sábado, 27 de octubre de 2018

Cuando todavía había Ciruelos

Dramaturgia y Dirección de Sol Martínez.







Sábados 20 30 hs en Teatro Pan y Arte ( Av. Boedo 876 )

Un lindo desafío se propuso, Sol Martínez joven dramaturga, que siempre sintió atracción por la historia de Anna Frank, cuando tomó la decisión de escribir una obra sobre ella, con el objeto de llevarla al teatro, pero con un enfoque particular, al que más adelante haremos referencia.

Antes de seguir, contaremos para aquellos lectores, que no lo recuerdan, que Anna Frank, fue una niña de ascendencia judía que vivía en Amsterdam junto a su familia, durante la Segunda Guerra, ocasión en que la política antisemita de persecución y eliminación del pueblo judío, era ejecutada con mano de hierra, por un demencial régimen nazista, comandado por Adolf Hitler.








La persecución sufrida por la joven Ana y su familia, fue similar a la que debieron sufrir miles de familias judías desperdigadas por toda Europa. La diferencia es que la historia de Ana Frank, fue mundialmente conocida, gracias a un diario íntimo, que la adolescente, escribió durante los dos años que debió permanecer encerrada, ocultándose de los nazis.

El diario en verdad eran tres cuadernos escritos por Ana entre Junio de 1942 y Agosto de 1944, en ellos, de manera aguda, describió su vida cotidiana unto a las otras siete personas escondidas con ella, en la casa de atrás, a orillas del Canal Prinsengracht de Amsterdam.

Pero dejemos de lado, los hechos históricos y volvamos a la obra que nos convoca, Para escribir Cuando todavía había Ciruelos, como decíamos al comienzo, la autora encara el tema de manera muy inteligente, por el costado familiar tomando como eje central, la relación fraternal entre Ana y Margot su hermana mayor, en la etapa previa, a cuando tuvieron que pasar a la clandestinidad y debieron ocultarse en un refugio.








Debido al hostigamiento que recibían de parte de los nazis, solo por pertenecer a una familia judía, lejos estaban de tener una vida normal. Las niñas concurrían un colegio especial, vestían ropas particulares y no tenían la libertad, que si tenían los chicos de su edad, de poder jugar y pasear en las calles, ya que debían permanecer la mayor parte del tiempo encerradas en la casa y tenían que tener mucho cuidado con quien hablaban, ya que cualquiera podía delatarlas. Impresiona el relato acerca de los trenes que veían llenarse con judíos y como esas niñas, veían la figura de Hitler, que en su mirada, algo inocente por su edad, era quien las obligaba a vivir de esa forma, sin tomar total dimensión, del monstruo que era.

Sol con una dramaturgia muy sensible, consigue retratar los horrores de la guerra y de un régimen totalitario, mostrando como la vida de una familia trabajadora dejaba de ser normal y como para no correr serio peligro, debían seguirse reglas estrictas de disciplina, que Otto y Edith sus padres transmitían, dejando al descubierto, como hasta el simple hecho de festejar un cumpleaños, algo tan importante para un niño, podía ser algo extremadamente complejo y convertirse en fuente de conflictos, para un entorno familiar agobiado por los temores  tensiones.








El muy buen texto de la autora, encuentra adecuado eco en un elenco, que notamos se identifica plenamente con la historia y el contexto, realizando notables composiciones.

Indudablemente quienes más se destacan, son Coti Simioni como Margot y Nicole Camba como Ana. Pese a tener diferentes personalidades, se las nota muy unidas a las hermanas, con un amor muy grande y cuidándose mutuamente. Margot la mayor, es tímida e introvertida, tiene las mejores calificaciones en la escuela, ama los ciruelos y es la protegida de la madre. En cambio, Ana es más extrovertida, charlatana y rebelde, quiere salir de su casa y andar en bicicleta por la calles, como cualquier niña de su edad. Debido a su fuerte carácter no se lleva tan bien con la madre, pero tiene adoración por su padre. Nos encantaron las interpretaciones de Coti y Nicole, dos jóvenes actrices, que demuestran a estar a la altura de personajes para nada sencillos, con excelentes interpretaciones, plenas de sentimiento y emociones.

