán otro momento desopilante. Esta puesta de Lizardo, es un ejemplo de como en el teatro independiente, el ingenio puede reemplazar a los recursos económicos y se pueden conseguir puestas tan logradas.
No queda mucho más para agregar, resaltar una vez más la vigencia de un autor como Ionesco, que a medida que pasan los años, más confirma esa visión de lo errática que puede resultar el comportamiento humano, mostrando en esta obra el sinsentido de la guerra y como muchas personas, sin importar lo que sucede en el entorno, estarán mirando su ombligo, entretenidas en temas triviales. También dejará expuestas a tantas parejas que conviven sin saber muy bien porque, tal vez sea por costumbre, ya que el amor se retiró hace tiempo y ya no hay puntos de coincidencia, lo único que los une es el espanto.
Nos divertimos mucho con Delirio de Dúo y por eso la recomendamos. Era la primera vez que visitábamos el Jufre Teatro Bar y fue muy auspiciosa esta visita. Nos gustó mucho el espacio. Cita de honor con Ionesco, un director experimentado y una dupla protagónica que se luce muchísimo en escena, confluyendo para una muy buena velada de teatro independiente, en la que además de disfrutar la obra, trataremos de dilucidar si el caracol y la tortuga son el mismo animal.
Pensador Teatral.