Viernes 20 hs en Vera Vera Teatro ( Vera 108 )
Una propuesta emotiva y fuerte llega con La Fiesta del Ternero, creación colectiva, que rinde culto a la amistad, en este caso la de tres amigos que deben viajar a Ayacucho, para despedir a un amigo que vívía en esa ciudad y falleció en un accidente en la ruta mientras manejaba su moto.
El destino quiso que la noche en que debieron llegar a Ayacucho para asistir al velorio de su amigo, no era una día más en aquella tranquila ciudad del centro-este de la Provincia de Buenos Aires, ya que justo esa noche se celebraba la Fiesta del Ternero, una de las celebraciones populares de mayor renombre en el país.
La ciudad esa noche recibía a muchos turistas de Capital, que habrán compartido el camino con los tres amigos que viajaban al mismo destino, pero no en programa de celebrar nada, todo lo contrario, ellos recorrían los 300 kms de distancia, para vivir uno de los momentos más tristes de su vida, como ser tener que despedir a un amigo querido que había perdido la vida de manera trágica.
La historia logra muy bien ese contraste, que todos experimentamos al momento de atravesar una pérdida importante, donde para nosotros todo es oscuridad y tristeza, pero comprobamos que el mundo continua a nuestro alrededor de manera normal, hay gente que se ríe, que disfruta un festejo de cumpleaños, que vá el cine, etc. Es decir la vida continúa, como si nada y nadie respira en nuestra sentida pérdida.
Yendo a la historia en sí, la misma se desarrollará en el interior de la habitación de un decadente hotel, la única que pudieron conseguir, ya que por la fiesta mencionada todas las plazas hoteleras de Ayacucho, estaban cubiertas esa noche. El mobiliario era antiguo y las instalaciones dejaban mucho que desear, lo que otorgaba a esa estadía un aire deprimente a tono con el estado de ánimo de sus ocupantes.
Los amigos tenían que esperar un llamado de la esposa de su amigo fallecido, que les indicaría donde sería el velorio, pero hasta que eso ocurriera debían transcurrir las horas entre esas paredes ajenas, algo que no era nada sencillo. Estaban cansados por el viaje y agotados mentalmente por lo duro del momento. Preferían recordar anécdotas divertidas que vivieron y lo que sea, para evitar tener que hablar de lo que había sucedido. La situación era tensa y las discusiones entre ellos no tardaron en llegar, hasta parecían adrede para ocupar el tiempo, sin pensar porque estaban en ese lugar.
Y hasta allí vamos a contar, solo anticiparemos que la noche especial que vívía Ayacucho debido a la celebración, iba a complicar aún más el velorio previsto y los acontecimientos podían tomar un curso inesperado, pero cumplimos con nuestra palabra y hasta allí vamos a contar, el resto lo descubrirá el espectador cuando vea la obra.
Es momento de hablar de las muy buenas interpretaciones del joven elenco que presenta la obra, destacando las actuaciones de Lucas Delgado ( Sergio ) , Nicolás Vivante ( Pedro ) y Matías Russin ( Manuel ) , que forman un muy bloque, mostrando como funcionan habitualmente los grupos de amigos, con las relaciones jerárquicas que en todo grupo humano se establecen, logrando que el espectador se identifique con ellos.
Muy sentidas las interpretaciones, mostrando el dolor por la pérdida, pero al mismo tiempo esa sensación de que deben continuar con sus vidas y atravesar ese triste momento lo más rápido que se pueda y en lo posible tratando de distraerse, para hacer de cuenta que nada ha pasado. Muy buenos los trabajos de Lucas, Nicolás y Matías, que son también amigos en la vida real, mostrando muy buena química entre ellos.
Es muy interesante el aporte femenino a la historia, que realizan Jorgelina Flury, como Elvira la empleada nocturna del hotel y Florencia Gallardo, como María la viuda de Pablo, el amigo fallecido. Ambas con sus caracterizaciones, logran cortar con la masculinidad que envuelve a la obra, con una toque femenino, que enriquece el relato.
La puesta logra atrapar al espectador, hay una atmósfera sórdida en el ambiente, en parte por el difícil trance que atraviesan los amigos, acentuado por la precariedad de la habitación en la que se encuentran, donde parece ser funcional.
En definitiva, La Fiesta del Ternero es una propuesta fuerte e intensa, que busca y consigue intercalar lo doloroso de la temática, con situaciones cotidianas, graciosas y con un toque de humor negro, resaltando siempre la importancia de los códigos entre los amigos y lo difícil que es afrontar situaciones para los que nunca vamos a estar preparados.
Además es fuerte el contraste, entre esa triste habitación y el exterior, con esas calles en las que todo algarabía por la celebración de una fiesta popular que parece tener invitados a todos los que están en la ciudad, menos a este grupo de amigos. Una obra pare emocionarse y reflexionar sobre como nadie tiene la vida comprada y solamente por ese motivo, siempre deberíamos vivir cada día como si fuera el último.
Pensador Teatral.
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