Daniel Goglino, es Otto el jefe de familia, quien debe mostrarse firme e inflexible, para que sus hijas cumplan las normas internas de ese hogar, que son las que aseguran la supervivencia en ese entorno tan hostil, donde un error puede costarles la vida.  Gran presencia escénica la de Daniel, con la dosis adecuada de autoridad y protección por su familia. Celina Rodríguez es Edith, apuntalando a su esposo, muestra su predilección por Margot y no acepta la rebeldía de Ana.








Dejamos para el final a Amilcar Ferrero, que cumple un rol muy importante en la obra, siendo al comienzo el narrador de la historia, pero a medida que la trama avanza, se irá transformando, en un personaje más en esa casa. Nos gustó mucho lo de Amilcar y sin dudas mérito de la autora, su inclusión en la historia. Cuando vean la obra, seguramente le tomarán mucho cariño a este personaje.

La puesta que se propone es íntima, con un diseño escenográfico despojado, donde se destaca el vestuario de época que lucen los protagonistas y el diseño lumínico de Lucia Feijoó creando los climas. La directora logra una atmósfera familiar muy fuerte, en la que los espectadores se sienten dentro de esa casa, testigos de los horrores de esos años, siendo la imaginación y los juegos, la única válvula de escape, que les permite superar la situación y esperanzarse con un futuro distinto.. La trama atrapa al público, algo que se palpa, por el silencio absoluto, con que se siguen las escenas.








Bueno ya contamos mucho, nos atrapó la propuesta de Sol Martínez, que logra transmitir con elocuencia, como la locura de Hitler y sus seguidores, escribieron una de las páginas más horrorosas de la historia moderna, ante la complicidad de algunos e indiferencia de muchos. La obra otorga una mirada humana a las dramáticas situaciones que se vivieron aquellos años, bajando a superficie el horror que muchas veces, las cifras frías no reflejan en toda su dimensión.

Seguramente luego de ver la obra, querrán saber más sobre la vida de Ana Frank y su familia, para conocer algunos detalles. Lamentablemente el final histórico no fue feliz, ya que los refugiados fueron delatados, los nazis descubrieron el escondite y los Frank fueron subidos a los trenes y enviados a distintos campos de concentración. Ana estuvo en Auswitch y fue en Bergen Belsen, donde con solo 15 años, encontró su muerte, enferma de tifus.








El único sobreviviente fue Otto, quien al volver a Amsterdan luego de finalizada la guerra, pudo hacerse con el diario escrito por su hija, gracias a que Miep Gies, uno de las tantas almas solidarias, que también existieron, junto a su esposo Jan, ayudaron a los ocho judíos a ocultarse en la parte de atrás de su casa, para que sobrevivan en la clandestinidad por dos largos años, proveyéndolos de víveres, todo ese tiempo. Luego que los Frank, fueran capturados, Mipe  se encargó de recoger y proteger del alcance de los nazis, los cuadernos escritos por Ana, durante su forzado cautiverio, entregándolos a Otto a su regreso y siendo luego un testimonio desgarrador de aquella nefasta época que vivió la humanidad.

Recomendamos sin dudar la obra, conocerán la pluma sensible de Sol Martinez, además de disfrutar de entrañables actuaciones y una puesta íntima, que sabe como  llegar al corazón de los espectadores.

La obra desde su estreno viene agotando localidades y está teniendo excelentes devoluciones del público. En la función a la que asistimos nosotros, debieron colocar sillas adicionales, porque la capacidad de la sala estaba desbordada. Indudablemente el boca a boca, está haciendo su trabajo y con nuestra experiencia, auguramos lo seguirá haciendo por largo tiempo, algo que celebramos, ya que este tipo de obras, sirve para que no olvidemos, todo el daño que puede ocasionar el fanatismo de un líder mesiánico. algo que debemos tener siempre presentes, para que estás historias nefastas, no se repitan nunca más.




Pensador Teatral.



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