Miércoles y Sábados 21 hs en Teatro La Otra Orilla ( Gral.Uquiza 124 )
Dramaturgia y Dirección de Omar Pacheco.
Un espectáculo impactante que atraviesa los sentidos, el que nos propone Omar Pacheco con Dashua, que luego de más de una década de no estrenar una obra propia, vuelve al ruedo.
Omar Pacheco, es un dramaturgo muy talentoso, un verdadero estudioso del arte, hace 35 años se dedica a la investigación y a la formación de actores, con un estilo personal y totalmente opuesto al teatro tradicional.
Pacheco tiene un método de trabajo propio, creador del Grupo Teatro Inestable, sus trabajos son extremadamente cuidados, generalmente les dedica muchísimos meses de ensayos, antes de estrenarlos y siempre orientado a la fuerza de las imágenes, de los cuerpos, en su teatro la palabra queda relegada a un segundo plano, con una propuesta brillante desde lo estético y con una puesta que conmueve.
En Dashua, el autor, nos trae de manera implícita, de la locura del hombre, del abuso de poder que constantemente debemos soportar y en particular de la violencia que el hombre ejerce sobra la mujer,principalmente a través de preceptos religiosos y del poder.
Es importante señalar, que no hay una violencia explicita en escena,sin embargo la violencia se siente fuertemente en un ambiente cargado, donde la angustia y la tensión estarán presentes a lo largo de toda la función.
La puesta que nos propone el autor y director, es brillante, tiene una potencia inusitada, con un despliegue de recursos técnicos y estéticos, que sin dudas no son moneda corriente en nuestro teatro independiente.
Para conseguir semejante puesta, Pacheco se vale de numerosos recursos, los principales son el diseño lumínico y la música que acompañan la trama, ambos rubros con un desarrollo sobresaliente.
El sistema de luces creado por el mismo autor, es impactante, jugando permanente con dualidad luz y oscuridad, hay mucho de cinematográfico en su puesta, con cuadros breves y precisos, sorprendiendo ver como los haces de luz salen de cualquier hendija o recoveco de la sala, pasamos de la claridad a la oscuridad en segundos y casi como por arte de magia.
Y que decir de la música, con una potencia y una nitidez, que abruman, tienen una fuerza que logra poner en trance al espectador, que recibe una lluvia de estímulos. Es una música con toques místicos, un canto gregoriano que vienen desde lo alto y nos eleva.
La idea del autor, es además de innovadora y totalmente alejada de los cánones del teatro tradicional que estamos acostumbrados a ver, para conseguir una puesta tan cuidada, en el que todos los detalles están cuidados al milímetro y los movimientos y las coreografías, se ejecutan con una precisión asombrosa, es necesario contar con intérpretes de excelencia.
Y esta excelencia, llega aquí de la mano de María Centurión como Mara, esa mujer que soporta los abusos y las humillaciones de Ante, interpretado por Valentín Madeiros, el hombre poderoso, el que somete y quiere imponer sus ideas. Se recrea un juego por momentos macabro entre víctima y victimario, no exento de cierta magia. Los protagonistas se comunican entre ellos, en un idioma que no entendemos, pareciera ruso o alún dialecto árabe, pero no lo es. Al tener los protagonistas una expresividad tan alta, con esas miradas tan intensas, parecemos descifrarlo. Son los cuerpos de los protagonistas, que se expresan y trasmiten ese mensaje de terror y de angustia, que pide la trama y se respira en el ambiente.
Los trabajos de María y de Valentín, son excelentes, con una entrega absoluta y una precisión tal, que denota muchísimos meses de ensayos y además un compromiso total con la idea del autor.
Hay que verlos en acción, para vivir todo lo que hacen en escena y entender con que facilidad ejecutan movimientos tan complejos.
Para este lucimiento, es fundamental el aporte que realizan Hernán Alegre y Kaio de Almeida, los artistas en la oscuridad, a cargo de la realización de objetos y la maquinaria, piezas fundamentales en este construcción, donde el trabajo en equipo es fundamental.
Veremos aparecer y desaparecer en ese escenario vasto, gran cantidad de objetos, vemos baúles que se abren, espejos que caminan por el escenario, pañuelos rojos que flotan en el aire, guantes misterioso, etc. El espectáculo está lleno de magia, hay efectos especiales y prevalece lo onírico, el espectador se deja llevar, se abre a lo desconocido, al principio duda que es real y que no, pero al poco tiempo decide entregarse al espectáculo y lo disfruta a pleno.
Hablando del escenario, digamos que La Otra Orilla es el teatro de Omar Pacheco, su reducto, donde experimenta con total libertad, aprovechando un espacio escénico repleto de puertas, pasadizos, fosos, desniveles y alturas, de los que aparecerán y desaparecerán los actores, siempre jugando con la luz y la falta de ella.
Realmente salimos del teatro maravillados y profundamente conmovidos, por este espectáculo multisensorial que nos propone el director. Un espectáculo absolutamente distinto, una construcción profunda, alejada del teatro convencional, que inquieta y que nos indaga en nuestro interior, de la mano de una puesta extremadamente potente, que abruma por su fuerza y su crudeza-
En conclusión, una pieza excelente, una verdadera genialidad, teatro sin textos, donde la música, la luz y los cuerpos de esos actores, son los que mandan.
Amigo lector / espectador, le recomendamos que se sume a este viaje fantástico que nos propone el autor y deje que sean sus sentidos, los que, lo conduzcan a una experiencia teatral, que sin dudas lo conmoverá.
Pensador Teatral-
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